Capítulo 6

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Capítulo 6

   En la tarde, al fin tanto Virginia como Antonella habían logrado que aquella pequeña niña entrara de nuevo en aquella habitación.

_ A mi padre no le gustaras jamás y te correrá..._ le decía aquella pequeña niña, mientras Antonella escribía las vocales  en el pizarrón que se encontraba cerca de la pared cercana a la puerta.

_ Entonces, mientras esperamos a que tu padre llegue y me corra haremos lo que yo te diga. Tengo por los momentos su autorización..._  le respondió Antonella con el mismo tono en el que ella le había hablado, para que se diera cuenta que no temía a esa realidad.

_ Yo no pretenderé obedecerte...

_ Pues tendrás que hacerlo. O no saldremos de esta habitación, hasta que hayas cumplido con la primera actividad del día.

   En aquel instante, Virginia tocó a la puerta, llevándole una bandeja con el almuerzo. Antonella le indicó que la dejara en la mesa que el padre de Sophia  había hecho para ese motivo.

_ Gracias..._ le dijo y después Virginia salió de aquella habitación.

_ ¡No pretendo comer!..._ dijo la niña con autoridad.

_ Entonces, no veo justo que yo lo haga..._ dijo al ignorar aquella comida que se encontraba tapada en otra mesa, al mismo tiempo, en que volvía a acercarse a escribir las consonantes en otra parte del pizarrón_. Vamos a empezar la lección del día de hoy... Estas letras que vez a tu derecha se llaman vocales. En fonética, una vocal es un sonido de una lengua hablada que se pronuncia con el tracto vocal abierto. Las vocales se consideran silábicas; un sonido equivalente, abierto, pero no silábico, se denomina semivocal. En todas las lenguas, las vocales forman el núcleo de las sílabas... Las letras que vez en tu izquierda se llaman consonantes. Una consonante es un sonido de la lengua oral originado por el cierre o estrechamiento del tracto vocal por acercamiento o contacto de los órganos de articulación de tal manera que cause una turbulencia audible. Si la unimos, forman lo que conocemos como el abecedario. Pero antes, te enseñare como se llama cada una de estas letras.

_ Como quieras..._ dijo aún más molesta. Al ver que ignoraba su actitud de niña malcriada. Y no lograba hacerle darse por vencida desde el inicio.

    Su mirada desafiante le hizo entender a Antonella que su trabajo en aquel lugar no sería nada fácil. Pero de igual manera no se iba a rendir tan fácilmente. Si se llegaba a marchar. Sería porque el padre de esa niña había decidido correrla de nuevo.

   No obstante, para disgusto de la niña, su padre no se había dignado a aparecer en aquel lugar. Como siempre, se mantenía distante de ella, algo que realmente cada vez la hería.

_ Ella se ha hecho la dura contigo, ¿verdad?_ le preguntó Virginia al retenerla, después de observar como Sophia salía de aquel lugar hacia su habitación muy enojada.

_ Sí... Un poco.

_ No es una niña fácil... Pero no es una niña mala. Sólo que ha crecido sin la visión de una madre... ¿Y ha de imaginar lo importante que es una madre en la vida de un niño?

_ Ciertamente..._ dijo y recordó lo que su abuela había significado para ella. Simplemente aquella madre que ella misma no había tenido con su madre biológica.

   A la mañana siguiente, Antonella se despertó, sintiendo que era un nuevo día. Sonrió con cierta ironía al ver como su presencia en aquel lugar no le agradaban a padre e hija. Al menos, aún no había sido despedida. El duque al parecer no había escuchado las quejas de su pequeña niña. Algo que le indicaba que era una señal para seguir siendo la mejor institutriz que él pudiese encontrar alguna vez para su hija.

_ Buenos día señorita Sophia. ¿Empezamos la lección?_ dijo al encontrarla en aquella habitación, al mismo tiempo en que cerraba aquella puerta.

_ Buen día..._respondió secamente_. Da igual... Como quiera...

_ Hoy veremos más palabras...

_ Hoy veremos más palabras..._ repitió en forma de burla, buscando con eso que Antonella perdiera la paciencia y renunciara.

_ Vamos a unir estas letras y la leeremos...Y te haré un dibujo.

_ Vamos a unir estas letras y la leeremos...Y te haré un dibujo.

_ Mesa...                        

_ Mesa..._ dijo burlándose del dibujo.

_ Papá...

_ Papá..._ se burló aún más al ver cómo había dibujado a su padre.

_ Pala...

_ ¿Para qué insiste en hacerme seguir con esas tonterías? ¿Acaso no ha notado que no me interesa?

_ Sophia, como te dije una vez, hasta que tu padre no me corra. Haré y seguiré haciendo mi trabajo... Y mi trabajo es enseñarte a que aprendas lo que una señorita debe saber.

_ No te obedeceré... No eres más que una sirvienta en este lugar._l miró de arriba a abajo_. Y no pretendo rebajarme a obedecer a alguien como a usted. ¿Acaso no lo ve? Tanto conocimiento que tiene y es incapaz de verlo con sus propios ojos...

   Antonella intentó guardar la calma, mientras Sophia  seguía llamándola sirvienta y ella seguía escribiendo en la pizarra palabras tras palabras.

_ ¡Eres una sirvienta tonta!..._ dijo en un tono déspota.

_ ¡Basta ya...Sophia!..._ dijo al no soportar más_. Me obedecerás porque aunque sea tu institutriz, tengo autoridad. Y no me puedes hablarme así, ni faltarme el respecto, ni subirme la voz.

_  ¡Tonta y estúpida institutriz!

   No pudo aguantar más. Se acercó a ella y la tomó por los hombros, con lágrimas en su rostro.

_ Quizás tengas razón en que soy una tonta, al dejarme irritar por una niña como soy. Una tonta que sólo está intentando que no seas prisionera  cuando seas mayor de edad.  Quiero que abras los ojos y veas que se te cerraran todas las puertas por ser mujer. Si te casas, todas tus propiedades caerán en manos de tu esposo. Y si no te casas, solo podrás ejercer una profesión que conlleva a una vida de soledad y humillación, si quieres ser libre... ¡Te encerraran Sophia! Pero hay algo que no pueden hacer. Es encerrar tu mente, por eso quiero que aprendas a leer, quiero que tengas tu propia vida. No quiero que seas una ignorante... Quiero que tengas las herramientas que necesitaras para defenderte._ había dicho, no tan solo para hacer reflexionar a aquella pequeña niña, sino que se había recordado todo lo que había tenido que sufrir ella misma desde niña, siendo la más pequeña, y teniendo tres hermanos varones que nunca se habían interesado por ella. Quizá por no compartir sus mismo ideales. No era como ellos. No era frívola ni avariciosa.

_ ¡Suéltame!... ¡Yo no tendré la vida que dices! ¡Soy la hija del duque de St. Ives!... ¡Soy la hija de un noble! ¡Tú no!

   Aquello fue una especie de bofetada para ella. ¿Cómo podía decirle que se equivocaba? ¡Ella era también hija de nobles! ¡Ella más que nadie sabía el futuro que le avecinaba a una niña como a ella!... Ser el objeto en venta al mejor postor que su padre ofreciera como una mercancía, al cualquier noble indeseable y abominable, al igual que había hecho su padre con ella.

_  Sé que no eres así como lo eres conmigo. Solo tienes miedo... Y yo solo lo que quiero es lo mejor para ti. Quiero ayudarte... ¿Acaso no lo ves?

   La mirada de Antonella le hizo ver aquella mirada que expresaba aquel mismo dolor que ella sentía en su mirada. Pronto Antonella la soltó y le dio la espalda para que ella no la viera llorar.

   Luchaba en contra de la corriente.

   Luchaba, en contra de sí misma, sin saber que su vida volvería a cambiar en aquel lugar. 

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Observación: En este capítulo me inspire en una película que vi hace años: A la luz del fuego... Tome una pequeña parte. Solo esa parte cuando ella interactua con  la niña y le hace entender su punto de vista. Por lo que siendo honesta, este capítulo fue inspirado en esa película. El resto de la novela no. 

Las lágrimas de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora