3
R E C
Solía observar a través de la ventana cómo la lluvia mojaba el cristal, mientras los vapores de la caldera en el fuego lo empañaban desde adentro.
Escucho a mamá hablar o gritar muy fuerte. Las paredes de esta casa son demasiado delgadas y puedo escuchar las conversaciones del señor que suele visitarnos desde que tengo memoria. No sé exactamente qué hacen, pero nunca me atrevo a verificarlo, porque mami me regañaría y sin dulces no hay vida. Así que me quedo aquí, frente al televisor, que suele ser más interesante que descubrir qué hacen ella y ese caballero casi todas las tardes. Excepto los sábados y domingos, ya que el señor, según ella, no está disponible. Trabaja desde casa y visita a unos sobrinos, pero cuando está aquí, nunca entiendo por qué, suele contestar su teléfono en susurros y mentir diciendo que aún está en el trabajo, cuando mamá y yo sabemos que no es cierto. Sé que eso es malo porque mamá me explicó que nunca, nunca se debe mentir...
«Elías, no preguntes...» Ella me respondió un día, así que me callé, no dije ni cuestioné ese «por qué». Los adultos suelen ser completamente extraños para mí, a pesar de que tengo solo nueve años y aún tengo mucho por aprender sobre ellos. No me importó que esta situación curiosa se prolongara, no haría más preguntas, ¡allá ellos!
Entonces, simplemente, no solía moverme de la silla cuando él llegaba a casa, porque no me agrada. «Es un embustero».
Los programas animados siempre me hacían reír y pasar el tiempo. Aunque hoy no entiendo por qué Bugs Bunny no me importa. Además, mis tripas me distraen, haciendo ruidos constantes de burbujas.
Salto de la silla decidido a investigar el refrigerador, pero no encuentro nada que me apetezca comer. Miro el reloj y casi son las cinco de la tarde. Han pasado casi dos horas desde que ellos se encerraron y mi panza está comenzando a doler. Normalmente, mamá siempre me prepara una deliciosa merienda, pero esta vez se ha olvidado.
Hago un puchero y, sin pensarlo más, arranco un trozo de pastel. Hoy es el cumpleaños de mamá. Normalmente, los dos pasaríamos este día juntos, como siempre lo hacemos, pero parece que hoy decidió ignorarme.
Cuando llegué de la escuela, Alfred ya estaba aquí. Ella me dijo que hiciera lo que quisiera. Y sí, me enojé, me enfurecí mucho cuando rechazó pasar la tarde conmigo. Recordé que le traía un regalo, que aún guardo en mi bolso. Decido ir por él y sacar el cisne de origami. ¡Me había costado tanto hacerlo, los dobleces eran un verdadero desafío! ¿Entonces por qué esperar? De verdad, eso me frustra.
Mastico el pastel sin cuidado mientras sostengo el regalo en la otra mano, decidido a dárselo ahora. A medida que avanzo, los sonidos se vuelven cada vez más fuertes. La voz del tipo es incuestionable y dura. Sin embargo, apenas escucho a mi madre. Ella suele ser muy dulce con todo el mundo, aunque también tiene su carácter, así que no entiendo por qué no le responde. Lo he visto enfrentarlo sin miramientos y eso no me gusta.
Continúo saboreando el dulce postre y, de pie frente al cuarto de trabajo de mamá, decido abrir la puerta por completo. Entro sin pensarlo dos veces, después de todo, es mi casa, nuestra casa. "Yo soy su hombre, no él".
Nunca estuve preparado para lo que vería ese día, el día que pasaríamos juntos, el día que sería ajeno a todo lo que ellos estaban haciendo. Fue entonces cuando finalmente entendí por qué los adultos a veces mienten a sus hijos. Ese día... Mamá me miró con los ojos apenas abiertos y noté cómo poco a poco sus ojos grises se abrían más, como los de una lechuza en la noche.
Intentó apartarse de la mirada de la cámara mientras el despreciable hombre seguía tocándose (quién sabe para qué). La alarma se reflejaba en su rostro, pero ya era demasiado tarde. Lo que no se hizo presente fue la ropa de mi madre ni la de Alfred, que seguía filmando todo, absolutamente todo. Grabándolo solo a él... Y esta no fue la primera ni la última vez que todo sucedió bajo mi nariz.
En ese momento, no quise ver, ni oír, ni entender. Ese día corrí lejos de todo lo repudiable. Hasta que fui lo suficientemente grande como para (casi) comprender... Mi madre era una loca voyeurs.
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*El voyeurismo o voyerismo, es una persona que suele observar la situación desde lejos, bien mirando por la cerradura de una puerta, o por un resquicio, o utilizando medios técnicos como un espejo, una cámara portátil con linterna pegada debajo de la mesa, etc. La acompaña, a menudo, al acto voyeurista. El riesgo de ser descubierto actúa, a menudo, como un potenciador de la excitación.
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Romance«Actitudes pasivas o poderosas, en ambas situaciones por igual, eso era lo que con ella fui y me convertí. Aprendí muchas cosas, pues lo que no me ilustró, lo único que no dijo. Ha sido como olvidar su extraño y nuestro morboso placer.» Elías es u...