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Las cortinas se movían con el suave viento nocturno que se colaba entre estas. El ambiente era tenso y frío, con el toque de sus manos y labios aún clavados en su piel.

Miró con asco el cuerpo inconsciente a su lado, de nuevo ese olor a alcohol penetrante no lo dejaría dormir.

¿Por qué él? ¿Por qué tenía que sufrir tanto?

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— Perdón — Bajó su brillante mirada a sus zapatos gastados y manchados de lodo seco, de nuevo se volvió distante.

— Hyung, respondeme, ¿estás bien? — El temor se apoderó de él — Jae dime.

— Perdón, Brian, no era mi intención asustarte — Sonrió dulcemente a su acompañante.

Era el momento, sus impulsos hablarían por él. Pero no sería una buena excusa el decirle:
<< Pues, me pareció muy buena idea profanar tus labios, no sé solo eso, ahora te llevaré a tu casa >>.

Demasiado tarde, sus labios ya tocaban los contrarios, nada brusco, con cariño. Sus manos tomaron entre ellas sus abultadas mejillas. Sus impulsos eran más fuertes que su razonamiento, nunca había escuchado tan rápido los latidos de su corazón, tanto que su pecho dolía. Tal vez era efecto del alcohol pero su mente parecía apagado, más de lo que siempre estaba.

Se adentraron a un universo donde todo lo que sabían fue olvidado, por más ridículo que sonara, así se sentían los dos, pero jamás tendrían el valor para decirlo en voz alta.

Por otro lado, el rubio correspondió al beso disfrutando de la suavidad proporcionada por la boca contraría, le era inconsciente e irreconocible su propio razonamiento. Brian besaba bien, tenía que admitirlo. Sostuvo con fuerza la sudadera azul del castaño justo a la altura del pecho. El aire les valió una mierda, ¿Para qué servía esa cosa?, lo único que necesitaban el uno al otro y el sabor dulce de sus labios. Pero jae tenía que llegar a casa, tristemente para ambos.

Se separaron solo centímetros, juntaron sus frentes jadeando con una sonrisa. Las manos del menor descendieron a la cintura contraria, haciendo leves círculos inconscientemente y las Jae, parecían parte del otro de la fuerza aplicada en su agarre e insistencia por no soltarlo.

Sus respiraciones agitadas exclamando cuanto les había encantado ese contacto con el que fantasiaban desde que se miraron. Los dos se mantenían con los ojos cerrados, sosteniéndose entre sí, no querían separarse más de esos cortos centímetros, si lo hacían, una parte, pequeña, pero una parte, se les iría de las manos, lentamente Jae abrió los ojos y Observó su rostro con ganas de sentirlo otra vez sobre sus labios, el castaño oscuro tenía los labios entreabiertos dejando ver parte de su blanca dentadura, sus mejillas sonrojadas se veían tiernas lo que hizo a las suyas encenderse más.

Su teléfono sonó haciendo sobresaltar a ambos chicos, al parecer habían pasado quince minutos desde el último contacto de sus labios.

— ¿hola? — la voz del rubio sonaba ronca, lo cual secretamente hizo sonreír a su menor.

¿A qué hora piensas llegar? — Dijo SungJin al otro lado de la línea, se sentía preocupado de la tardanza del menor, como una madre preocupada por su bebé.

— lo siento, en verdad se me hizo tarde y no tenía como ir a casa — Comenzó a morder su uña pulgar.

¿y como vendrás?, el último tren ya se fue, no quiero que te quedes lejos de casa esta noche — Era tan irritante en ocasiones su preocupación.

— un amigo me llevará — Le dio una sonrisa a su acompañante y este se la devolvió.

ten cuidado, por favor — Seguidamente colgó la llamada.

— ¿quién era? — Sus manos seguían entrelazadas.

— el chico con el que vivo — Guardó el teléfono en su bolsillo trasero y le sonrió a YoungHyun.

°.•RED NOTE BOOK•.° [Parkian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora