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Un frío constante se aloja en mi espalda. Sube por mi espina dorsal y se instala en mi nuca.
Agota y me sofoca, aun así, no interfiero con que el frío se apodere de mi interior y convierta este cuerpo en una insignificante estatua de hielo.
Este frío se apoderó rápido de mí, mi corazón ya no solo es de piedra; sino que ahora es de piedra congelada. Sin embargo aun con todo esto mi cuerpo ya no tiembla, ni tirita; ya no siente.
He conseguido el equilibrio total; ya ni el frío ni el calor afecta mi alma desnuda. Pero aun debo tener cuidado, mi alma de hielo se puede quebrar, ya no es flexible como antes. O por lo menos ya no tanto.
-A.
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Más de 100 Cartas Sin Destino
Short StoryAlejandra Bartodd es una joven adolescente que ha caído en una gran depresión por diferentes motivos... para liberarse de ella escribe cartas... pero a su destinatario nunca le llegan, o eso es lo que ella piensa. Él por algún motivo se da cuenta, y...