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Capítulo VIII: Los tres grandes - Parte 2.

ZD: -Vaya... realmente NO esperaba verte aquí...- apretando con fuerza la muñeca del mirose hasta hacerle retroceder y alejarse con un sutil quejido.

ED: -Hasta donde sé, puedo transitar y estar donde se me plazca, Z.- mirada fija en ambos.

ZD: La típica e pícara sonrisa ladina haciéndose presente. -No estaba hablando contigo.-dándole la espalda, colocándose frente a mí- Creo que te dí una orden simple, princesa.

AF: -Lo mismo digo respecto a llamarme así.-.

ZD: -No es momento para eso, vete.- girándome e dándome un leve empujón para que me marchara.- ¿en qué estaba?... ah, sí... -formando una especie de llama azul en la palma de su mano, observando fíjamente al mirose que, más que aterrado, lucía más sorprendido y... ¿feliz?.

Aunque sabía que no era lo correcto, opté por acatar su orden... a medias, pues sólo me alejé a una distancia segura, aún capaz de observar todo mas no de escuchar su conversación.

ED: -No has cambiado nada, Z. Ni siquiera has envejecido... ¿acaso será por ella?- observándome unos instantes para luego dirigir su mirada nuevamente al de hebras plateadas.

ZD: -¿Disculpa, nos conocemos?-.

ED: -¿Mmm? No, hablaba conmigo mismo. No tengo intención de combatir... te dejaré tranquilo con tu novia por ahora... nos vemos. - mayor sonrisa sin caber en su rostro, desapareció en un parpadeo, sin dejar rastro alguno.

Con una clara frustración, el joven zorro pasó levemente su mano por su cabellera, observando a todas partes hasta toparse con mi mirada que... no sabía si me alegraba o aterraba conforme se acercaba.

ZD: -¿Lo conoces?-.

AF: -Es el chico que te hablé, que lo topé por primera vez en la parada del autobús frente a mi casa.- algo frustrada, pues no comprendía absolutamente nada de lo que está ocurriendo.

ZD: -Es enserio Firelight, aléjate de los mirose; si no puedes evitarlo, entonces no vayas a ningún lado sola.- tomándome de la muñeca, encaminándonos de vuelta a la academia.

AF: -Que yo recuerde tengo 20 años ya, creo que puedo cuidarme y valerme por mi misma ¿sabes? ¡tsk!- quejándome un poco ante el leve apretón de mi muñeca por parte de la persona frente a mí; realmente se encontraba molesto y frustrado.

No se exclamó ni una palabra más después de eso, aunque por su andar y uno que otro gesto me daba a entender que poco a poco se calmaba e volvía a ser el mismo de siempre. Si esto fuera un libro, definitivamente ya me hubieran tachado de ser la típica protagonista despistada de lo que sucede a su alrededor.

ZD: -¿Qué hacías en el bosque con él, Am?- ya más relajado, soltándome mientras cerraba la puerta de un salón bastante privado y escondido dentro de la biblioteca. No me sorprendería que aquí se ocultase el "amigo" que conversaba con él por la mañana.

AF: -¿Qué es esto? ¿un interrogatorio? - arqueando una ceja estando cruzada de brazos dándole la espalda; iba enserio el tratarme como una pequeña indefensa.

ZD: -Si tú lo deseas, sí. -escuchaba que había cambiado de posición, pero no tengo ni idea de qué estaba haciendo.

AF: -En resumen, sentía que alguien me "llamaba" a que fuera a ese lugar; pensé que habías sido tú como cuando te encontré herido...-.

ZD: -Me declaro culpable de esa ocasión... pero, ¿porqué habría de "llamarte" de esa forma nuevamente, si ahora poseo un reloj holográfico y ni se diga el hecho de comunicarme en pensamientos contigo?-.