La vida de Jaden estaba marcada por miedos. Unos los había superado y otros lo acompañarían hasta su último día. Perder a su hermana era uno de esos temores que lo atormentarían el resto de su vida.
Mientras corría a buscarla al edificio A13, que era donde se encontraba su habitación, varios recuerdos de su vida iban apareciendo fugazmente en su cabeza. Desde el momento en el que su madre los dejó en el Refugio hasta el último día que había visto a Lizet.
La voz de su madre parecía ser lo único que escuchaba, retumbaba en sus oídos una y otra vez. Ni los gritos de su amigo corriendo atrás de él lograban que dejara de escucharla.
«Cuídala, Jaden. Cuídala, por favor». Cuando esa voz lo iba atormentando poco a poco en sus sueños él sabía que se iba a convertir en una pesadilla y siempre intentaba despertar. En la noche era el único momento donde no tenía libre albedrío de su cuerpo, sus extremidades nunca le respondían, pero también era uno de los momentos en el que se sentía más despierto. Aquel mal sueño que lo visitaba la mayoría de las noches hacía que tuviera una motivación al levantarse. Hacía que recordara la promesa que le había hecho a su madre.
—¡Jaden, ahí no está! —Gabriel reposó sus manos en sus rodillas mientras intentaba recobrar el aire. La advertencia hizo que Jaden se detuviera en seco—. No vas a encontrarla en su habitación.
—Fue a buscar a Sarah. —Lara llegó corriendo con Amber detrás de ella, quien solo se limitaba a observar detenidamente a cada uno. Le gustaba observar a la gente, tenía el pensamiento de que podrías conocer mejor a las personas limitándote a ver cada una de sus acciones que charlando con ellas.
La angustia era lo único en el rostro, Jaden iba a preguntar dónde estaba la habitación de aquella mujer. Antes de hacerlo Amber había comprendido que Lara había visto algo sobre su tía y si había mandado a buscarla era porque la premonición que tuvo no era precisamente algo positivo. Antes de que cualquier presente pudiera emitir palabra alguna, ella ya había salido corriendo hacia el edificio A17.
Lizet, aún inerte en el suelo de la habitación de Sarah estaba teniendo una horrible premonición.
El Refugio, aquel que tanto había servido de hogar para los que tanto quería, estaba ardiendo en llamas. Algunos edificios ya estaban completamente calcinados, a los otros no les faltaba mucho para estarlo. Todos corrían de un lado a otro, los pocos que se podían teletransportar se estaban llevando a los que podían lejos de ahí, pero no eran suficientes. Los Agentes les doblaban en número, a algunos Defectuosos se los llevaban, a otros simplemente les disparaban y dejaban su cuerpo ahí. Sin culpa.
El Gobernador estaba parado con una gran sonrisa en el rostro, los brazos a la espalda y volteando de un lado a otro, viendo como había logrado lo que siempre había querido. Sarah estaba al lado de él.
Se veía a ella misma tirada. Su hermano estaba delante de ella, viéndola fijamente mientras el color gris de sus ojos se iba apagando poco a poco, hasta que cerró los ojos para siempre.
Al lado de ella estaba aquel hombre. Lizet aún tenía los ojos abiertos, pero sabía que no tardaría mucho en morir.
Cuando ya estaba dando todo por perdido, cuando se resignó a morir viendo como mataban a los suyos. Amber Williams se paró detrás del Gobernador, apuntándole con un arma a la cabeza.
Despertó en el mismo momento en el que escuchó un disparo.
Apenas podía respirar, podría jurar que sentía el humo producido por los edificios en llamas en los pulmones. Comenzó a toser repetidamente. Sentía que estaba ahogándose.
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Defectuosos
Fiksi IlmiahSin saberlo, Amber Williams ha vivido escondida toda su vida; sin tener recuerdos claros sobre su infancia y creyendo que era de esas personas afortunadas que podían vivir sin tener que estar huyendo todo el tiempo. Hasta que un día despierta y comi...