tres

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Desde ese día ningún otro pudo sacarla de su cabeza. Cuando regresaron a Nueva Orleans constantemente se la pasaba pensando en las muecas que le dedicaba cuando la molestaba, en los ojos chocolate observándolo con enfado pero con un brillo de diversión perdiéndose entre ellos. En cambio todas las noches, antes de dormirse, una sonrisa siempre se posaba en su cara, no sabía con exactitud el motivo, pero en lo único que pensaba era en cuando días tenía que pasar para volver a verla. Su vida se había vuelto un completo Amitzil, Amitzil, Amitzil.


Y estaba empezando a pensar que parecía un perrito detrás de su hembra, queriendo estar siempre con ella a donde quiera que vaya, aunque eso sonara espantoso y pervertido.


Los viajes se habían vuelto costumbres y su amistad con la doppelganger iba creciendo poco a poco, de manera muy lenta, pero él se conformaba, porque bueno, si no podía tenerla toda aunque fuera un poquito estaba bien. Y cada ocasión se le pegaba a Klaus como chicle cuando era veintinueve se mayo, procurando siempre de acompañarlo a ver a la niña, poniendo una tonta excusa que se había vuelto vital cada año por esas fechas.


― ¿Recuérdeme por qué quieres acompañarme? ―fue para el tercer año consecutivo que iba, cuando Klaus le preguntó.


Se encogió de hombros como normalmente lo hacía, pareciendo como si no le importase mucho.


―Me aburro de estar aquí, aparte la sangre inglesa es la de mejor calidad.


Si, así de patética era su excusa, pero Klaus se la tragaba completa o por lo menos se hacia el tonto. Realmente a Kol no le importaba, si él quería ir podía, porque este era un maldito mundo libre, donde podía hacer lo que su puta madre quisiera y si él quería ir a ver a Amitzil iba hacerlo aún si su hermano no quisiera.


Pero su suerte cambio el año siguiente.


Estaba demás decir que para el cuarto año, en el décimo segundo cumpleaños de Amitzil, desbordaba felicidad por los poros cuando Rebekah dio la noticia de que iba a ir a vivirse a Londres, puesto que Damon no iba a poder con dos pobres niñas huérfanas. 


Su hermana ni siquiera tuvo que repetir dos veces la pregunta de; ¿quieres venir conmigo, Kol?, porque él ya estaba haciendo las maletas y creando planes en su cabeza para salir y divertirse con Amitzil, decidido ir con su hermana a vivir allá aunque ni se lo preguntaran.


Esa era su oportunidad de crear un lazo más fuerte con Amitzil y él estaba contentísimo, demasiado que hasta beso a la azafata del avión antes de beber su sangre, perdonándole la vida.


¿Qué? Él tenía diferente concepto de felicidad, no lo juzguen.


Pero por supuesto, antes de irse tuvo que lidiar con una Davina totalmente desbastada. No es como si no le importase la bruja, porque le agarró cariño en todos esos años. Sólo que la despedida que él le hubiera gustado, jamás llegó, en cambio, recibió un par de cachetadas, insultos hacia su persona y un aneurisma tan fuerte que lo dejo inconsciente. 


Heaven ➳ [Kol Mikaelson, Efímero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora