Ríos de sangre

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No podía levantarse, al menos eso fue lo primero que notó. Un brazo la tenía rodeada por la cintura, pudo reaccionar mal pero reconoció el brazo, al menos a su dueño; no creía que en verdad él estaba ahí, la hizo sentir de alguna forma extraña.

Reconocía muy bien la postura en la que estaba, indicaba protección y seguridad, eso era lo que él quería transmitir, ella lo reconoció porque así se encontró mi has veces durmiendo con sus hermanos menores cuando los mocosos veían una película de terror a escondidas y luego terminaban con miedo de dormir solos.

Graciela tenía que admitir que se sentía de esa forma y agradeció a Percy que se haya quedado con ella, aunque no lo diría en voz alta. Se movió para poderse levantar y de paso despertó a su hermano, el cual tenía un hilo de baba bajando por la comisura de su boca y, aunque ninguno lo expresaría, ella también.

No tenías que quedarte - dijo limpiándose disimuladamente - Podía dormir sola, estoy bien

Lo hice más por mí - respondió él con una sonrisa leve - Tuve éste miedo a perderte de nuevo y un sueño

¿Tenía que ver conmigo? - preguntó con curiosidad

Creo, no lo sé - negó acomodándose bien en la cama - No recuerdo el sueño

Yo tampoco recuerdo el mío - susurró ella metiéndose en sus pensamientos, tantas probabilidades sobre lo que pasó y esperaba equivocarse en algunas - Debemos alistarnos, ya llegamos sí mi orientación no falla

No lo hace - aseguró Percy - ¿Tengo que usar toga?

Ella río despacio - Usa lo que creas conveniente Percy, representas a los semidioses, sé tú

El respondió con una sonrisa radiante y se fue de ahí para que ella se alistara. Lamentablemente ella sí tenía que ir formal, malditas reglas diplomáticas. 

No le tomó mucho decidir qué ponerse luego de ducharse, un vestido largo blanco, unas sandalias que no se verían y que estaban aseguradas en sus tobillos, dos brazaletes de oro en una mano cada una ocultando la pulsera debajo de ellos, su collar oculto por la niebla, recogió su cabello en un moño adornado con su arco y dos mechones enmarcando su cara acompañando su cerquillo, un ligero brillo en los labios y khol en sus ojos; eligió una de sus tiaras favoritas de laureles de oro.

Salió a la cubierta con su mochila transformada en un pequeño bolso blanco y se encontró con que Percy ya había pasado la voz a todos, solo dos más portaban algo formal como ella, Frank con su túnica blanca sobre su ropa normal y su capa morada que revelaba su cargo de pretor y Jason con túnica blanca atada con un cordón dorado mostrando su cargo de Sumo Pontificex Romano.

¿Listos? - cuestionó de forma general, recibió asentimientos en respuesta

Es lo más cercano que he podido dejarlos - dijo Leo - no había otra forma de dejar el barco

No te preocupes Leo - tranquilizó, estaban en una plaza, no tenía idea qué pensaban los mortales pero de seguro quiénes importaban ya sabían de su presencia - Nos mandarán transporte

No me siento cómodo sabiendo eso - dijo Ares con el ceño fruncido y mirando por todos lados

No interesa sí lo estás o no - desestimó ella acercándose a uno de los lados del barco para descender

Volveremos pronto - escuchó prometer a Percy

Tal como supuso, no avanzaron mucho cuando apareció un auto negro, más pequeño que una limosina pero no era para nada un auto normal, del lado del copiloto salió alguien de traje negro y camisa blanca con el emblema del Vaticano en un broche sobre su traje, se acercó a ella que solo tuvo que sacar la carta que mandó el Papa y les fue abierta la puerta. Los hombres se miraron como decidiendo a quién sacrificaban primero y se decidió cuando Graciela empujó a Ares dentro del carro, los otros felizmente le siguieron sin ayuda.

La Espada Robada de la Guerra  (LRX #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora