Libranos del Mal

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Sander odiaba su trabajo, odiaba su vida y odiaba tener que mudarse cada mes, sin embargo amaba a su familia lo suficiente para tener que soportar lo que conllevaba el juego.

Se encontraba cortando a un hombre adulto quien había muerto de un paro al corazón, la grasa extra de aquel hombre robusto haría que durara mas el alimento, cortaba los intestinos para guardarlos en contenedores y posteriormente llevárselos a casa para así satisfacer el hambre de su hermano, su labor se vio interrumpida por el Sheriff.

—Sander Zimmer —dijo el hombre alto mirándole.

—¿Ocurre algo? —preguntó preocupado, siempre tenía miedo de que los descubrieran.

—Hubo otro accidente en la escuela, Dyre se vio afectado al igual que otro chico —explicó— ambos están aquí.

—¿Mi hermano esta bien? —se adelantó aunque ya conocía la respuesta.

—Lo está revisando un médico en estos momentos pero se pondrá bien, sin embargo tengo que tomar declaraciones y tiene que estar presente —explicó serio.

—De acuerdo —dijo sabiendo a lo que se enfrentaba.

Se quitó los guantes y lavo sus manos para seguir al detective, llegaron a una habitación, mantenía a Dyre con una bata, sus piernas colgaban de la camilla.

El doctor había estado examinándolo, había tomado muestras de sangre y una tomografía que posteriormente se desaparecerían.

—Hola Dy —saludo su hermano sonriéndole

—Sander —exclamó mirándolo con ternura, él se sentó a su lado y lo colocó en su regazo.

—¿Está bien? —preguntó Sander sabiendo la respuesta.

—Claro que si, lo trajeron por qué su nariz no paraba de sangrar pero nada por qué preocuparse, le tomamos análisis y pronto sabremos si hay algo más —dijo el doctor con una sonrisa.

—Puedo ir a casa Doc —pidió él tiernamente.

—Por supuesto Dyre pero necesito que vuelvas en cuanto estén los resultados —dijo el doctor Harrison— los dejare con el Sheriff.

Shawn estaba confundido, recibió la llamada de su esposa que decía que uno de sus alumnos se había roto el brazo y que Dyre lo había roto.

Al principio pensó que el chico había empujado a su compañero por uno de los juegos, pero al ver las imágenes y como los pequeños decían que había sucedido de repente se sintió perturbado.

—¿Cómo esta Alex? —preguntó Dyre preocupado.

—Estará bien —respondió el Sheriff le parecía un niño encantador.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Sander para apresurar las cosas.

—Hubo una pelea, uno de los chicos golpeó a Dyre y al parecer de un segundo al otro el otro chico se rompió el brazo en dos —contó él pues al decirlo sonaba ilógico culpar a un niño.

—Y esto que tiene que ver con mi hermano —se quejó.

—En realidad nada, es el protocolo pero será mejor dejar las preguntas para después, ahora lo mejor será que descansen —dijo con una sonrisa, descartando la posibilidad de que fuera Dyre.

—Gracias —agradeció Sander aliviado.

—Shawn podría decirle a la señorita Isabella que la perdono -dijo él pequeño con una sonrisa.

—Claro, podría saber por qué —curioso Shawn.

—Ella me dio una bofetada —dijo triste— piensa que soy malo —exclamó ocultando su cabeza en el pecho de su hermano, una rabia lleno a Shawn y una vergüenza lo invadió ante la mirada molesta de Sander.

The End Of  The GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora