Nueva Vida. Final

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Si quiere que lo haga por las malas, está bien, traté de llevarla por las buenas, ella lo rechazó, así que ahora debo ir y tomarla a la fuerza.

- señor -

- prepara el carruaje Sebastian - pasé una mano por mi pelo - ¡rápido, es una orden! -

- yes mi lord -

Se fue dejándome solo en la sala con mi botella de vodka a poco acabar. No viajé, volví a vivir mi adolescencia y atrasé mi transformación de demonio para perderla al final.

_ piénsalo bien Ciel_

_ ¿pensar qué? Si no lo hago ahora será demasiado tarde_

_ podrías esperar a interrumpir la seremonia en la parte de "si alguien se opone a esta unión que hable ahora o calle para siempre" y tal vez, estar sobrio_

_ no puedo_

Segado por el alcohol, la desesperación y la rabia, terminé convirtiéndome en demonio esa noche, demonio ebrio, mala convinación. Abrí los ojos con dificultad, molesto por la luz del sol que me segaba, en mi cabeza parecía una discoteca.

- mierda - me reincorporé agitado. ¿Qué había pasado exactamente? No recuerdo haberme acostado en la cama, ni mucho menos... Maldición.
Corrí al espejo más sercano, lo había hecho, ahora soy un demonio. Además de ser un desastre, mi camiza desabrochada, el moño desecho ...

- Ciel - Sebastian entró por la puerta, serio, yo, simplemente lo ví hortorizado.

- ya me he encargado de llevarle alimento a la señorita - ¿qué había dicho? ¿Qué señorita? - ayer secuestró a la señorita Elizabeth señor y me ordenó que la alimentara, pero ella se rehúsa -

Corrí, guiado por el olor de su alma, dulce, pasiva. Me detuve justo con la mano en el pomo, respirando ondo. Abro lentamente, apenas asomo la cabeza cuando una almohada da de lleno en mi cara.

- ¡no quiero verte! - ahí estaba ella, en pijama, con la otra almohada en la mano dispuesta a lanzármela.

- tranquila Elizabeth - entro por completo, usando mis manos como escudo mientras avanzo a ella. Hasta que por fin logro tomarla de las muñecas - escúchame -

- no, tú escúchame a mí -

- perdona si te hice daño ayer, estaba ebrio, joder Elizabeth - cerré la boca por lo último, no ha sido bueno usar una palabra de la época pasada.

- hoy es mi boda Ciel, déjame ir -

- no lo amas Elizabeth, ¡no te mientas! -

- ¿y tú qué sabes? -

- se ve en tus ojos, no lo amas - aflojé si agarre, destensándome para verla con súplica - por favor, no vayas -

- te odio - lloró, se lanzó a mis brazos, dejándome sin palabras, rápidente la envolví con mis brazos.

- me confundes - admití mientras besaba su cabello.

- y tú a mí - mis latidos se aceleraron, ¿había escuchado bien? - traté de convemcerme de no amarte, me había acostumbrado a Alois...pero tú, me perdí desde el momento en que te ví - le sonreí como nunca, abrazándola protectoramente.

- ya somos dos -

Nos quedamos así por un buen tiempo, después, Sebastian nos preparó la comida, nunca la solté, por fin, la había recuperado. Si hiba a la sala, la llevaba conmigo de la mano, a comer, sentados juntos, a mi despacho me esperaba pasientemente sentada en el sofá del mismo, a dormir, la cargaba en brazos para llevarla conmigo a la cama y así dormir juntos.

Un año después, ahora nadie la llama Elizabeth, sino la señora Phantomhive. No se imaginan lo orgulloso que estoy de ella, una mujer hermosa, escepcional y exitosa es mi esposa. Alois no se quedó atrás, ovbiamente tuve que encargarme de ese tipo. Digamos que ya no nos molestará.

- amor - apenas puse un pie dentro de la mansión y mi esposa ya me esperaba ansiosa, la abracé con cuidado de no lastimar a Isabella.

- te extrañé - la becé en toda la cara, para después bajar a su barriga de ocho meses - hola Isabella, te extrañé atí igual -

- ¿cómo estás tan convencido de que será niña? - mi despampanante esposa rió, dios mío, vendito seas por crearla y dejarme estar a su lado.

- digamos que es una corazonada - sonreí al ver su ceja alzada.

Mientras yo me hago cargo de la empresa Sebastian es el mayordomo. Le ordené cuidar de mi familia. Hasta que Isabella sea mayor veré cómo alejarlo de ella.

Besé a mi esposa en la frente mientras dormía en el sofá de mi despacho, habíamos tomado la costumbre de que me esperara ahí, cosa que me encanta. Me alejé con cuidado de no despertarla, con la vizta busqué aquel cuaderno. Desgastado.

- aquí está - sonreí con nostalgia al acariciar la pasta con mis dedos y con la voz temblorosa, el corazón lleno de dicha y con la vista fija en las mujeres más presiadas para mí releí.

- por mi alma corrompida y sucia - sonreí - ya no más mi pequeña, Isabella Phantomhive -

FIN.
















Holuuuuu!!!!

Psss qué les digo, esta fue una pequeña historia, desde el principio tenía planeada su corta duración. Pero agregaré extra y epílogo 7u7r.

Gracias por leer.

Niki-Gi001.
Gina-chan.

La Hija de Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora