CAPÍTULO 1.

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Michael

Aún no puedo creer que este haciendo esto.

Toqué la puerta del pequeño departamento con unas ganas de desaparecer. Esto no es posible. Solo debió ser un sueño. Tal vez todo esto es una sucia broma de mi mente. Si, eso es. En ocasiones la imaginación puede hacer parecer realidad lo que simplemente pasa por tu cabeza de forma fugaz.

Convencido dí media vuelta, pero antes de dar un paso escucho como la puerta se abre.

Demonios.

—Te estaba esperando. Pasa.

Bueno, fue bonito mientras duró. Total y obviamente incómodo entre y me detuve en el pasillo cerca de la puerta.

—Acabemos con esto rápido, por favor. Tengo cosas que ha-

—Hey. No creo que este en el derecho de decirme eso—dijo con una estúpida sonrisa—. ¿O acaso no recuerda el tremendo espectáculo que me regalo hoy, profesor? Que por cierto, esta grabado aquí—sonrió aún mas mostrandóme el celular.

—¿Sabes que puedo reprobarte por esto?—pregunté no muy seguro de la elección de mis palabras.

Soltó una risa levemente audible mientras negaba con la cabeza haciendome fruncír el ceño.

—La habitación es la puerta del fondo.

Sin más opción, caminé hasta llegar al ultimo cuarto. Abrí la puerta, deje mis cosas en su escritorio y me senté en su cama, ya sin importarme que esta fuese su casa. Al parecer vive solo asi que no me preocupaba por actuar de forma educada.

Y menos con él.

—Oh. Veo que ya te pusiste cómodo—dijo entrando con un vaso de agua que dejo en la mesa de noche.

—No iba a quedarme parado esperándote—dije arto de todo esto.

—Pero que carácter—estaba molesto, no tengo porque ocultarlo—. Por eso todos los estudiantes no quieren acercarse a hablar contigo.

—¿De qué hablas?

—De tu actitud y esa expresión que hace parecer como si emanaras un aura tenebrosa, pero tranquilo, yo no te tengo miedo.

—¿Qué?

—Tienes suerte de ser un excelente maestro dando clases, sino fuese así, créeme que la mayoría de los estudiantes no pasaría tu materia.

—¿Entonces es por eso que todos me evitan?—asintió tomando lugar a mi lado—. Espera, yo nunca me he mostrado enojado en la universidad.

—Lo sé, pero siempre tienes una expresión como si tu suegra viviese contigo y tu pareja.

Sonreí casi riendo ante su comentario.

—En primer lugar, estoy divorciado desde hace dos años, y en segundo, mi expresión no puede ser tan mala.

—Oh. Con razón siempre tienes esa cara, no tienes quien te ayude a descargar el estrés, y no creo que ese borrador haga lo suficiente.

—¿Cómo te atrev-

—Y si, es muy mala—maldito—. No has oído que las personas que son muy guapas de rostro, son las que mas temibles se ven al mostrarse molestas.

Solté un suspiro lleno de frustración. ¿Que culpa tengo yo de ten-

—Un momento. ¿Acabas de decirme que soy guapo?

—Si ¿Y?

—No, nada. Solo que no es muy común que un hombre te diga eso.

Fetiche OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora