Mejoraron las remuneraciones, incluidas las asignaciones familiares, las
jubilaciones, las pensiones y montepíos. Las remuneraciones de los trabajadores
del sector público, incluidas las de las municipalidades, fueron reajustadas de
acuerdo al alza del costo de la vida más un 5% adicional y las remuneraciones que eran iguales o superiores a dos sueldos vitales tuvieron el reajuste que
correspondía al alza del costo de la vida más un 3% adicional. Por primera
vez, en el primer año del Gobierno Popular se dio un reajuste que se cargó a las
utilidades de los patrones y en el sector público no se financió con impuestos
que gravaran al pueblo. Se trazó y aplicó una política coherente a favor de la
pequeña y la mediana industria, del pequeño y mediano comercio y del media-
no y pequeño empresario agrícola, a través del aumento de la capacidad de
compra de las masas, de la rebaja del interés bancario, de la reorientación del
crédito, de la estabilización del precio de las materias primas.
El salario mínimo pasó a ser, en términos reales, tres veces superior al
de 1968, según reconoció posteriormente El Mercurio, en su editorial del 24
de septiembre de 1989. Las asignaciones familiares de los obreros, campesi-
nos y empleados públicos, tuvieron un aumento porcentual más alto para
acercarlas a las que recibían los empleados particulares. Con una asigna-
ción familiar se podía comprar 39 kilos de pan en 1973 -obviamente antes
del golpe militar-, y en 1985 no más de 6 kilos, recordó el ex ministro del
Trabajo José Oyarce, durante su intervención en el Seminario que realizó el
Instituto de Ciencias Alejandro Lipchutz, en conmemoración del 25° aniver-
sario de la victoria de la Unidad Popular.
A la vez, se creó el Fondo Único de Asignaciones Familiares con vista a
que todas llegaran a tener el mismo valor.
El alza del costo de la vida, que de enero a noviembre de 1970 era del
orden del 30%, bajó a menos del 15% en el mismo período del año siguiente.
Como resultado de la política económica y social del Gobierno Popular,
comprendidas las mejores remuneraciones que los trabajadores empezaron a
ganar, cientos de miles de chilenos y chilenas tuvieron por fin acceso a bienes
que hasta entonces eran un lujo. Consumir carne, vestir adecuadamente, cal-
zar a los niños, disponer de catres y colchones, poseer un televisor o un
refrigerador o una estufa a gas licuado, pasaron a ser aspiraciones realizables
para todos. El aumento de la capacidad adquisitiva de la gente llevó a los
industriales a elevar su producción para satisfacer las mayores demandas y
esto condujo a la reducción de la cesantía a sólo el 3%, la cifra más baja desde
que se iniciaron las estadísticas.
El gobierno de Allende se distinguió, además, por apoyar decididamente
la organización de los trabajadores y su independencia. Le concedió personería
jurídica a la Central Única de Trabajadores y facilitó la formación del Sindicato
Único de Trabajadores de la Enseñanza.
Entre septiembre de 1970 y septiembre de 1973 aumentó de 1.448 a 1.841
el número de sindicatos industriales, de 2.536 a 3.733 el número de sindicatos
profesionales y de 774 a 1.118 el de los sindicatos agrícolas, según fuente de la
Dirección general del Trabajo. Y la masa laboral, comprendidos los trabajadores
agrícolas, que era de 630.392 el año 1970 pasó a ser en 1973 de 1.009.319.
El 30% de la fuerza laboral llegó a estar organizada y los trabajadores
pasaron a elegir, en votación secreta, sus representantes en los Consejos de las
Cajas de Previsión.
Se dispuso por Ley 17.392 la creación de la Caja de Previsión Social de
Comerciantes, pequeños industriales, transportistas, artesanos, y todo tipo de
trabajadores independientes. Entre ellos, además de los ya mencionados, esta-
ban los artistas, los sacerdotes, las monjas, los pastores y ministros de todos los
credos religiosos, los pequeños y medianos agricultores, los pirquineros, los
pescadores artesanales, los suplementeros y los odontólogos independientes.
Con la dictadura la ley desapareció.
El 21 de diciembre se creó el Consejo Nacional de la Juventud, encargado
de promover la organización y de atender los problemas de los jóvenes. La ju-
ventud chilena, junto a los trabajadores, fue y se sintió protagonista de la historia
y vio la posibilidad de hacer realidad sus más queridos sueños. ¡Cientos de
miles de hombres y mujeres de hoy, muchachos y muchachas de entonces, re-
cuerdan aquellos años como los más hermosos de sus vidas!
Durante el gobierno de Allende se logró el más alto grado de organiza-
ción campesina. ¡Como que en 1972 había ya 278 mil campesinos sindicalizados,
un 168% más que en 1969!