VII

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— te amo — cerró los ojos con fuerza y estrujó su camisa entre sus dedos.

Una sonora carcajada lo desconcertó.

— idiota...

Lo próximo que sintió, fue su cuerpo lleno de lodo y su pecho doler.

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Jae suspiró abrazando su cuerpo al salir del local, acomodó la llave en el orificio de la puerta, la guardó en su bolsillo y emprendió camino a su casa.

Aún no superaba lo del cuaderno (ridículo) y no lo superaría en mucho tiempo. Además del miedo de que alguien lo leyera, ¡ahí tenía los boletos!, boletos de conciertos próximos obviamente sin usar, boletos que casi le costaron la virginidad, su esfuerzo había sido en vano. Caería en depresión y si no escribía, estaba seguro que un suicidio sería la mejor opción.

Su vista se clavó en las puertas de un bar llegando casi al centro.

Jae no era de beber mucho, solo en algunas fiestas y paraba cuando se sentía ya un poco ebrio, aunque no mentiría, habían noches en las cuales se quedaba con Wonpil a beber hasta caerse.

Sí, solo era un insignificante cuaderno que podía ser reemplazado con otro igual, pero el rubio siempre fue muy dramático, hacía una tormenta en un vaso de agua. Aún no superaba a aquel chico castaño que le hizo un pequeño corte en el dedo índice...en preescolar.

Caminó y empujó la puerta para entrar. El olor a tabaco y alcohol se impregnó en sus fosas nasales y tapó su nariz con la manga larga de su suéter rosa. No lo negaría, amaba ese color pero muchas veces Wonpil le juzgaba por eso aunque en realidad el castaño tampoco era tan masculino que digamos.

Se acercó a la barra y pidió lo que tomaría que en menos de un minuto estaba listo. El lugar no tenía mucha gente, de cualquier modo, aún era media semana, apenas y habían unas tres o cuatro personas, como dije, media semana, no tienen tiempo, les pega la esposa.

Por el momento solo quería embriagarse y no recordar nada sobre su cuaderno.

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El castaño pateó una roca caminando hacia su típico bar de siempre en el centro.

Los celos seguían presentes y eso le molestaba y confundía, ¿porque estaba celoso?, YoonGi y JiMin no hicieron nada malo.

Pero también la incomodidad lo hizo salir de casa. Solo recordaba como el mayor tenía al rubio sobre sus piernas mientras el peliazulado devoraba su boca con hambre, sabía de antemano como terminaría eso y pues, no era requerido para lo que vendría.

YoonGi se quedaría en su casa a vivir un tiempo con él en su apartamento mientras la mudanza llevaba sus cosas a casa de JiMin.

Observó a lo lejos la carretera iluminada por una tenue luz amarilla que salía por una puerta. Corrió y la empujó, el olor a tabaco lo invitó entrar, no le tomó importancia, de vez en cuando YoonGi fumaba, el olor ya le era familiar.
Sonrió levemente cuando vio la poca gente en el lugar, solo tres hombres ya adultos y una cabellera rubia balbuceando en la barra mientras se reía de él mismo.

Se acercó hasta el lado del chico en la barra. Su mirada se encontró con los ojos marrones.

Brillaron ante el simple contacto...

°.•RED NOTE BOOK•.° [Parkian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora