II

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— ¿Acaso solo fui una broma para ti? — no lo miraba, sabía que si lo hacía, su corazón se rompería en pedasos.

— tal vez algún día te amé — sonrió burlesco.

Ya era tarde, su corazón estaba más que roto...

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Había llegado sano y salvo a la institución, justo a tiempo por suerte. 

Wonpil (su mejor amigo y casi hermano), le había conseguido un trabajo como mesero en un restaurante Italiano cerca del centro. Este era pequeño, casi nadie lo visitaba, tal vez por que estaba en un lugar que casi nadie conocía, salvo las personas que prestaban atención o las curiosas que pasaban por ahí, a pesar de estar cerca del centro, no era muy concurrido.

El restaurante en realidad era  elegante, con las mesas afiladas en una línea diagonal, había un candelabro de cristal que iluminaba todo el local y en la pared del del fondo, se encontraba un bello mural de las calles de Italia, notablemente hecho a mano. Simple talento.

— ¡Jae! — el chico pelinegro caminaba hacia él entre las mesas.

— Hola Yeonpil — sonrió burlón el rubio haciendo fruncir el ceño al menor.

— Calla Chicken Little — golpeó su hombro — el jefe quiere verte, ya sabes, seguridad, tal vez te viole y bla bla — hizo una mueca restándole importancia a la fuerte declaración.

— Gracioso — frunció el ceño — Vamos, necesito el uniforme — camino hacia la cocina seguido por Wonpil.

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El jefe lo miraba intimidante, su rostro demostraba seriedad y autoridad.

— Aquí tienes — le entregó una camisa blanca con el logotipo de el restaurante y un delantal negro — Espero que seas tan trabajador como Wonpil dijo.

— N-no le fallaré... — habló para que el otro le siguiera.

— NamJoon, dime NamJoon — sonrió ladino.

— Claro, lo haré — hizo una reverencia y salió por la puerta hacia el salón.

Su primer trabajo, bajar las sillas de las mesas y abrir la puerta para la gente. Pocas personas entraban, en especial parejas, algunas con niños o con sus mascotas, todo era permitido en aquel rústico lugar.
Las horas pasaron, Jae no paraba de sonreír y apenas era medio día, los que hiban dejaban buena propina y le sonreían dulcemente. Una viejita incluso le dijo lo guapo que era y así pasó el resto de su día.

Sobó su cuello limpiando su sudor con su muñeca y levantó la mirada hacia el reloj de pared sobre el mural, solo cinco minutos más y cerraría, después de todo no fue tan cansado, si no todo lo contrario, había sido uno de sus mejores días.

Wonpil apareció con una mueca de preocupación por la puerta de la cocina, cargaba en sus antebrazos su chaqueta de mezclilla listo para irse.

— Vamos o llegaré tarde — dió pequeños saltos en su lugar.

—¿Para qué? — frunció el ceño volteando el cartel de "cerrado" .

Un leve sonrojo apareció en su pálida tez.

— E-eso no es de tu incumbencia — bajó la cabeza.

El rubio sonrió levantando las cejas — Tal vez, pero, tiene que ver con el nombre Dowoon — soltó una leve carcajada.

— Solo vámonos — jaló a Jae del brazo y salió con él del local, no sin antes apagar las luces y cerrar con la copia de la llave que el moreno le había dado en la mañana para abrir.

Ambos, como fue mencionado antes, eran como hermanos, vivían juntos, comían juntos y ahora trabajaban juntos.

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Observó con asombro cada letra y cada frase. ¿Cómo algún mortal podría escribir de tal forma?, claramente esas eran palabras escritas por más bello ángel que pudo haber tocado la tierra.

Simplemente perfecto...

°.•RED NOTE BOOK•.° [Parkian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora