Capítulo I: Academia Tevalia.

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La mañana veraniega de agosto llegó. Los primeros rayos del sol asomaban por la ventana en busca de mis mejillas e las de luari para despertarnos. Con cierta pereza en mi andar, me encaminé al baño para darme una ducha seguido de cambiarme y arreglarme para esperar el autobús a las 8:00 a.m.

Más que impresionar, preferí ir cómoda, con un par de jeans azul marino, una polo sencilla amarilla resaltando mi tez oscura actuando como reflector, mi cabello lacio con un largo considerable recogido en una coleta de caballo y unos zapatos negros; lo único destacable de mi "look" sin dudarlo es mi broche con un fénix en obsidiana negra, un obsequio de mi abuelo paterno a mis 8 años de edad en la ceremonia para buscar mi guía.

Ya en la parada con una pequeña maleta y luari dentro de la jaula, espero sentada junto a un joven de cabellos negros al igual que sus ojos e todo lo que llevaba puesto (chaqueta, camisa, jeans y botas en lo que note al verle de reojo unos segundos) al parecer, el mismo vehículo.

Concentrado en su lectura, decidí dejar de prestarle atención mirando a otra parte que, para mi sorpresa... ¡el mismo joven me observaba fijamente al otro lado de la calle con una sonrisa perturbadora! Sacudí mi cabeza muy confundida, dirigiendo la mirada al lado de derecho de nuevo donde... no sé cómo... ¡él continuaba leyendo el libro de hace unos instantes! No me resistí a buscarle al otro lado de la calle una vez más, pero el autobús se estacionó frente a nosotros impidiéndome verle teniendo en cambio miradas de varios jóvenes observando curiosos por la ventana los próximos a abordar.

Suspiré desistiendo brevemente de fijarme en el otro lado de la calle, tomando mis pertenencias para subir con mis documentos en mano mostrándoselos al conductor; al darme "luz verde" para abordar, subí apresurada las escaleras hacia el segundo piso sentándome junto a la ventana en los asientos delanteros para observar al otro lado de la calle pero... él ya no... estaba...

Saqué a Luari de la jaula, no le gusta estar encerrada pero el reglamento exige que los kaia estén asegurados dependiendo de su tamaño y forma. Le dí de comer y beber mientras me dedicaba a leer el folleto con información básica entregada por el conductor al subir sobre la Academia Tevalia. Al parecer se encuentra junto a un lago e bosque a su alrededor; me parece sumamente extraño el que el folleto omitiera la dirección de ésta...

Como toda institución asegura, solo aceptan los mejores de cada clase existente; provee dormitorios compartidos, uniformes, comida, centros de entretenimiento y de ser necesario un tutor académico; parece un sueño hecho realidad todo lo que ofrece... ¿será real?

Tras unas horas de camino, deteniéndose almenos 5 veces más, espontáneamente las ventanas se opacaron hasta oscurecerse por completo con un especie de tinte, inhabilitando la vista al exterior; dedujo que es con intención de prohibirnos saber la localización exacta de la Academia... inteligente y curioso de su parte. Al no poder ver absolutamente nada, Luari acurrucada en mi hombro, nos quedamos dormidas hasta llegar a destino.

Al cabo de 3 u 4 horas más, fuímos despertadas por los gritos de emoción del piso inferior al ver en el horizonte los límites de la Academia. Ya había desaparecido el tinte, permitiéndonos ver el increíble paisaje que nos rodeaba: En el centro estaba la Academia, rodeada y nosotros a la vez como muralla por una cordillera; Tevalia consistía en un enorme edificio como corazón, varios edificios alrededor de dos y hasta tres pisos, un gran lago en el fondo e un bosque frondoso más allá de éste. El folleto no mentía como pensé.

Nos estacionamos frente a la entrada del edificio principal completamente de blanco, donde nos aguardaba un comité que, de todas ellas, resaltaba un hombre alrededor de los 60 años, lentes redondos, cabello castaño corto, ojos color miel y un tupido bigote que intentaba opacar una amplia sonrisa; vestía un traje y zapatos formales completamente blancos.

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