Los libros y las artes para el pueblo

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En los años del Gobierno Popular la cultura recibió un impulso extraordi-
nario. Se expropió la empresa Zig-Zag, transformándose en una editora estatal
que pasó a llamarse Quimantú, voz mapuche compuesta por Quim que significa
saber y Antú, sol. Etimológicamente se refiere a la idea de conocimiento, y en
general al acceso de las mayorías a la cultura. Como si le hiciera honor a su
nombre, Quimantú sólo en dos años publicó más de 12 millones de ejemplares
de las mejores obras de la literatura nacional y universal. Por primera vez los
mineros del carbón pudieron leer Subterra.
Nunca antes las ediciones habían alcanzado tirajes de decenas de miles
de ejemplares, ni los libros tuvieron un precio tan bajo. El precio de los mini-
libros de la colección Quimantú Para Todos correspondía al valor de una cajetilla
de cigarrillos Hilton. Por camión se mandaron a Chuquicamata miles de ejem-
plares de obras de diversos autores pensando que se venderían en un mes y se
vendieron en un santiamén.
De los textos de estudios el 50% se distribuían gratuitamente y el resto se
comercializaba en librerías. Desde la llegada del Gobierno Popular el 100% de
esos textos se entregó gratis a todos los escolares de la enseñanza básica.
Dados los altos tirajes que alcanzaban los libros de los autores nacionales,
se llegó a considerar si se mantenía el mismo porcentaje que antes se pagaba por
derecho de autor. Lo que este derecho significaba en dinero era tan importante que
un día el escritor Manuel Rojas devolvió un cheque porque era mucha plata.
Después del golpe la dictadura hizo embalar muchos libros de Gabriela
Mistral, Jack London, Pablo Neruda y otros autores y se los entregó a la Papelera
como material de reciclaje.
Quimantú tenía maquinarias de fabricación norteamericana. Cuando
tuvieron problemas de repuestos no pudieron adquirirlos en Estados Uni-
dos. Pero los fabricaron los propios trabajadores que en esto y en todo se
empeñaron por hacer que la empresa funcionara mejor que cuando estaba en
manos privadas.
El teatro llegó más a la gente. En los marcos del convenio CUT-UTE, el
Teatro Nuevo Popular realizó un total de 37 funciones en una gira por las
tres regiones más septentrionales del país, para luego llevar el arte escénico
a los Centros de Reforma Agraria, asentamientos e industrias de la Región
Metropolitana.
Adquirió mayor auge el movimiento musical que fundía los valores au-
ténticos del folklore con la experiencia de músicos de formación académica, y
surgió una rica y variada actividad pictórica que tuvo caracteres de masas.
El cine recibió un buen impulso. Surgieron nuevos cineastas y se produ-
jeron más de 20 largometrajes, entre ellos Palomita Blanca de Raúl Ruiz. Bajo la
dirección de Miguel Littin se creó en Chile Films un centro productor y distribui-
dor dirigido a los sindicatos y demás organizaciones populares de masas. (Dicho
centro y, ciertamente, Chile Films, que era una empresa estatal, pasó a manos
privadas con la dictadura). Por su lado, las Juventudes Comunistas crearon el
sello discográfico, DICAP, que editó millares de discos, divulgando la música
chilena y latinoamericana.
Como en el caso de la salud, se montó un "Tren de la Cultura" que reco-
rrió buena parte del país, con la participación de artistas y estudiantes de artes.
La artesanía fue apoyada y estimulada en todas sus expresiones.
Había otro ambiente. Primaba el deseo de estudiar, de saber más y de
darle al espíritu los disfrutes del arte y la cultura.

el gobierno de allende Donde viven las historias. Descúbrelo ahora