Extraña conocida

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Obligué a Sebastian a conducir rápido, no puedo darme el lujo de perder más tiempo.

Con la vista recorría todo el campo en su extensión, una pancarta blanca se extendía repleta de personas en su interior.

- el baile de té de la reina señor, está invitado por supuesto, sólo que no me dejó mucho tiempo para hacerle saber - mi culpa.

Apenas tocar el pasto, sin esperar a que Sebastian me habriera la puerta bajé lo más rápido que pude, heché a correr a la pancarta, con la vista busqué esos rubios cabellos, su chillona voz, algo, por el amor de dios, Elizabeth, déjame...

- Ciel - la reina apareció tapándome mi campo de visión.

- buena tarde mi señora - besé su mano - ¿Elizabeth? -

- oh querido - su expresión y tono no me agradaron en nada, su vista se desvió a un sierto punto alejado de nosotros, seguí el punto y ... Era ella, de pie bajo un árbol, resguardada por su sombra, con su vestido pomposo, sus coletas... Sonreí a la reina como agradecimiento. Corrí a ella.

- ¡Lissi! - grité feliz. Ella se giró con el ceño fruncido.

- ¿quién eres tú? ¿Por qué me llamas Lissi? -

- pues...porque tú me insistes tanto en que te llame así - jadé exausto sin perder la alegría en mi voz y cara. En cambio ella, se me quedó viendo confundida.

- no te he dicho tal cosa, no te conozco, déjame sola - me volvió a dar la espalda, auch, sí que duele el rechazo, ahora me siento peor por tratar así a Elizabeth.

- Elizabeth - solté su nombre con tristeza, desepción.

- no sé quien seas, pero para saber mi nombre significa que quieres decirme algo, así que hazlo rápido para que me dejes sola - me volvió a mirar, puso sus brazos en jarras, su mirada me hizo conbertir en un capullo, temo poder arruinarlo, por primera vez siento nerviosismo.

¿Ahora qué? No puedo decirle, vengo del futuro para desposarte, tener una hija, llamarla Isabella, cuidarla y ser una familia feliz. ¡No, no y no!

_ tal vez sea bueno comenzar por presentarte cabezota_

- soy el conde Ciel Phantomhive - me incliné, pidiéndole su mano, pero nada, levanté la cara, topádome con una Elizabeth enfadada, tamborileando sus dedos en sus brazos aún cruzados, ¿qué había hecho mal? Siempre que hacía esto ella chillaba de emoción - mi lady - eso último lo solté nervioso.

- Elizabeth - me dió la mano a regaña dientes, la besé pero apenas si mis labios rosaron sus guantes cuando apartó su mano - ahora no deseo hablar con nadie, así que le ruego se retire - me volvió a dar la espalda. Confundido y derrotado volví a la pancarta.

- lamento si se comportó así Ciel, es que hace poco Alois -

- ¿Alois? -

- rompieron su compromiso - ¿¡QUE QUÉ?! ¿Ella y Alois? ¡JAMÁS! - él le fue infiel -

- imbécil - susurré.

- ¿perdón? -

- nada señora, y digame... ¿Ya es mucho de eso? -

- una semana, él solía llamarla Lissi -

_ te dije que algunas cosas habían cambiado, eso incluye el amor de Elizabeth_

_ maldita sea, nunca creí que... _

_ no pierdas tiempo maldiciendo Ciel, tienes que recuperar el amor que ella no sabe que ha perdido, eso si quieres de vuelta a Isabella, pero si no sólo cásate con otra mujer y ya_

_ no, vine para salvar a Isabella _

Y no estoy dispuesto a dejarla sola, a perderla por segunda vez.

Esa noche volví derrotado a la mansión con un Sebastian bastante intrigado a mis espaldas, había actuado muy raro en la comida, nunca le quité la mirada de encima a Elizabeth, su alegría tan característica se había apagado, y yo estoy dispuesto a reavivarla. Si es necesario que siga actuado fuera de mí, luchar por ella, lo voy a hacer. Es una desición tomada, ya no hay vuelta atrás.

- Sebastian - el susodicho paró a mi lado - mañana partimos a primera hora - no le permití preguntar, simplemente me marché a mi oficina.

Tiene que funcionar sí o sí.
...

Aquí vamos de nuevo, esta vez lo haré bien, si Elizabeth se enamoró alguna vez de mí fue por algo, necesito aparentar ese Ciel, seguro de sí, pero esta vez, amable y respetuoso. Caminé por todo el jardín mientras me acomodaba el saco, ella me daba la espalda ajena a mi presencia, respiré ondo.

- Elizabeth -

La llamé con tranquilidad, pronuncié su nombre con toda la suabidad posible. Ella por fin me miró, me invitó a sentarme con ella en su mesa de herrería, pfrecimiento que no pude rechazar. Traté de no sonreír tanto, necesitaba mantenerme sereno si quiero que esto funcione. Apenas abrí un poco la boca dispuesto a comenzar una conversación cuando ella se me adelantó.

- disculpa - la miré confundido, miraba su taza de té, entre sus finas manos, esas que alguna vez me acariciaron la mejilla - no debí actuar así -

- tendrías tus razones - levantó su mirada, sorprendida por mi respuesta, si fuera el anterior Ciel seguro y la dejaba ahí sola sin mirar atrás, eso fue lo que me hizo perder a mi familia en primer lugar.

- no conde, no debí...-

- también tengo la culpa, no fue apropiado llegar de ese modo - me callé meditando lo que diría - no sé tus razones para actuar así, entiendo si no me los dices, respeto tu privacidad, pero permíteme ser un amigo señorita Elizabeth - sonreí como nunca, esta vez estoy siendo completamente sincero, espero y que funcione.

Se quedó callada, volvió la mirada a su taza, y pensar que Alois le hizo daño, maldita sea. Ya había predominado el silencio demasiado, supongo que no fue el mejor momento. Un poco irritado me levanté.

- ¿gusta una taza? - sus palabras me dejaron en blanco, no me miró, sonreí mientras me sentaba de nuevo, sería un estúpido para no aceptar su ofrecimiento.

- encantado -
...

- señor, tiene asuntos de la empresa - paré en seco con la mano en el pomo de la puerta. Es verdad, se me había olvidado que tengo una empresa.

- oh, es verdad - carraspee - muéstrame los papeles Sebastian -

Casi todo el día, perdiendo el tiempo, reanudando asuntos, tiempo que puedo usar para reconquistar a Elizabeth. Pero el tiempo nunca regresa y hoy no pude verla.

_ te recuerdo que tienes responsabilidades_

_ ya lo sé, es sólo que quiero arreglar las cosas lo más pronto posible_

_ no apresures las cosas Ciel, dale tiempo, acaba de romper su compromiso_

_ cuando dicen eso me dan ganas de vomitar_

_ anda, y recuerda, no la presiones_

_ ¿por qué te importa tanto? _

_ porque ella es la hija de mi señor _

Por más que lo odie admitir Elizabeth seguía siendo parte del reino de los ángeles, un alma creada por el señor dios. Y yo una de sus almas corrompidas, manchadas por el mal. Pero Isabella es distinta, ni el Dios del bien, ni del mal la crearon, Elizabeth y yo la forjamos, dándole una parte de nosotros. Y por eso necesito tener a mi hija de vuelta, asegurarme que se irá con Elizabeth, que vaya al reino al cual yo renuncié.

- mañana habrá un baile señor - estaba tan sumergido en mis pensamientos que no me dí cuenta de que Sebastian había entrado a mi despacho. Tal sólo verlo, recordar las palabras de Isabella, ella sentía algo por él, y ahora verlo frente a mí, tan tranquilo, en parte deseo matarlo, torturarlo, por herir a mi hija, y sé que yo merezco lo mismo.

- excelente - me levanté - Sebastian necesito que averigues algo -

- yes mi lord -

La Hija de Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora