Viviendas para los más necesitados

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Tras el propósito de atender los problemas que más afligen a la familia, el
gobierno de la Unidad Popular echó mano de todos los medios que estaban a su
alcance para enfrentar el problema habitacional. Faltaban 480 mil viviendas,
déficit que se elevó a 520 mil con el terremoto de julio de 1971 que afectó princi-
palmente a lo que es hoy la Quinta Región. Pues bien, ya en el primer año de
Gobierno se lograron construir 73 mil viviendas de las 83 mil que se habían
programado. En los casi tres años del Gobierno Popular se logró un aumento
promedio de un 8% anual en las construcciones habitacionales. Se hizo también
un gran esfuerzo en cuanto a establecimientos educacionales, lográndose cons-
truir 221 mil metros cuadrados en 1971 contra 79 mil del año anterior.
En construcción de viviendas, el Gobierno Popular superó a todos los
gobiernos precedentes, levantó 156 mil viviendas con un promedio de 52 mil
unidades anuales, cifra claramente superior a las 39 mil levantadas anualmente
durante el período de Eduardo Frei Montalva y casi el doble, como promedio
anual, de las 30 mil registradas durante la dictadura de Augusto Pinochet.
De acuerdo a los indicadores utilizados por las Naciones Unidas para
medir la construcción habitacional, durante el Gobierno Popular la edificación
de viviendas llegó a la cifra de 5,29 viviendas por cada mil habitantes, en tanto
que durante Frei Montalva fue de un 4,4 y en la dictadura de 3,31.
Si bien es importante el número de viviendas construidas por el gobierno
de la Unidad Popular, más significativo es el hecho de que fueron asignadas
preferentemente a los sectores de más bajos ingresos, dándoles prioridad en el
primer programa habitacional a las familias instaladas en las tomas o campa-
mentos y luego a los allegados y a las familias favorecidas con la Operación Sitio
durante el gobierno anterior y que no habían podido levantar sus casas.
Como los sin casa reclamaban su derecho a permanecer en las comunas
donde vivían rechazando el traslado a otros sectores, lo que conlleva una ruptu-
ra con sus lazos de arraigo sociales y muchas veces la pérdida de su fuente de
trabajo, se resolvió construir viviendas a los sin casa que vivían en Las Condes
junto a las riberas del Mapocho. Así surgió la Villa Carlos Cortés, nombre del
fallecido ministro socialista de la Vivienda, entregándose en los años 1972 y
1973 mil 38 departamentos. La instalación de las primeras familias dio origen a
una fiesta popular emotiva y brillante, grandes fogatas iluminaron la noche del
barrio alto con la quemazón de las tablas de madera que los había albergado
hasta entonces, mientras jóvenes y niños subían y bajaban las escaleras ayu-
dando en la mudanza y otros protagonizaban un espectáculo artístico al aire
libre. Las familias favorecidas cumplieron con todos los requisitos de la
postulación y cancelaban mensualmente los dividendos en una oficina instala-
da especialmente por la CORHABIT en uno de los bloques. Entre los años 75 y
78 la dictadura procedió al desalojo de todos los habitantes de la Villa, algunos
fueron lanzados a la calle o enviados a viejas poblaciones del Ejército situadas
en Renca o en La Granja, cuyos moradores, en su mayoría suboficiales del Ejér-
cito, pasaron a ocupar los departamentos de los pobladores desalojados a la
fuerza. Y para colmo de infamia, en 1997 el Ejército trasladó a otro lugar al
personal de sus filas que había sido llevado a Las Condes y vendió en 80 millo-
nes de dólares el terreno con todos sus edificios a una sociedad inmobiliaria. La
inmobiliaria, por supuesto, demolió los edificios para dar curso a un negocio
más rentable, la construcción de un gran centro comercial. El entonces Alcalde
de Las Condes encabezó la ceremonia, no la ceremonia de colocación de la
primera piedra, sino la de demolición de los muros a raíz de lo cual el diario Las
Últimas Noticias del 16 de julio de 1997 escribió lo siguiente "Joaquín Lavin, de
un plumazo derribó un mito: el anhelo del Gobierno de la Unidad Popular de
abrir las comunas más pudientes a los sectores más desposeídos".
Se fijó por ley un tope máximo del 20% del salario para el pago de los
dividendos de las viviendas de menos de 90 metros cuadrados y a la vez fue
derogada la reajustabilidad de los dividendos.
Antes los programas de construcción de vivienda no tenían destinatarios
determinados, lo que daba origen a un largo y burocrático proceso de asignación.
Durante la Unidad Popular se localizaban previamente a los grupos más necesi-
tados, tarea que se hacía de acuerdo con los dirigentes de los pobladores. Cada
vivienda que se iniciaba estaba preasignada. Se garantizaba el cumplimiento del
compromiso mediante Certificados de Localización emitido por el Ministerio de
la Vivienda y firmados por el propio ministro y el Comité de Pobladores, en los
cuales se consignaba el número y tipo de vivienda a construir en cada terreno.
Se crearon también los Comités Paritarios, formados por el delegado co-
munal de la CORHABIT y representantes de los Comités de Pobladores, que
entregaban las viviendas preasignadas en cada proyecto. Además los trabaja-
dores de la construcción entraron a formar parte de las empresas de construcción
estatal que organizaron la CORVI (Corporación de la Vivienda) y la CORMU
(Corporación de Mejoramiento Urbano).
Se dio un fuerte impulso a los sistemas industrializados de construcción
de viviendas, implementados con gran esfuerzo en los años precedentes por
empresas de tamaño mediano como "Xilostécnica Moreno Vial", "Simples Cepol"
y otras que construían escuelas y viviendas sociales, en especial para regiones
aisladas, de difícil acceso y escasez de mano de obra.
La construcción de viviendas prefabricadas adquirió un importante impul-
so con la Planta de Prefabricados de Hormigón que le donó a Chile la Unión Soviética
a raíz del terremoto de 1971 y que sólo alcanzó a terminar algunos conjuntos
habitacionales en El Bellota de Quilpué, donde se instaló dicha planta. Desgracia-
damente con la dictadura ésta y todas las plantas de prefabricados desaparecieron.
El Gobierno Popular se preocupó de estimular la construcción de vivien-
das -ya sea individualmente o a través de cooperativas- destinadas a los sectores
medios de la población. En este terreno le prestó gran apoyo al SINAP, Sistema
Nacional de Ahorro y Préstamo, que presidía la arquitecta Ana María Barrenechea
y que financiaba la construcción de unas 20 mil viviendas anuales sin aportes
fiscales. Dicho sistema había servido de modelo para el establecimiento de ins-
tituciones análogas en otros países de América Latina, pues constituía una
importante fuente de actividad profesional para arquitectos y constructores y
facilitaba la actividad de pequeños empresarios. Operó exitosamente durante el
gobierno de Allende, siendo destruido posteriormente por los grupos económi-
cos bajo el amparo de la dictadura.
Es especialmente demostrativo de la sensibilidad social del gobierno de
la Unidad Popular el hecho de que haya levantado en tiempo record 17 balnea-
rios populares en las playas, cada uno con capacidad para hospedar a 500
personas. A los cuales pudieron ir miles de modestas familias por turnos de 15
días. Estos balnearios contaban con asistentes sociales, animadores y profeso-
res de educación física encargados de dirigir variados programas culturales y
de entretenimiento para niños y adultos. Dos de esos balnearios, el de "Ritoque"
y el de "Puchuncaví" fueron convertidos en campos de concentración por la
dictadura y, tras el término de estos, desmantelados por completo. Los 13 res-
tantes fueron entregados a diversas ramas de las Fuerzas Armadas para usos
diferentes o vendidos a privados.
También se construyeron balnearios populares a la orilla de algunos ríos
como el de Puente Negro y el de Tinguiririca, situados a las afueras de San
Fernando. Se habilitó la piscina de Chacarilla en el cerro San Cristóbal, adap-
tándose con tal fin un estanque de hormigón de 90 metros de largo, destinado al
riego y que permanecía en desuso. Y se recuperó el viejo Parque Cousiño, hoy
Parque O'Higgins de 54 hectáreas, que permanecía abandonado; se le puso un
sistema de riego automático y se plantaron en él 20 mil nuevos árboles y arbus-
tos. Se amplió su laguna y se habilitó el llamado "Pueblito" con diversos
restaurantes y recintos destinados a centros culturales y de recreación.

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