- Bill Denbrough

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Richie helping


– Deberías de terminar con él, no te merece y es un idiota.

Me decía Beverly mientras caminábamos por el pasillo hacia nuestra siguiente clase.

– Henry es bueno... –susurré pero miré hacia otro lado, sabiendo la gran mentira que acababa de decir.

– Oh claro, y Richie no es pervertido – sonreí.

– Bueno, ¿qué quieres que haga?

– Terminas con él y le das oportunidad a alguien que en verdad te valora –golpeó ligeramente mi hombro mientras me animaba.

– Claro, como hay muchos chicos detrás de mí –le contesté sarcásticamente.

– Por supuesto que sí, sólo que siempre son amenazados por tu lindo novio idiota.

– No lo creo... –bajé la mirada pero al instante sentí un golpe en mi hombro–. Oh, lo siento.

Dirigí mi mirada hacia Bill Denbrough, quien al verme su rostro tomó un color carmesí.

– Y-y-y-yo... –parecía tener dificultades para hablar.

– ¿Estás bien? –lo miré preocupada, había comenzado a respirar agitadamente y yo no sabía qué hacer.

Beverly sólo nos veía divertida.

Él asintió con la cabeza y apenas logré escuchar un "lo siento" cuando salió casi huyendo de mí. Miré a la pelirroja confundida.

– Tiene serios problemas –fue lo que dijo ella.

– ¿Qué clase de problemas?

– En hablarle a la chica que le gusta, parece un idiota así.

Proseguimos a seguir caminando.

– ¿Y quién le gusta? –la verdad ni yo sabía porqué estaba preguntando eso
–. Pues tú –rodó los ojos y reí sin creerle.

– Qué buen chiste –pero dejé de hacerlo al ver que no me seguía–. No...

– Sí...

– P-pero, no puede. Soy la peor persona que hay en el mundo –Bev rodó los ojos.

– Tú eres la chica más dulce, linda y amable que hay en el mundo –pasó un brazo sobre mis hombros haciendo un abrazo algo raro.

– Oh, por eso eres mi mejor amiga – sequé una lágrima imaginaria mientras reíamos.

Ambas entramos al salón y tomamos nuestro asiento correspondiente, minutos después llegaron Richie y Bill ya que nos tocaba la misma clase. Los miré algo distraída, ambos venían hablando aunque al verme uno sonrió y el otro desvió la mirada avergonzado.

– ¡May-may! Qué linda te ves hoy, nena – Richie corrió a sentarse a mi lado y mirarme sonriente, Bev rápidamente protestó.

– ¡Alejate, Tozier! Mary ya está apartada – reí ligeramente mientras negaba con la cabeza.

– Oh claro, el tarado de Bowers. Soy mucho mejor que él –sonrió engreído, me limité a volver a reír.

– Pero hay buenas noticias –festejó mi amiga pelirroja–. Ella terminará con él hoy –me miró–. Justo cuando salgamos de clase.

Inmediatamente me alarmé, era alguna clase de suicidio para mí.

– ¿Estás loca? Lo haré, pero esperen mi funeral –me dejé caer en el respaldo de mi silla, rendida.

– ¡Eso es genial! ¿Ahora me darás la oportunidad de salir contigo? Llevo días intentándolo y lo sabes –Richie se acercó más y sentí a alguien carraspear desde atrás.

– Ni lo sueñes, Richie –ahora oí un suspiro de alivio y Richie bufó resignado, Beverly comenzó a burlarse de él.

– Bien, ¿y qué hay de mi amigo tartamudo? –señaló atrás y giré en mi asiento. Bill yacía concentrado en su cuaderno trazando algo con un lápiz, por inercia miró hacia arriba, encontrando nuestras miradas puestas en él.

– E-e-eh... –murmuró mirándome, ya que estaba frente a él. Le sonreí tiernamente y el quedó como petrificado.

– ¡Vamos! Te ayudo y sólo tartamudeas –Richie rodó los ojos mientras alzaba ambos brazos. El rechazo lo había puesto de mal humor.

– ¿D-de qué hab-blas? –miró a su amigo algo nervioso y me miraba de reojo.

Richie suspiró– May-may, Bill quiere saber si saldrías con él. Claro, después de terminar con tu orangután Henry.

Bill abrió los ojos como platos y alarmado comenzó a negar.

– Y-y-o no dije eso... B-bueno si, ¡que d-diga, no! Aggh –bajó la cabeza sumamente rojo.

Beverly rió silenciosamente y Richie pegó la palma de su mano hacia su frente. Sin embargo, quedé algo absorta tratando de entender la situación.

– Bueno, Bill... –lo llamé en un susurro y él levantó la cabeza lentamente–. Me gustaría salir contigo... si tú quieres...

Bajé la mirada a mis manos, estaba nerviosa. Bill era un chico lindo y me había gustado desde preescolar, sólo que el nunca me dirigía siquiera la mirada.

– C-c-claro que s-sí... –ambos sonreímos totalmente sonrojados y la maestra interrumpió el momento entrando al salón. Todos nos giramos de vuelta hacia la pizarra.

Richie y Beverly comenzaron a celebrar en sus asientos de forma silenciosa, así que sólo sonreí durante el resto del día.



editado, 2020

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editado, 2020

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