6 Lo que se hereda... 🍷

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¡Vayamos por más!

Bien voy lento pero voy, Click avanzará y deseo que le regalen más comentarios y estrellitas... Eso me pone muy contenta. Y ni hablemos de la motivación que ello brinda, como a todo escritor. <3

Ojalá pueda continuar sin contratiempos, ya que tengo la trama armada. Sí, lo que me falta es tiempo para poner orden al asunto en mi vida, así que les pido paciencia y "fidelidad" a la historia de Elías.
Besitos, mis clics, ¿ya estás capturado?

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LO QUE SE HEREDA... NO SE ROBA


Tres días más tarde, después del fatídico inicio de la campaña con Héctor, todavía me siento terrible, cansado e irritado. Estoy absolutamente enfadado conmigo mismo.

El problema es que, además de recordar aquellos días extraños, maldita sea, se añade la imagen de una silueta interesante en mi cabeza, la de Ella. Sus ojos se cuelan en mis pensamientos y, para empeorar las cosas, cuando la imagino hablando, reproduzco inesperadamente la voz de Sia. No puedo sacármelas de la cabeza. No entiendo por qué no dejo de compararlas.

Camino rápidamente, he quedado para cenar con la segunda persona capaz de sacarme de quicio, aparte de Héctor, claro está. Bueno, pensándolo bien, también Ella, Sia... La lista es un poco larga.

De repente, suelto mi cabello bruscamente. Esto es patético, mi día a día está completamente desequilibrado. Quiero mi antigua vida, tal y como era antes.

Hoy he recibido una cita a través de un mensaje en mi teléfono. Como siempre, será en un lugar afrodisíaco y seguramente original, eso es lo que suele decir o pensar: "Para animar un poco mi anticuado humor".

Murmuro mientras estoy parado en el lugar. Cuando analizo la expresiva fachada, noto las coloridas y fragantes flores tropicales que adornan la antesala, brindando una bienvenida fresca. Los amplios ventanales parecen tan pulidos que se vuelven translúcidos, permitiendo que los curiosos echen un vistazo.

Dejo pasar a un grupo que sale y a otros que, como yo, entran. La gente parece estar congregándose en masa. Asiento en acuerdo, esta vez no nos reuniremos en un lugar de mala muerte, con comida preparada por un cocinero regordete que se rasca sus partes íntimas cuando cree que nadie lo está viendo. O aquel otro sitio en el que tuve que comer mi plato favorito (que por razones obvias ya no lo es) sobre las nalgas de un pelirrojo.

Tiemblo y rezo.

—Oh, no, no esta vez, por favor.

El calor corporal me abraza, hay demasiada gente, terrícolas hambrientos por doquier.

Bufando, busco esos rostros tan familiares.

Ahí están. Y el bochorno es doble esta vez.

—¡Genial!

Camino e intento no soltar fuertes improperios. Se quedan atascados en mi garganta como un enorme trozo de carne, asfixiándome, pero logro contenerme. Las personas pensarían que estoy loco. Mientras camino, veo de reojo a mi madre y cómo sonríe traviesa. Mi boca forma una mueca perezosa e inadvertida, deseando renacer de nuevo. Al menos he heredado su gen positivo, solo lo bueno, y al ver sus ojos y expresión, es como mirarme en un espejo. La diferencia es que ella nunca oculta nada, por más vergonzoso que sea el secreto. Mamá siempre defiende su verdad, nunca guarda nada bajo la manga.

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