002 | Silence

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Blue Neighborhood saga

Silence

Todo lo que se escuchaba eran los gritos de mi padre y las cosas estrellándose. Me agarré la cabeza con desesperación mientras intentaba amortiguar un poco las punzadas que me creaban los sonidos. Quería encontrar el silencio que en muchos momentos me ayudaba a entrar en paz.

— ¡Siempre haces lo mismo! — escuché que me madre gritó — ¡¿A dónde piensas llevar a ésta familia?!

— ¡¿Cómo pretendes que levante a ésta familia cuando tú lo único que haces es gastarte el dinero ahorrado, Hyojin?! — Supuse que nuestra pequeña pocilga estaba haciéndose pedazos bajo los golpes de papá. — ¡Eres una egoísta!

Esto no era cuestión del momento. Incluso los vecinos ya nos tenían el sello pegado. De sus discusiones se enteraba todo el barrio. Si me veían divagando a altas horas de la madrugada ya a nadie le extrañaba por qué. Llegó un momento en que les di lástima. Si las personas me veían descalza o cabizbaja en la noche se acercaban para ofrecerme cualquier cosa como si eso fuera lo que mi caminata pidiera a gritos; que me ayudaran. Lo fue hasta que les di un alto. No necesitaba que se apenaran de mí. Tenía suficiente con la misma lata de mis padres. En donde papá terminaba destruyendo la casa o tirando la cena que nos daba mamá.
   Ya no le daba mucha importancia hasta que volvieron a quitarme el aliento como cuando los había visto por primera vez. Se me pegó un zumbido en el oído que no tenía intenciones de irse hasta que yo no tomara cartas en el asunto. Incluso el vecino terminó apareciendo en nuestra pequeña sala de estar para arrancarle a papá de encima a mamá tirada en el suelo. Se llevó las manos al pecho que le había quedado al descubierto y se socorrió un ojo que tenía más grande y magullado que el otro. En un momento mamá había dejado de asustarse ante papá y supuse que tal vez por eso las peleas se intensificaron con el paso del tiempo. En cambio, ahora llevaba la misma expresión que del comienzo. Cargada de terror y desesperanza. Así mismo se atrevió a encararme en el momento en que yo estaba mirando por la rendija de la puerta de mi habitación. De la misma manera me escapé esa noche frente a sus narices sin mirar atrás

— ¡Hyesun!

Corrí colina abajo descalza. Acorté el camino saltando por los techos de algunas casas que estaban amontonados en la bajada, pero me trastrabillé y en la caída me di de bruces, torciéndome el tobillo izquierdo. Pegué el grito en el cielo. Aún y así seguí mi carrera, ahora con una maldita cojera. Eran las cosas que me pasaban cuando iba pensando, pero haciendo lo contrario. Quería salir del jodido vecindario e ir a la cuidad, pero sabía que era exactamente lo que no iba a pasar. Sin embargo, era lo único que retumbaba en mi cabeza en los momentos en que sentía que no podía más. Por eso no estaba sintiendo el tobillo adolorido todavía. No percibía el dolor con exactitud. No estaba sintiendo lástima por mamá ni tampoco algo al respecto sobre lo jodida que estaba mi familia. Todavía no había realizado nada para ponerme a lloriquear. A mí solo me brillaba la idea de salir huyendo, así que eso era exactamente lo único que estaba poniendo en marcha.
   Cuando llegué al muelle, subí al velero de mi padre y me golpeé la rodilla al saltar. Volví a caer tendida al suelo. Mientras me recuperaba pensé en que ni si quiera sabía si tenía combustible y qué pasaría si me dejaba a patas a mitad de camino. El punto era estar lo más lejos posible de aquí. No quería volver a pisar este lugar. Me levanté y inicié un traqueteo, buscando la manera de encender el motor. Estaba muy oscuro y no tenía nada con qué iluminarme. Comencé a desesperarme en el momento en que sentí mi tobillo palpitar de dolor quitándome la habilidad de apoyarme de él. Golpeé los controles del mostrador soltando un pequeño grito de frustración. En ese preciso momento había dejado de resistir y lo realicé cuando el rostro se me calentó por completo y las lágrimas iniciaron su carrera.
   El maldigo motor no tenía intenciones de encender o a lo mejor era que yo no sabía con certeza qué estaba haciendo mal. Fue una de las cosas que empezaba a desatarme las emociones. Podía gritar y gritar, perder mi voz y ahogarme en mis propias lágrimas. Nadie sería capaz de escucharme. Y si lo hacían, me reconocerían de inmediato y me ignorarían como yo los ignoré cuando intentaron ayudarme.

Stories » bangtan sonyeondan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora