Capítulo 7: Espada

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El cuerpo de Collin cayó fuertemente al suelo, recibiendo el impacto en parte de su espalda y escupiendo una cantidad considerable de sangre, Lis que estaba en sus brazos solamente fue lastimada por el impacto, pero no pasó a más, la chica rápidamente trato de separarse del cuerpo de Collin para auxiliarlo, el dolor recorría cada fibra del cuerpo del chico.

"¡Collin!" Sus pequeñas manos movían el cuerpo del chico el cual trataba de recuperar el aliento, levantó sus manos buscando ayuda y la chica las tomó, sus pequeños dedos abrazaron los de él, la respiración del Collin comenzó a regularse y el dolor a detenerse, con cuidado levantó su cuerpo aun tomado de la mano de Lis y los dos se pusieron de pie.

En el cielo se encontraba el dragón dando círculos, una vez los vislumbro con la mirada cayó en picada frente a ellos colocando sus cuatro patas sobre el suelo imponentemente. El chico sostuvo su espada en su mano derecha y la mano de Lis en la izquierda, su respiración aún era errática, pero se mantenía en pie.

"Les demostrare lo inferiores que son." Gritó el dragón lleno de cólera, su cuerpo se fue cubriendo por llamas azules con pequeños toques negros, y como si eso activara un interruptor, una enorme columna de luz azul se alzó sobre él cubriendo todo su cuerpo y parte del área en la que estaban, Collin quien estaba herido pero aun podía luchar cayó al piso de rodillas, esa enorme cantidad de poder lo abrumaba, era demasiado, el aire toxico, la temperatura disminuyo casi a 0° C, y al desaparecer el pilar de luz mostró una figura humana, era un hombre cubierto por una armadura, una armadura azul y negra, con una cabeza de dragón en cada hombro escupiendo fuego gélido, la armadura protegía cada punto débil que el reptil pudiera tener, de la espalda brotaban unas alas enormes totalmente oscuras y una cola de dragón que aparentaba ser una lanza, llevó sus manos al enorme casco que protegía su cabeza y lo retiró lentamente, la pareja quedó sorprendida al observar el rostro de aquel ser imponente, era el mismo Collin con cabello azul y unos ojos negros que tenían como pupila una rasgadura típica de los reptiles.

"Caballero Dragón de Oscuridad Gélida: Sheikand, uno de los 7 Caballeros Dragones que gobernaban antes de que ustedes, inmundos Devas se atrevieran a desterrarnos y tomar el control del mundo, una pena que los Asura los hallan humillado y arrebatado sus propios poderes." Dijo el dragón caminando hacia el chico.

El pelinegro estaba totalmente en shock, tantas cosas que estaban sucediendo y sucedieron, él no recordaba nada de eso, no quería nada similar a ello, ¿Poder? ¿Gobernar? ¿Luchar? Él no quería nada de eso, solo necesitaba tranquilidad, un lugar en que pudiera respirar tranquilamente

"Veo que estas ausente, ¡veamos si con esto vuelves a este mundo!" Gritó el dragón formando una lanza de hielo cubierta por fuego oscuro.

"¡Destruiré a esa diosa derrocada!" La lanza salió volando a una velocidad increíble, Lieselotte no tenía oportunidad alguna contra ese enorme poder, más aún en su estado actual, y Collin lo sabía, por un momento las pupilas de sus ojos se dilataron. Lieselotte solo podía cubrirse y esperar a que esa lanza acabara con su vida, todo lo que había logrado, el volver a estar con Collin, su cargo anterior, su país, ella no podía dejar el mundo así de pronto, tenía que derrotar al maldito Asura que le arrebató todo, pequeñas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos grisáceos, impotencia, dolor y sufrimiento se transmitían en ellas, y terminó aceptando su fin cerrando sus ojos, esperando aquel ataque, pero la lanza jamás llego a ella, en cambio al abrir los ojos observo el cuerpo de Collin justo en frente, atravesado por la poderosa lanza. Las manos del chico apretaban la punta del arma para que no pasara de largo su cuerpo e impactara a la pequeña demonio.

"¡Collin!" Gritó entre llantos la chica al ver el sacrificio que había hecho él para salvarla, el cuerpo del chico cayó al suelo de golpe, la sangre comenzó a brotar del enorme agujero rodeándolo lentamente, su mirada solo estaba centrada en la chica, había logrado protegerla y eso era lo mejor que pudiera hacer en su vida, sonrió y en su último esfuerzo estiró su mano derecha intentando alcanzar a la chica y lentamente la luz en sus ojos se apagó.

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