Parte 6.

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«Dulzura» era mi nuevo sobrenombre, colocado por Einar. Cuando vi su cara aquella tarde la sangre se fue de la mía, ¿que tan lejos había llegado ese tipo por una mentira?
Tan lejos como para hablar con mi jefa que me diera unas semanas de reposo porque en sus palabras quería llevarme de vacaciones y ella no se podía negar porque el quería darme unos días para recordar. Boberías, mentiras y más mentiras seguían a Einar Patrick Dexter, ¿por qué le hice caso a Lorelei y a Emma ese día? ¡Todo era su culpa y mía por llevarme de ellas! Ahora estaba montada en un avión, mirando por la ventana las nubes y mareándome con la idea de llegar a casa de la madre de Einar, dónde estarían toda su familia.

—¿Quieres gomitas? — me pregunto Einar que estaba a mi lado, con una camisa verde limón muy bonita manga larga y un pantalón negro de jean. Lo mire con mala cara, me había sacado a rastras del bar y no me había dando tiempo de correr ni de respirar.

—Te dije que no me hablaras.

El gruñó.

—¿Puedes dejar de comportarte como una niña? ¿Gomitas? —insistió.

—¡Eres un controlador y casi me estás secuestrando! ¡No me estoy comportando como una niña!

El rodó los ojos y yo resoplé.

—¿Volverás con eso? Ya habíamos quedado que irías a Idaho conmigo, no entiendo por qué tanto lío. Ya no te ofreceré más de mis gomitas. — miró al frente, a la pantalla donde estaban pasando El Código Da Vinci.

Me quede dormida sin darme cuenta, el último día había sido caótico, después de que Einar amablemente me montara en sus hombros y me sacara del bar sin siquiera darme tiempo para tomar mis cosas -y después de patalear y darle un puñetazo a la montaña humana llamada Jodi Ginger- me había arrastrado a mi departamento que estaba solo, May estaría en no sé dónde, me había supervisado para que hiciera la maleta y no saliera corriendo por la escalera de incendios -lo cual era mi plan- No había descansado nada, buscaba una forma de librarme de él, de las mentiras pero maldita seas Einar. 

Llegamos al pueblo a las cuatro de la tarde y me estaba helando en mi suéter delgado color ciruela y mi pantalón de lino beige, Einar amablemente me pasó un abrigo por los hombros y camine siempre detrás de él con la cabeza agachada hasta que llegamos a un bonito jeep azul marino, mi única maleta morada que había comprado en un mercado de cosas usadas resaltaba en medio de las tres maletas de cuero LV de Einar, ¿este tipo traficaba drogas?

—Móntate. Vendré en un segundo. En la guantera debe haber gomitas, come si gustas.

El Einar mandón ya me tenía exhausta pero en este punto, sin dinero en la cartera y sin teléfono celular no podía hacer nada, me subí al auto, hundiéndome en la suavidad del cuero negro, aún olía a nuevo y estaba encendido con la calefacción, me empecé a preocupar por cuánto tiempo estaría ahí y porque mi ropa no era lo suficientemente abrigada para el clima. Abrí la guantera para encontrarme con cinco cajas de chocolate y seis bolsas de gomitas, el tipo va a terminar diabético si sigue así.

Por los nervios me comí una caja de los bombones y media de gomitas que ahora estaban pasando factura en mi estómago, Einar iba manejando tranquilamente y por su rostro no se reflejaba ninguna vena de nerviosismo, en la radio se escuchaba tenuemente una canción de The Chainsmokers, me sorprendió ver a Einar darle golpecitos al volante al ritmo de la música.

—Vi que comiste gomitas. — de su boca salió una risita tierna que ponía en duda su semblante de hombre serio.

Le hice burla. —¿Por que eres así? Quiero estar bien contigo pero te comportas infantil.

Me encogí de hombros. —Es lo qué hay, amigo. ¿Le dijiste a May que estaba contigo?

—No. — me miró un segundo para luego dirigir la mirada a la carretera.

Mr. Dex and IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora