33. El verdadero amor no desvanece

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Taehyung.

-No sé si abrir mi corazón sea lo correcto cuando últimamente ninguno de mis sentimientos ha sido buenos.-Jungkook admitió y negué con mi cabeza.

-No me importa si incluso sientes rencor por mí, pero no pienso ignorarte cómo lo hice antes y sé que todo esto ha sido mi culpa. Dame una oportunidad de escuchar cómo te has sentido todo este tiempo y qué es lo que ha pasado por tu cabeza.-Admití tratando de escucharme lo más comprensivo y controlando mis ganas de al menos tocar sus manos.

-Cuándo estuve lejos de ti, creo que caí en una etapa de demencia.-Confesó.

-¿Demencia?

-Sí, o al menos así lo consideraba yo.-Murmuró y miró hacia el cielo.- Solía escuchar mucho esa palabra cuándo era más pequeño y nunca supe el significado hasta que yo me convertí en uno, en un demente. ¿Cómo iba a imaginar lo profundo que alguien puede llegar a tu corazón y tocar el alma con sus propios dedos? Era lindo poder ver que convertías en mí pequeñas maravillas, obras de arte, ante tus ojos. Entendí entonces que no conocía tu corazón, pero cuándo lo hice, era demasiado tarde, ya lo había entregado todo. Comenzaste a enseñarme la vida en blanco y negro, marcaste mi piel con palabras similares al fuego. Lo bueno que había visto, ahora sólo desvanecía, eran simples recuerdos, aun así te seguía viendo hermoso, un hermoso desastre. Tus manos eran audaces para destruir y por eso has hecho de mí el mayor lío, tu mejor tormenta.

Me pregunté esta noche: ¿Cómo aún te amo? ¿Por qué me aferro al pasado? ¿Por qué me sigo enamorando de tus dulces mentiras? ¿Desde cuándo comencé a depender de un monstruo para respirar?

Quise confiar que cuándo te fueras me sentiría libre y que volvería a abrir mis ojos, pero nunca desperté y tampoco quise hacerlo. Mis rodillas inmediatamente cayeron en el interminable agujero que habías dejado en mi alma. Las únicas voces que podía escuchar eran mis propios lamentos, mi llanto pidiendo de tu voz, que te convirtieras en mi héroe, aunque fuera irónico.

Corría en círculos chocando con la misma mierda, las pesadillas eran reales, no tenía escape, el nudo en mi garganta presionaba cada vez más, mi cabeza explotaba, no había manera de terminar este infierno.

Seguí buscándote, sabía que si te encontraba estaría a salvo, sabía que si me rodeabas con los brazos aunque doliera, podría sonreír por última vez.

Te vi en sueños, corrí hacia donde estabas tú, pero solo te traspasaba, no podía sentirte, no podías verme. No sé cuántas noches perdí intentando retroceder a ese sueño y entrar en tus brazos.

Me di por vencido, sabía que la felicidad eran solo tres minutos, una vez en la vida. Tú fuiste esos tres minutos.

Estaba sobre mis rodillas otra vez, admirando tu enfermiza belleza, la malicia en tus ojos, la desgracia en tu sonrisa y la miseria en tu alma. Las lágrimas descendieron y un golpe chocar al suelo hizo estruendo en mis oídos.

Pude ver asombro en tu mirada, estabas tan cerca. Tus grandes manos limpiaban mis lágrimas, pero sólo pude ver sangre en ellas. Había tristeza en ti y me preguntaba si podías sentir. Había un arma en aquel suelo, mis manos también estaban manchadas y mi pecho destrozado. Comencé a reír, estaba demente. Caí en tus brazos y vi la pequeña lágrima en tu mejilla. Me atreví a preguntar si realmente me amaste, pero no alcancé a escuchar tu respuesta. La locura por ti ya había acabado conmigo.

Y si te preguntas qué significa todo esto, este era un sueño que se repetía en mi cabeza incluso cuándo estaba despierto. Me he vuelto loco.-Murmuró y su mirada se desvió hacia la arena.- Te necesitaba.-Murmuró y no pude evitar el dolor en el pecho al escucharlo, mis manos temblorosas fueron hacia sus mejillas y al ver que este no las apartó, comencé a acariciarlas. Extrañaba el tacto de su piel. Lo acerqué a mí y lo abracé con fuerza, sabía que él lo necesitaba.

Last HeartbeatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora