Supernatural

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Lancaster miró con una sonrisa al pequeño niño que lo observaba molesto.

—Muy bien chicos soy el profesor Lancaster y será un honor ser su profesor —se presentó con una sonrisa fingida.

El pequeño lo miró molesto pero no podía actuar ahora, Dyre levantó la mano.

—Puedo ir al baño —pidió sonriente.

—Claro que si —dijo aún sonriendo, mordiéndose el labio para no atacarlo— ¿Tu nombre es?

—Dyre —respondió él levantándose para salir de ahí.

Mientras salía ambos se miraron irritados, sabía lo que pretendía, no era el primero que lo había intentado cazar.

Dyre corrió hasta los baños, no podía comérselo a media clase pero si podía hacer algo.

A lo largo de los años había aprendido que el dolor más profundo no era el que dejaba una mordida, ese era el que te llegaba al corazón.

Y sabía como llegarle al corazón, solo tenía que jugar un poco con su mente.

En el hospital Sander se encontraba con un cuerpo, estaba sacando los órganos del cuerpo cuando el Sheriff entró.

—Es una pena no crees —exclamó Shawn mirándole.

—Lo es —dijo Sander, a este punto ya nada le causaba pena— ¿Qué hace aquí? —preguntó confundido.

—Solo pasaba a saludar —contestó él mirándole serio.

—De verdad —exclamó él confundido.

—No, la verdad no —dijo riendo— sabes nunca me tome el tiempo de conocerlos.

—Bueno es un pueblo grande no cree —comentó, empezaba a dudar de él.

—Dime muchacho, ¿Dónde están tus padres? —preguntó sentándose en una silla que estaba dentro de la sala.

—Bueno ellos murieron, yo me e hecho cargo de mis hermanos desde entonces —explicó él sin dejar de hacer lo que hacía.

—Debió ser difícil no —supuso el policía, no se creía la historia.

—Ellos me lo hacen fácil —respondió sonriendo— Y usted, ¿Cómo conoció a su esposa? —preguntó dando un golpe bajo.

—Eres un chico listo no crees —ataco Shawn tenso.

—Creo que le han lavado el cerebro y ahora busca un culpable de lo sucedido —dijo parándose frente a él.

—Sigo siendo tu autoridad chico —exclamó acercándose más.

—Y yo sigo siendo un chico listo —contestó sonriendo— hágase el favor de alejarse si no quiere salir herido.

—Sabes que puedo meterte ahora mismo a la carcel por amenazar a un oficial —sentenció enojado.

—Pero no lo hará —dijo retrocediendo— por que no tiene los huevos para hacerlo.

En ese momento Shawn no lo pensó y arremetió contra el joven.

Lo soltó cuando vio el estado del chico, sin embargo no le causó satisfacción puesto que el chico no dejaba de reír.

—Oh Shawn —pronunció riendo— pronto se encontrará con su esposa e hijo.

Shawn no dijo nada, aterrado de ver lo que había hecho salió.

Sander como pudo se levantó, no podía dejar que lo vieran así.

Con un cubre bocas y un gorro salió de ahí a duras penas, no tardaba en desmayarse.

Dyre se encontraba en los baños, gracias al festín que se había dado podía hacer cualquier cosa.

En el salón, Lancaster se encontraba jugando con los niños cuando escuchó un gimoteo.

Se dio la vuelta para ver a la pequeña sentada en una esquina mirando a la pared, Lancaster se acercó, era todo un caos el salón.

—Hola pequeña —saludó él dulce— ¿Qué ocurre?

—Extraño a mis papás —chilló aún sin verle.

—Vamos seguro que jugando se te olvida —sugirió él, sabía como tratar con niños.

—No puedo jugar —dijo ella.

—¿Por qué? —preguntó extrañado.

—Por que estoy muerta —respondió volteándose.

Lancaster dio un brinco cayendo sobre su trasero para ver a esa peculiar niña rubia que tenía un hoyo en la cabeza, era un rostro conocido, era su demonio hablándole.

—Andy... —pronunció con la voz entre cortada.

—Tenías que protegerme —ataco acercándose más— tu me mataste —grito.

—Yo no lo hice —gritó Lancaster desesperada.

—¿Qué no hizo profesor? —preguntó Sam confundido.

—Quédense aquí —ordenó saliendo del salón.

Por los pasillos rumbo al baño, Lancaster observó otro ser.

—Daniel —dijo ella.

—Jane —pronunció aterrado.

—Tu la trajiste a casa —dijo llorando— tu nos mataste a todos —chilló

Lancaster la miró con dulzura— tu no eres real —aseguró siguiendo su camino.

Lancaster se apresuró a llegar al baño con las voces de sus familiares gritando de agonía.

—Basta —le grito al niño.

Dyre le miró, sorprendido de lo ocurrido, cualquiera que hubiera pasado por ese sufrimiento mental ya estaría llorando sangre.

El pequeño comenzó a llorar, su nariz sangraba.

—¿Qué ocurre aquí? —preguntó el director confundido.

—Se tardó un poco en el baño así que vine a ver qué ocurría —explicó Lancaster igual de sorprendido.

El director se llevó a Dyre quien lloraba desconsoladamente.

Madison se encontraba en clase con Caleb cuando tocaron a la puerta, una persona ya conocida entró.

—Profesor necesitan a la señorita Zimmer en él área infantil —informó la secretaria del director.

—Ve —dijo el profesor.

Mientras llegaba solo podía pensar en a quien habría mordido esta vez. Al llegar miró al
director preocupado.

—Su nariz volvió a sangrar, estaba muy alterada así que mejor te trajimos —explicó el director serio.

Mad entró a la pequeña enfermería para ver a su hermano llorando.

Lo abrazo sin comprender que ocurría.

—Está aquí —dijo susurrándole.

Mad volteo para mirar a Lancaster, él la miraba con nostalgia, le recordaba a su hermana.

Una hora después los hermanos se dirigían a casa, Casper llevaba en brazos a su hermanito quien ya había dejado de llorar.

Dyre pensó que nada podía ser peor hasta que llegaron a casa.

El coche mal estacionado y la puerta medio abierta.

—Quédate aquí —ordenó Mad para salir corriendo y entrar a la casa.

Lo que se encontró le dejó un nudo en el estómago, su hermano mayor se encontraba tirado en la sala de estar.

—Sander —grito aterrada.

Se acercó a él y lo movió lentamente, seguía vivo pero estaba muy herido.

Los hermanos entraron a petición de Dyre, quien al escuchar el grito de su hermana no dudó en entrar.

Algo se formó dentro de él, estaba por dejar libre a su demonio y no era por el hambre que le producía la sangre de su hermano.

Empezó a temblar, un temblor leve pero que hizo mover algunos coches.

La ira de Dyre estaba por desatarse.

The End Of  The GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora