Capítulo 13
Los días de Antonella estaban contados. La felicidad no brillaría para ella, al acercarse aquel final que tanto había temido desde que se atrevió a huir de Londres. Las alas que se habían abierto a la libertad que tanto había añorado, serían al fin cortadas. Su padre y su prometido seguían buscándola sin perder aún la esperanza de poder encontrarla. No se habían quedado quietos en ningún momento a pesar de los informes que siempre llegaban a sus manos, sin ninguna respuesta satisfactoria. Nadie podía desaparecer como si la tierra se la hubiese tragado. Un error la haría aparecer, por más que se ocultara.
Y allí ellos acabarían con todas sus esperanzas de ser libre de aquel compromiso que le ataba al hombre que ella tanto despreciaba.
_ ¿Señorita Sophia? ¿Qué significa esto?_ le preguntó Antonella al verla con un hermoso vestido de paseo y con una papalina, al instante en que ella entraba en aquella habitación que había sido preparada para darle clases.
_ Mi padre me ha autorizado hacer un picnic esta mañana. Espero que esté de acuerdo en acompañarnos. Mi padre sonríe aún más cuando está usted presente. Me hace ver que usted tenía razón… Mi padre realmente no es una piedra. Es una persona con corazón. ¿Nos acompañara señorita Antonella, verdad?_ sus palabras eran una súplica para Antonella.
_ Será un honor… Te lo aseguro.
_ ¿Están listas? Me acaban de informar que la cesta ya está lista._ informó Nicholas al acercarse a ellas.
_ Sí, papá, acabo de convencer a la señorita Antonella._ dijo tímidamente, aún le costaba sentir que su padre realmente se acercaba a ella. Y aprobara su presencia.
_ Denme un momento… Iré en busca de mi sombrero…_ dijo Antonella con una sonrisa en su rostro, antes de salir de aquella habitación y dirigirse a la suya en busca de un sombrero. Alegrándose de ver cuánto Nicholas se estaba esforzando realmente.
Y cuanto aquello le había permitido acercarse y conocer aún más a su pequeña hija.
_ Me parece que este es un lugar ideal… Déjeme ayudarles._ expresó Nicholas.
_ Es realmente hermoso… Ya saben a qué lugar venir si se les ocurre hacer otro picnic, debemos venir aquí.
_ Lo tendré en cuenta, señorita Antonella…_ dijo Sophia sonriente, para después mirar a su padre, esperando que él jamás volviese a ser distante con ella_. ¿Verdad papá?
_ Ciertamente…
Al fin cuando aquel picnic llegó a su final, observando como aquella pequeña niña hablaba sin parar de cuanto le había gustado aquel lugar. Antonella descubrió en los ojos de Nicholas, aquella ternura que, poco a poco, aparecían en sus ojos.
El frío se estaba desapareciendo en su corazón. Empezaba a aceptar a su hija, no porque ella se lo hubiese puesto como condición, sino porque realmente lo estaba haciendo de corazón. Le nacía del alma hacerlo. Viendo al fin a Sophia como su hija. Y lo injusto que había sido al rechazarla y al verla como uno de sus errores.
_ Está bien… Me casaré contigo…_ dijo Antonella al acercarse a Nicholas, al saber que se había encerrado en su estudio, después de regresar de aquel picnic. Ya no podía negarse aquello. Aun cuando no quisiera ver que su pasado le seguiría siempre como su sombra. Siempre estaría allí presente. Para lastimarla y desgarrar no tan solo a su corazón, sino a su felicidad.
Nicholas se levantó de su asiento, sin aún poder creérselo. Se acercó a ella, mirándola a los ojos, esperando que ella se lo confirmara de nuevo. Cuando ella volvió a decirle aquellas palabras, él la abrazó con fuerza y la besó en la frente. No podía creerse que al fin había roto aquellas barreras que les había separado desde un principio.
_ Nicholas, sólo quiero que recuerdes que aunque nací bajo una cuna y una vida aristócrata inglesa. Bajo un mundo que mi inocencia no entendía y no entendería, hasta el día en que comprendí que estaba atada a un mundo que se encontraba bajo normas, caprichos y un compromiso que se hizo oficial cuando mis padres encontraron al noble adecuado. Un hombre tan frío y tan material, que solo me ve desde que nuestros caminos se cruzaron, como una posesión más. Como un trofeo de su propiedad y que desde entonces, antes sus ojos, me había convertido en aquel ser ideal para arrastrarme a una vida sin amor… A una vida que yo no había querido y que al creer que huyendo en secreto y en silencio, al ver que a nadie le interesaba mi futuro, podría escapar y ser libre. Jamás me arrepentiré de haber tenido el valor de venir a St. Ives… Dios permitió que nuestros caminos se reencontraran, porque siempre supo que mi corazón sólo te pertenecía a ti. Nunca deje de amarte…
_ Nella…
_ Quiero que sepas que aun cuando sienta miedo. Sé que a tu lado estaré siempre protegida. No hay otro lugar en donde quiera estar… Tú eres mi lugar seguro.
_ Siempre estaré aquí para ti…No me importa que pueda sucederme si en cambio puedo ponerte a salvo._ miró aquellas lágrimas que aparecían en sus ojos azules oscuros_. ¿Por qué lloras?
_ Porque aún creo que estoy soñando y que estés vivo, es solo un hermoso sueño. No sabes cuánto soñé en poder volver verte. Te añoré tanto. Te lloré demasiado tiempo… Nunca deje de pedirle a Dios que fuese mentira que habías muerto. Me negaba a creerlo, hasta que vi que jamás regresarías. Y que por más que deseara volverte a ver, jamás volvería a verte… Lo lamento, sé que es tonto que ahora me ponga a llorar por eso. Simplemente, acabo de recordar a la Antonella que jamás dejo de soñar en el día en que me pedirías que me casara contigo._ respiró hondo, mientras él secaba aquellas lágrimas con ternura_. Sólo temo en que el duque Monaghan quiera hacerte daño cuando descubra que me he convertido en tu esposa.
_ Por favor… No hay nada que temer. Él no tendrá la osadía de enfrentarse a un igual. Soy un duque al igual que él. Aun cuando sea un medio irlandés._ sonrió con cierta picardía.
Antonella colocó su cabeza sobre su pecho, sin prohibiciones.
_ No llores… No llores…
_ Jamás quise poner a nadie en peligro cuando tuve el valor de huir. A nadie…
Antonella levantó la mirada y se encontré con la suya. Sus ojos azules claros brillaban de una forma indescriptible haciéndole ver aquel amor que él sentía por ella.
_ Soy Nicholas Preston, duque de St. Ives… No le temo ni a tu padre ni a tu prometido. No volveré a cometer el error de perderte. Te amo… Eres todo lo que había esperado de la vida. Cuando seas mi esposa… Nadie volverá a hacerte daño.
_ Me haces sonrojar cuando me miras así…
_ ¿Y cómo debo mirarte, si siempre has sido la dueña de mi corazón?
_ Nick…
Él la miró con más ternura que su propio corazón pudiese expresar. Realmente la amaba. Siempre la había amado. Ella era su todo. Aquel todo que había dejado tiempo atrás al no ser capaz de cumplir una promesa, después de las amenazas del padre de ella.
_ Te amo, Nella… Siempre te he amado. Mi corazón es sólo tuyo…_ colocó sus manos en el rostro de ella, haciendo con eso que ella le mirase aún más a los ojos. Hasta aquel instante en que por fin se permitió besar aquellos labios que habían esperado aquel primer beso. Aquellos labios que siempre le pertenecerían a él_. Te amo con toda mi alma…
ESTÁS LEYENDO
Las lágrimas de un Ángel
RomanceLady Antonella Campbell, hija del marqués de Griffith, no podía concebir la idea de que su padre la comprometiera con un hombre que la veía como un objeto en Venta. Motivada en encontrar lo que más anhela: Su libertad. Decide huir y embarcarse en un...