Capítulo 17

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Capítulo 17

   Cuando llegó aquella carta que informaba el paradero de Antonella, Nicholas sintió una especie de presentimiento. El miedo se apoderaba de su interior, temiendo lo que pudiese encontrar al llegar a aquel lugar solitario, a las afueras de St. Ives.

   Aquel lugar estaba descuidado y lleno de mohos. Antonella había tenido que sufrir la peor humillación de su vida, en brazos de aquel hombre que sus padres habían elegido para ella. Se sentía asqueada de sí misma, con deseos de querer morir en aquel instante, al no tener el suficiente valor de que Nicholas la mirara así. Su vestido había quedado destrozado. Y no se sentía una fiel esposa, aun cuando ella era inocente de lo sucedido.

_ Nicholas… Déjame morir aquí. En este lugar frío y solitario… No vengas por mí. No vengas, amor mío._ sus lágrimas bañaron por completo sus ojos, mientras el frío se adhería a sus poros, haciéndola temblar.

   Cuando todo a su alrededor se cubrió de un color gris. Mientras ella temblaba por culpa del frío y sus dientes castañeaban a causa de eso, al ella encontrarse sentada en un rincón. De pronto sintió como si toda su vida pasara de forma lenta por su mente. Volviéndola a aquellos instantes felices de su pasado cuando era una niña.

   Se encontraba de pronto en un jardín. En Bath. A lo lejos su abuela extendía sus brazos para abrazarla, mientras ella corría hacia ella. Y la besaba llena de alegría al poderla abrazar de nuevo.

_ Mi amada Antonella… Mi amada nieta. Siempre estaré a tu lado. Siempre procurare  cuidarte.

_ ¿Me lo prometes abuela?

_ Sí, aunque creo que has encontrado a alguien que también hará lo mismo en el futuro por ti._ sonrió al rozar su mejilla_. El joven Nicholas es diferente a tus hermanos. A él le agradas mucho… He visto  como se preocupa por ti.

_ Me hace reír, abuela Beatrice…_ sonrió llena de inocencia.

_ Aun cuando eres una pequeña niña. Tú también le has hecho sonreír. Tu inocencia le ha atravesado el alma. Ha sentido compasión por ti, al ver como son tus hermanos contigo.

_ Me agrada abuela…

_ A mí también… A mí también…

   Cuando Nicholas al fin llegó a aquel lugar, se encontró con una imagen que no esperaba ver en Antonella. No necesitaba que se lo dijeran. Aquel hombre había abusado de ella. La había llevado a aquel lugar inhóspito y la había dejado allí, sin consideración alguna, para herirlo a él, en lo más hondo de su ser, para conseguir lo que quería, al encontrarla allí. Se fue acercando a ella, lentamente, encontrando que ella hervía en fiebre. Y deliraba, palabras, que él no podía entender. Sintiendo en los más profundo aquel deseo de vengarse de aquel hombre que había lastimado a su esposa. A su amada Antonella.

_ Antonella…Antonella… ¡Mi amada Antonella! ¿Qué te ha hecho ese hombre?_ dijo al abrazarla, sintiéndose dividido de sí mismo. Él había prometido cuidarla, protegerla, y había llegado tan tarde_. Le haré pagar lo que te ha hecho. Le heriré de muerte…_ la tomó por completo en sus brazos, al levantarse, y sacarla de aquel lugar, mientras ella se encontraba aún inconsciente.

    Antonella se encontraba perdida en la oscuridad, esperando una señal. Sin embargo,  todo se encontraba en silencio. No podía gritar…O al menos nadie podía escuchar su voz. En su memoria empezaron a llegar los recuerdos de cuando Nicholas se fue haciendo más que un amigo en su vida, hasta convertirlo en alguien especial en su corazón.

_ ¿Estará bien? ¿Ella mejorara?_ le preguntó Nicholas a Virginia_. ¿Crees que lo mejor será llamar a un doctor?

_ Antonella se ve muy frágil._ lo miró  a los ojos, sin ocultar su preocupación_.  Es probable que lo más correcto que la examine un médico. Me encargaré de cuidarla, mientras tanto…_ lo observó buscar algo en sus bolsillos_ ¿Qué piensas hacer?

_ No puedo quedarme con los brazos cruzados… No cuando la ha lastimado hasta tal punto de que ella esté tan  frágil.

_ Nicholas…

_ Esperaré hasta que ella reaccione… Sólo puedo prometer eso. No me mires así. Él ha deshonrado a mi esposa. La ha lastimado.

   A su llegada, el médico que había acudido a la llamada del duque de St. Ives, examinó a Antonella, observándola y dando su diagnóstico, además de sugerir los cuidados para su mejoría.

   Nicholas se sentía abatido al verla tan frágil. Recordándola siendo aquella niña de cinco años que había entrado en su vida, de una manera tan particular, sin imaginar en ese entonces, hasta donde les llevaría el futuro que les esperaba.

   Rozó su rostro, mientras una lágrima bañaba el suyo. Se sentía impotente y un completo inútil. Sus  promesas de cuidarla se habían hecho añico.

   A la mañana siguiente se encontró con la noticia de que ella había despertado. Corrió hacia la habitación de ella, y busco en su mirada, aquel perdón que necesitaba su alma. 

_ ¿Te sientes aún mal?... Llamare al doctor._ dijo preocupado al verla temblar y llorar.

_ Estoy muerta en vida…_ se tapó la cara con sus manos. Se sentía asqueada_.  Nicholas, es mejor que me olvides y te alejes de mí…_ susurró con tanto dolor.

   Cerró sus ojos, queriendo borrar aquel dolor. La imagen de aquel momento terrible de su vida le lastimaba aún más. Se sentía aún ultrajada. Se sentía vacía. A medio vivir.

_ ¿Qué te hizo el duque Monaghan?... Juro que lo mataré. Juro que aceptaré el duelo que me ha propuesto para limpiar tu nombre… ¡Le haré pagar todo lo que te ha hecho!

_ No quiero hablar…Nunca… No más…_ bajó las manos y buscó la mirada de Nicholas_. Por favor… No arriesgues tu vida por culpa mía. No lo merezco… No soy digna de ello. Estoy manchada… Estoy…_ empezó de nuevo a llorar sin consuelo alguno, por lo que Nicholas la abrazó de nuevo, sintiendo aquel dolor que ella sentía. Y se culpaba aún más por eso.

   El silencio hablaba, mientras ella lloraba. Él podía ver su dolor y  la fragilidad que había en su ser. Y le dolía todo aquello que había ocurrido.

_ Juro que le mataré…_ se dijo para sí mismo. Ya había enviado su aceptación a aquel duelo que le esperaba, y no había nada que lo detuviese. No al ver a Antonella tan destrozada.

Las lágrimas de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora