Alexia Johnson seguía postrada en una cama del piso veintiocho, le dolía el pecho y después de tres días aún le costaba hablar bien, cuando emitía alguna palabra sentía que algo iba cortando su cuello despacio, su voz era casi inaudible y eso hacía que el Gobernador se desesperara cada que iba a hacerle preguntas.
Recordaba que el momento en el que él le preguntó si le estaba diciendo la verdad, sintió que se le paralizaba el corazón, si sabía algo. ¿por qué simplemente no lo decía?, ¿por qué ella seguía ahí? Esas preguntas estuvieron rondando por su cabeza en todo momento de esos últimos días, a veces no la dejaba ni dormir la idea de que el Gobernador supiera todo. Le preocupaba que supiera dónde estaban los Defectuosos que ella había ayudado, había varios ahí, pero no los suficientes para combatir con los Agentes y salir con vida.
Wlayshell Allen entró casi corriendo y se dirigió rápidamente hacia donde estaba Alexia, revisó los monitores que había cerca y los últimos reportes que los doctores hicieron sobre el estado de la chica.
—Hay que sacarte de aquí. —Comenzó a quitar el tubo que le proporcionaba suero y otros que realmente ella no sabía qué utilidad tenían—. Voy a llevarte dónde los Defectuosos, vas a tener que esconderte por un tiempo.
Alexia no lograba comprender nada, se quedó mirando a Wlayshell esperando que le explicara que estaba pasando, no la conocía, lo único que sabía era trabajaba en el Edificio Principal y que ella fue la que la atendió en el instante en el que llegó, le hizo unas preguntas y después no había vuelto a verla hasta ahora. Apenas podía moverse, se sentía más débil que nunca, los brazos le pesaban y le costaba trabajo respirar, comenzaba a comprender para que la tenían conectada a tantas cosas, le hacían sentir mejor.
—¿Qué? —Su voz sonaba más ronca de lo que antes y ahora la garganta le dolía más al hablar.
Wlayshell tomó las manos de Alexia, ésta sintió que una corriente eléctrica recorría todo su cuerpo, desde sus brazos y llegando a la cabeza. Notó que la corriente se concentró más tiempo en su cuello y continuó bajando por todo su pecho hasta las piernas.
Tomó una gran bocanada de aire, le seguían doliendo todas sus extremidades, pero ahora podía moverse, podía respirar mejor y la parte donde había impactado el rayo de aquel arma regresó al color original de su piel.
Aún cuando la tenía tomada de las manos, la ayudó a incorporarse, Alexia se bajo con cuidado de la cama, cuando se paró sentía que las piernas se le flanqueaban, las tenía dormidas y Wlayshell apenas alcanzó a sostenerla.
—El Gobernador, está empezando a darse cuenta. —La ayudó a mantenerse en pie, pasando su brazo derecho por su hombro—. Voy a llevarte a las escaleras que dan a la parte trasera del edificio, vamos a tener que bajar lo más rápido posible, después tendré que regresar o sabrán que fui yo la que te sacó.
Al percatarse de que la chica que estaba sosteniendo aún no lograba entender totalmente lo que ella pretendía hacer o por qué lo estaba haciendo, la miró fijamente a los ojos, con una expresión entre ternura, compasión y de tristeza. Esa chica le recordaba a Elizabeth, al igual que ella cuando escondía su verdadero tono, tenía el cabello de color negro y algo ondulado; ojos café oscuro y unos labios estrechos con un rosado natural, eso era en la forma física, aunque sus facciones eran bastante diferentes podía percibir un poco el aire de su hermana en su físico. Y además, en el carácter y la actitud eran idénticas, Wlayshell la había visto cuando llegó la primera vez para hablar con el Gobernador, vio como siempre tenía un porte seguro, la mirada siempre en alto y hacia el frente, una forma de ser directa, y eso hacía que se dirigiese hacia los demás con una actitud segura, viéndolos en todo momento con una expresión seria.
Alexia tardó alrededor de tres minutos en poder mantenerse en pie sin ayuda y dejó que la guiara, no fue hasta que estaba apunto de salir cuando se dio cuenta de que no había notado lo grande que era la habitación, tenía una luz blanca que hacía que sus ojos ardieran, la habitación era del mismo color, la cama estaba centrada junto con todos los aparatos y había una pequeña mesita al frente de un sillón. Tanto espacio y tan pocas cosas habían hecho que se sintiera sola desde que llegó, esa habitación parecía más de un manicomio que de un hospital.
Salieron aparentando que nada estaba pasando, todos iban de un lado a otro o estaban demasiado ocupados en sus propios asuntos. Wlayshell se había encargado de hacer que las cámaras del edificio no las notaran por un tiempo, en lo que llegaban a las escaleras traseras. Si llegaban ahí sin levantar ninguna sospecha lo demás sería más fácil, pero tenían que moverse rápido pues las cámaras se reactivarían en quince minutos y ahí ella no podría hacer nada.
Después de haber recorrido el piso veintisiete, esquivar personas y tratar de parecer lo menos angustiada posible a Alexia le comenzaban a fallar las piernas otra vez.
Abrieron una puerta, ésta daba a un pasillo angosto que no parecía ser de la estructura del edificio, no había ninguna cámara, la pintura desgastada, trozos de pared en el piso y una de las paredes tenía manchas de sangre seca. En otra se veía como un rayo del arma que portaban los Agentes había impactado en ella.
El solo ver a su alrededor hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo, la escena tenía un aire tétrico, pensar que en algún momento habían llevado contra su voluntad a un Defectuoso ahí le hacía sentirse abrumada, en el tiempo que llevaba siendo una Agente jamás le dijeron qué era lo que le hacían a los Defectuosos cuando los encontraban. El hombre que la entrenó le dijo que en algún momento lo vería por sí misma y ella esperaba que ese momento no llegara nunca, estaba segura de que no se encargaban de darles una muerte rápida pero no quería tener los detalles de qué hacían antes de matarlos.
Trató de bajar las escaleras lo más rápido que podía, éstas iban de ida y vuelta, cambiando la dirección de los escalones después de cada descanso, Wlayshell se detenía algunas veces a ayudarla cuando se daba cuenta de que ya no soportaba más con ella misma, cada que bajaba un escalón sentía que algo se encajaba en sus pies. Al haber bajado los veintiocho pisos apenas y podía respirar.
Había otra puerta cerca del último escalón, era gris y tenía el mismo aspecto de las paredes, también tenía varias manchas de sangre en ella. La perilla estaba atascada, así que Wlayshell empujó con todo su cuerpo la puerta haciendo que varios rayos de sol dieran directamente a la cara de Alexia. Le costó acostumbrarse a la luz al principio así que agachó la cabeza.
Un rayo se estampó en la pared, si no estuviera cabizbaja le habría dado, cuando volteó vio a dos Agentes apuntándoles con sus armas y el Gobernador detrás de ellos.
—Señorita Allen. —Si voz era de burla y les dirigió una sonrisa socarrona—. ¿En serio creyó que no me daría cuenta?
La mujer que la había acompañado hasta ahí hizo que el arma de uno de los Agentes fuera hacia sus manos y le disparó, le dirigió una última mirada a Alexia, la empujó fuera del edificio haciendo que cayera sobre su espalda y golpeara sus codos.
—¡Sabes a donde ir! —Wlayshell apuntó y disparó rápidamente al otro Agente, pero éste fue más rápido esquivando el rayo que se dirigía hacia él.
Lo último que vio antes de que cerrara la puerta fue la mirada amenazante del Gobernador.
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Defectuosos
Science FictionSin saberlo, Amber Williams ha vivido escondida toda su vida; sin tener recuerdos claros sobre su infancia y creyendo que era de esas personas afortunadas que podían vivir sin tener que estar huyendo todo el tiempo. Hasta que un día despierta y comi...