Parte 4

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Cuando llegue a mi edificio iban a ser las cuatro y en la puerta de mi apartamento estaba un Uwais con chaqueta de cuero y el cabello peinado hacia atrás, tenía los brazos cruzados en su pecho y me miró con una ceja enarcada. 

  —Te voy a perdonar que me acompañes a esta hora solo porque ese hombre era un bombón.  


Lo miré con una sonrisa, si supiera que  ahora estaba atada a él por dos días...


  —¿Por qué no llamaste a May? —  saqué las llaves de mi bolso y abrí la puerta para encontrarme a May con un vestido largo verde aceituna en la sala bailando alrededor de un chico pelinegro que estaba rodeado de velas encendidas rojas . Me voltee a ver a mi amigo que estaba reprimiendo un carcajada. —. Ya vi por qué.


Mientras me bañaba y me vestía, Uwais me sometió  a un interrogatorio, me pregunté si la policía de New York necesitaba polis nuevos, porque Uwais sería perfecto en el trabajo. Me preguntó como era el tipo en la cama, si lo volvería a ver.

  —Solo respondeme una última. —   me pidió cuando me senté en mi cama para  ponerme mis botas de cuero.

  —Una última, pillo.  

Él, que estaba acostada en mi cama se levantó con una gran sonrisa de dientes blancos.

  —¿Esta circuncidado?  —  me voltee a verlo y alcé mis dos cejas.

—¿Por qué me sorprende esa pregunta viniendo de ti?

—Solo responde, zorra.

—No lo sé.


Salí corriendo de mi habitación, pasando corriendo también por la sala donde ya estaba terminando May con su ritual,  era la mejor manera de librarme de Uwais y de las preguntas de May.

Llegué jadeando a la planta baja y salí por las puertas dobles para que el aire denso me pegara en la cara y espere a que Uwais bajara, iría con él de compras porque tenía la boda de su hermano y necesitaba un pañuelo nuevo y unos zapatos que le combinen a la perfección, eran casi las seis, de las compras nos iríamos directamente al bar, teníamos que darnos prisa si es que queríamos llegar temprano y no ser despedidos por Lorelei.


Después de entrar a seis tiendas y tres zapaterías encontramos un lindo par de zapatos rojos patentes y un pañuelo colorido.  


  —¿Estás satisfecho con tu compra, cariño? —  le pregunté cuando nos montamos al taxi para ir al bar.

  —Por supuesto que sí, aunque me hubiera encantado no llegar treinta minutos tarde al trabajo y tener diez llamadas de Lorelei perdidas en mi pantalla.

  —Para mi defensa, Lorelei fue la que me mando a irme con Einar. 

Él se volteó a verme rápidamente y me sonrió.

—Entonces así se llama —  parecía un niño al que después de tanto llanto le habían dado su anhelado dulce. —. Hasta tiene un nombre atractivo.

  —No más que Uwais, por supuesto.

Él soltó una carcajada.

— Eh, cariño, por aquí — me bajé detrás de él y le pagué al taxista por su ventanilla. —. A tu comentario anterior, lo sé, no hay nombre más hermoso y excitante que el mio.

Mr. Dex and IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora