Día 8: Dolor

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Si Toothless tuviera que hacer una lista de cosas que le hacen feliz en cada línea detallaría gestos mínimos y hasta cotidianos de la misma persona.

Amaba el tacto de los dedos de Hiccup sobre su cabello, intentando acomodar los rebeldes mechones azabaches hasta darse por vencido y simplemente desenredarlos, deslizando las yemas por cada hebra con natural delicadeza.

Cuando Hiccup le susurraba uno que otro secreto, haciéndole pensar que ni el melifluo del viento podría tener un mejor efecto calmante en sus oídos. O cuando reía de un chiste tonto con ese peculiar timbre provocando saltos de su corazón, que a veces amenazaba con salir del pecho.

Podría seguir y seguir, desde sonidos hasta toques y más acciones pequeñas, simples sensaciones que parecían ser siempre lo que le faltaba para sonreír genuinamente.

Pero al final del día esa felicidad se veía empañada; Hiccup tocaba a alguien de forma más intima y cariñosa, Hiccup recitaba palabras dulces y únicas a esa chica; Hiccup amaba a Astrid, su novia. 

Y Toothless vivía así, sintiéndose un vagabundo en busca de las sobras, sufriendo por la pobreza de un amor no correspondido.


Fictober 2017: Toothcup.Where stories live. Discover now