Preguntas y respuestas.

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Dos días enteros fueron los que el peliceleste lo pasó en un estado de coma sin tener la mínima intención de despertar y era algo lógico, pues el haberse encontrado con Haizaki le provocó un estado de shock que, sumado a la fiebre tan alta, lo mandó a un profundo sueño en donde él fue capaz de revivir cada segundo de su vida pasada siendo un jugador de básquetbol.

Pudo recordar cada momento en Teikō, sentir como si lo estuviera viviendo en carne propia. Recordaba esa época en que su capitán, Akashi, había cambiado de tal forma que hasta afectó el color de sus ojos o cómo fue que le ganó a toda la generación de los milagros con su equipo de ese entonces que fue Seirin.

Todo se sentía real hasta que un recuerdo en particular llegó a la memoria del pequeño, el recuerdo donde esos ojos que jamás olvidaría lo miraban sin una pizca de amabilidad en ella. Esos que una vez que te miran desde arriba, automáticamente cedes convirtiéndote en un peón desechable que no tiene la capacidad ni la posibilidad de quejarse o estarás muerto antes de emitir alguna objeción.

—¡Akashi-kun!— gritó el ojiceleste despertando al fin de aquel eterno y doloroso recuerdo.

—Así que ya despertaste— habló Levi, quien estuvo al lado de Kuroko estos días sin separarse de él, ya que sentía algo de culpa por no haberlo cuidado como correspondía.

—¿Dónde estoy? Lo último que recuerdo fue ver a personas frente a ti y a Haiza...— y se quedó mudo al recordar que, en efecto, vio a Shōgo bajando por esas escaleras. —¡Quiero ver a Haizaki-kun! ¡Ahora!

Levi enarcó una ceja y una mirada totalmente seria fue lo que se ganó el pequeño, dando como resultado un silencio por parte de ambos.

—¿Cómo conoces a Shōgo? Respondeme, Tetsuya.

Kuroko se estremeció al escuchar su nombre con esa espeluznante tonalidad de voz, comprendió que el azabache era un ser peligroso, pero Kuroko no es de lo que se intimidaban así de fácil. Al contrario, ver como la persona que lo salvó era tan dominante, cierta llama se encendió en el niño dando a entender que no se dejaría vencer por él.

—Lo conozco desde hace tiempo, necesito hablar con él.

—No. Mira Tetsuya, estás en mi casa y como ahora me haré cargo de una molestia como tú, deberás responder a todas mis preguntas y al final te dejaré verlo.

Kuroko dudó un segundo, pero la mirada de aquel hombre le dio a entender que hablaba muy en serio.

—Si te lo digo, no me vas a creer.

—Que molesto eres, sólo debes decirlo sin dar tantas vueltas.

—De acuerdo, mnh. Yo tengo recuerdos de cosas que jamás he hecho, personas que nunca he visto... Y dentro de esos recuerdos está Haizaki-kun.

El mayor pudo comprender el porqué aquel mocoso de cinco años era tan inteligente para su edad, y se debía al hecho de que era una de las tantas personas que matenían recuerdos de su vida pasada, tal como los tenía Levi. Aunque al menos él era consciente de esos recuerdos no como Kuroko, quien seguía medio confundido al no saber cuál Tetsuya era en realidad. De todas formas, Levi le enseñaría todo lo que tiene que saber respecto a esos molestos recuerdos.

—Tetsuya, tus padres dejaron muy en claro que no querían que fueras parte de éste asqueroso mundo, pero yo no soy ellos. Te enseñaré todo lo que intentaron ocultarte, te criaré como más me parezca.

Luego de aquel discurso improvisado, el azabache llamó a su subordinado peligris. Como le dijo al pequeño, dejaría que hablara con él con la condición de estar presente en todo momento, quizás así podría comprender más cosas acerca del peliceleste.

La elección de Tetsuya (LeviKuro/AkaKuro) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora