Una mala noche

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Al fin en casa. Al menos la visita a la abuela me ha subido un poco el ánimo, aunque no dejo de pensar en las audiciones de la obra. No es que quiera ser Romeo, o tal vez si si Emma audiciona para Julieta. Sería una buena excusa para volver a acercarme a ella y tener una oportunidad. Pero que diablos! Si volvemos a hablar no dudará en preguntar  el porqué me alejé de ella. Espero que no audicione porque yo no tengo opción. Prefiero que sea Fatima quien se quede el papel, o simplemente no tengo que esforzarme por conseguir el de Romeo, que se lo quede Alex.
No se porqué pienso tanto en la obra, ni siquiera se porqué tomé esta clase. Si esto hubiese sucedido la primera semana del curso hubiese podido cambiarla pero ahora es demasiado tarde.

Tal vez los deberes de matemáticas me distraigan de este lío. Será mejor que comience a hacerlos o terminaré durmiendo al las dos de la madrugada y Volviéndome loco.

Despierto de golpe y sudando como casi todas las noches. Otra vez el sueño del accidente no me deja dormir y creo que no volveré a dormir tranquilo durante toda mi vida. Estoy atrapado en esa escena de mi vida sin poder salir y siento como un nudo en mi garganta se va formando, cada vez más grande. Cada vez más doloroso. Veo el reloj y apenas son las 4 de la mañana. Quiero dormir pero cada vez que cierro los ojos sólo puedo ver el rostro de mamá lleno de sangre. No puedo evitar que las lágrimas me venzan y aquí estoy otra vez, luchando contra los recuerdos y las lágrimas.

Escucho el despertador y siento ganas de arrojarlo por la ventana.
No se a qué hora me quedé dormido pero quisiera seguir haciéndolo hasta la eternidad. Recuerdo el sueño de anoche y trato de eliminar ese pensamiento de mi cabeza, debí quedar agotado por el llanto.

Me levanto directo a la regadera y me doy un baño con agua fría.
Me miro al espejo y veo mis ojos hinchados. No quiero que papá me vea, no quiero que nadie me vea, así que decido no ir a clase hoy, es la primera falta así que no tendré problemas, sólo que tampoco quiero quedarme en casa, tal vez con un poco de hielo o agua fría pueda arreglar mi aspecto.
Lo intento pero creo que no he mejorado mucho.

Escucho a mi padre llamarme.

–Jasson! Llegarás tarde a clases! Los gemelos vinieron por ti!– Demonios, no hay escapatoria.

–De acuerdo! Bajo enseguida!

Termino de arreglarme y de poner en orden mi mochila, bajo las escaleras y me escabullo hasta la puerta para evitar que papá me vea.

–No desayunaste.– le escucho decir detrás de mi.

– Compraré algo en el camino.– contesto sin voltear.

– De acuerdo, buen día.

–Gracias, nos vemos en la noche.

Me doy cuenta que los gemelos no tomarán el autobús de nuevo y el porqué no lo tomaron ayer. Les han comprado un auto.

–Wow!.– es lo único que consigo articular mientras subo al auto. Daniel enciende el motor y nos dirigimos al colegio.

–Pasamos por ti ayer pero ya habías tomado el autobús y en la tarde desapareciste.– Explica Daniel

–Oh, sí... Sobre eso... Necesitaba estar solo...

–Últimamente necesitas estar solo todo el tiempo.– contesta decepcionado.

–Los siento chicos, aún es muy difícil...

–No te preocupes– dice Dave,– seguiremos aquí si necesitas hablar, tu sabes, de tus ojos rojos por ejemplo...

–Ammm...–lo notaron, mierda, no se que decir.

– No debes fumar hierba sin nosotros, sabes, es egoísta...– Dice Dan simulando estar ofendido.

No puedo evitar soltar una carcajada y golpear su hombro con mi puño. Agradezco internamente que traten de mejorar las situación, o al menos subirme el ánimo con sus idioteces. Son unos chicos estupendos.

Al fin llegamos al instituto y Dan aparca cerca de la entrada. Entramos cada quien directo a su clase, antes de que sea tarde. Historia, para comenzar el día.

El Viejo Sauce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora