¡Qué los dioses nos cuiden!

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Ver el mundo de cabeza es extraño.

La sangre viaja a tu cabeza y la presión parece que la va hacer explotar.

Y Jordan lo estaba experimentando en ese momento colgado de ambas piernas con el látigo de Graciela sobre una extensión del mástil principal, cerca del suelo pero sin tocarlo.

Lo siento - gritó de nuevo - no era mi intención

Te lo creería sí no fuera porque te quedaste escuchando la conversación - rebatió ella molesta

No quería - volvió a repetir tratando de levantar la cabeza, el vértigo lo estaba mareando y empezaba a ver negro, que sea de noche no ayudaba

La hija de los dioses estaba a punto de decir algo, cuando sintió a dónde estaban llegando.

Se suponía que ahora debían de estar dispuestos a bajar y hablar con un Dios para pasar, pero actualmente no había ningún Dios que les pusiera trabas, eso no hubiera sido ningún problema si no fuera porque ella era la hija de ese Dios, y el instinto le decía que debía hacer respetar las reglas a ausencia de su padre.

Con un gruñido agarró el extremo de su látigo y lo movió logrando que soltara el cuerpo del hijo de Ares, el cual, por acto reflejo, estiró sus manos para soportar su peso y estabilizarse, evitando así darse un golpe de lleno a la cara.

Trae a tu padre - ordenó la joven

Está dormido - argumentó moviendo la cabeza tratando de que su sangre bajara rápido por todo su cuerpo

No me importa - la furia la estaba consumiendo como cada vez que se hablaba de ese Dios - sácalo de la cama,  tirarle un balde de agua fría, no me importa, pero tráelo

Bien bien - se rindió rápido, la mirada de ella le daba miedo, sí quería llevar la fiesta en paz era mejor tenerla tranquila - Ya voy

Cuando se perdió por las escaleras, la isla se visualizó a lo lejos, una isla que ella ya había visto y no le traía gratos recuerdos.

Había sido esa misión la que la alejó de su hogar, esa misión fue la que destapó su ascendencia e hizo que los dioses que ella quería como padres la odiaran; sintió dolor en su corazón, se odiaba por haberse encariñado con ellos tan rápido a sabiendas que sí eso se descubría pasaría exactamente igual, pero ella había esperado que para ese momento ellos la quisieran tanto como ella a ellos.

También en esa misión había sido capaz de entregarse después de tanto tiempo, le enfurecía que las cosas se hayan dado de esa forma, sí, pero estaba feliz por Nico y Will, no merecían todo el dolor que les causó su separación, aunque el primero haya sufrido más que el segundo.

En esa isla mató a uno de sus padres, ella no lo quiso dar a notar, pero hacer eso solo hizo que su corazón se retorciera, cada vez que lo recordaba no podía dejar de sorprenderse de lo fría y cruel que había sido al momento de matarlo, aunque se lo haya merecido, no entendía aquél acto; ¿sería capaz de matar a sus otros padres con tal frialdad otra vez?, ella sinceramente esperaba que no.

Los vellos de su nuca se erizaron y su cuerpo se puso alerta, un Dios o Diosa la estaba rondando, ella lo sintió, era una Diosa, dedujo luego de un segundo, odió saber qué Diosa.

Señora Afrodita - dijo tratando de no soltar el nombre como un gruñido

Antes me decías madre - dijo apareciendo visible con el característico brillo de los dioses, menos mal que ella había convivido con las apariciones repentinas con soltura de poder o su mente se habría arruinado por algunos segundos

Disculpadme - respondió de manera diplomática, le parecía muy hipócrita su aparición, como sí ella fuera tan inocente; pero quién era ella para no avergonzarse, se estaba acostando con su marido después de todo, aunque en realidad era exmarido

La Espada Robada de la Guerra  (LRX #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora