Nash - 3

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- Nash - Presente (2019)

Al poner un pie fuera del complejo sentí como el viento frío golpeaba mi rostro haciendo que toda mi piel se erizara. Suspire y miré hacia el oscuro cielo de la noche tapado por los rascacielos más altos de la ciudad, acompañados de nubes grises, las cuales alarmaban que se aproximaba una tormenta. Me coloqué la capucha y comencé a caminar por las ruidosas calles nocturnas.

De la nada recordando lo que había sucedido hacía menos de una hora, una carcajada salió de mi interior. Es chica estaba desquiciada. No había mejor manera de terminar una noche de sexo intenso, que con una caminata por las calles iluminadas de Nueva York.

Cada uno de sus gritos hacían que me asombre de tal forma que causaba miedo, parecía que la estaba por partir a la mitad. La estaba penetrando tan fuerte y profundamente que podía sentir como sus uñas se enterraban en mi espalda a punto de perforarme la piel.

Rasque mi nuca y volví a meter la mano dentro del bolsillo de mi campera. El semáforo de la vereda del frente me cedió el paso y comencé a caminar, hasta encontrarme con la puerta de mi pizzería favorita cerrada. Mierda. Me di media vuelta y sin más, caminé dirigiéndome hacia la central de metro.
Una vez dentro del gran edificio el reloj marcaba las 03:43 am, por lo que me quedé viendo un largo rato la cartelera que mostraba que subtes se encontraban activos en aquellas horas. Cuando logré encontrar el indicado, tuve que caminar 3 estaciones enteras para llegar, lo cual tardé media hora.

Tome el metro y logré llegar a mi departamento en el Down Town de Nueva York. Toqué la puerta y nadie me abrió. Marqué el teléfono de la casa y lo escuché sonar al otro lado de la puerta. A través del picaporte no se podía notar ninguna llave por lo que nadie estaba en casa. Bufé molesto y mire el suelo. Fastidiado revolví mi cabello y maldije por dentro.
No tuve otra opción que sentarme en el suelo, a un lado de la puerta y esperar.

Una luz brillante me hizo abrir los ojos cegándome por completo. Rápidamente tape con mi mano el rayo de luz que provenía del ventanal que daba hacia la ciudad, evitando que me dé justo en la cara. Una vez acostumbrados mis ojos a la luz, lentamente fui desperezándome, hasta darme cuenta que seguía sentado fuera de mi departamento.

Mientras masajeaba mi nuca contracturada, el sonido de unos zapatos que resonaron por el pasillo llamaron mi atención. Al doblar la esquina de donde me encontraba, vi a mi hermana menor con un vestido ajustado al cuerpo color rojo, dejando ver su esbelta silueta, y unos tacos plateados, con la campera y celular entre las manos. Estaba hecha un desastre. Parte del maquillaje corrido y el cabello alborotado.
Esta venía trotando hacia mi acomodándose el vestido, que cada vez se hacía más corto. Fruncí el ceño molesto. Debido a ella había dormido todo rígido como un vago en el piso, mientras ella estaba disfrutando la noche de fiesta en fiesta. No me quejo, había follado con una chica increíble la noche anterior, pero haber tenido que dormir en el suelo... no es algo que me agrade mucho.

Cuando la rubia levantó la mirada y me vio frenó repentinamente su trote y se quedó viéndome sin formular ni una palabra.

- ¿Recién llegas? - dije levantándome, mirando la hora que marcaba mi celular - son las 8:20 am.

- Hola, Nash - dijo ella tartamudeando, acercándose lentamente a la puerta.

- ¿A dónde fuiste? ¿Te divertiste? - la mire alzando una ceja cruzándome de brazos. Estábamos a pocos centímetros de distancia por lo que podía sentir su respiración agitada y su aliento a alcohol.

Evitando mis preguntas, sacó silenciosamente las llaves del bolsillo de su campera y rápidamente abrió la puerta intentando correr de mi. Entró y directamente fue a su cuarto encerrándose en él. Iba a frenarla y maldecirla, pero estaba demasiado agotado para ello. Por lo que decidí ir a darme un baño, para después desayunar algo.

Una vez bañado, con mi taza de café en mano, me senté en el sillón de la sala de estar. Luego de un par de minutos, Laia decidió aparecerse frente a mi. Fue hacía la cocina, tomó una taza con café y se sentó a mi lado.

- ¿No estás enojado? - dijo mirando a la pantalla del televisor frente a nosotros.

- ¿Por qué gastar mis energías en maldecirte? - se encogió de hombros - Ya me lo has hecho antes, pero... - dije pensando por un segundo - ... ya que me lo volviste a hacer, deberás limpiar tu sola el departamento por dos semanas - le sonreí burlándome de ella, mientras veía como ella se quejaba.

- Hey, pero, ¿no deberías llevar contigo tus llaves? - dejó su taza sobre la mesa ratona delante del sillón y se giró hacia mi - ¿por qué tengo que ser yo la portera?

- Las perdí, Laia - respiré hondo - ya te lo dije la semana pasada - revoleé los ojos y los clavé en ella - creo que me las olvidé en la casa de Olive.

- ¿Y no puedes llamar a Olive y preguntarle si están allí e ir a buscarlas si es que están? ¿Eh? - preguntó la rubia levantando el tono de voz, volviendo su voz un poco más aguda.

- ¿Sabes qué? - me incliné un poco hacia delante quedando más cerca de ella y dije - No quiero volver a verla... ya lo decidí... fue un error volver a juntarme con ella - ahora levanté yo el tono.

- ¡¿Y es mi culpa?! - abrió los ojos y puso su mano en su pecho - tu fuiste el estúpido que cometió el error, no yo - me señaló casi gritando. Yo serio la mire hasta que terminó de hablar y todo quedo en silencio. Por unos segundos pensé en lo que debería decir, así no se convertía en una discusión sin sentido a esas horas, era demasiado temprano.

- Entonces... - bufé - ... quedemos así, tu limpias una semana por llegar tarde y dejarme durmiendo en el piso - la señalé, apreté la mandíbula y lentamente dije - ... y yo ... - me rasqué la barbilla - por un día haré todo lo que quieras... - la miré a los ojos - ¿trato?

- Mm... - se mordió el labio pensativa, mirando a su alrededor - bueno, trato - me sonrió divertida y estrechó su mano, la cual tomé. Una vez que agarré su mano, ella tironeó hacia si misma - pero lo que yo quiera, cuando quiera, ¿okey? - y como respuesta solo asentí.

Hey, Sis [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora