CAPÍTULO 6.

181 31 11
                                        

Michael

Maldito Adam.

Malditas hormonas.

Maldito color de piel.

Llevo más de cuatro minutos lavandóme la cara con agua fría, pero el sonrojo sigue sin desaparecer. Y gracias a mi piel pálida no puedo disimular mi rostro bicolor. Ya resignado decidí entrar a un cubículo para satisfacer mis necesidades. Orinar, en otras palabras para las mal pensadas. Cuando estaba a punto de quitar el seguro, escucho unas voces, y como aun puedo sentir un poco de calor en mis mejillas prefiero salir cuando los que estén afuera se hayan ido. De todos modos ya voy tarde para la primer clase.

—Ah, ¿el pelinegro alto de gastronomía?

—No idiota. Me refiero a...mmm no recuerdo el nombre de ese malnacido. Pero el que yo digo es de economía, el de cuarto semestre.

¿Adam?

—Oh ya se quien dices. ¿Alan? No...es Adan, si eso. Se llama Adam.

—Ah pues ese.

—Pero, no entiendo. ¿Por qué quieres emboscarlo?

—Ese maldito me debe una, una muy grande.

—No es que dude de nuestra fuerza, pero no creo que logremos tocarle ni un pelo.

—Por esa razón no iremos solos, ya hable con unos amigos y dicen que no tienen ningún problema en ayudarme a partirle la cara.

—Bien, entonces ¿a qué hora lo haremos?

—Tengo entendido que el Profesor Morris se tomó la semana, por lo que hoy su grupo tendrá libre la segunda ho...

Ya no alcancé a escuchar más ya que ambos chicos se fueron. Maldición ¿por qué no salí? Pude detener todo esto...bueno, el se lo buscó. ¿Quién le manda meterme en problemas?

No es como si las peleas sean de preocupación para la universidad.

—...

Maldición. Busqué a Adam. Pero no podía encontrarlo y faltan solo diez minutos para la segunda hora.

—¿Dónde te has metido?

Ya fui a su aula, a la cafetería, a la biblioteca, a la sala audiovisual, a los otros edificios pero ni por los pasillos lo encuentro. Un poco cansado de tanto correr salí al campo. A lo lejos podía ver un pequeño grupo de personas debajo de las gradas. Conforme me iba acercando logre ver que eran cinco chicos. Me quedé parado a pocos metros y al parecer no se habían percatado de mi presencia. A pesar de saber que esto pasaria, mis ojos no podían creer lo que veían. Ojala pudiese decir que Adam esta de pie con los puños manchados de un poco de sangre, mientras que el resto de los chicos se encontraban en el suelo, ya sin lograr mover ni un dedo.

Lo típico.

Pero no, dos chicos lo tenían aprisionado por los brazos, pero no para que impedir que se escapara o se defendiera, en realidad era para mantenerlo de pie y así pudiese recibir más golpes de otros dos chicos, ya que Adam no hacia ni el más mínimo esfuerzo para quitárselos de encima, no forcejeaba en lo absoluto. Solo se mantenía callado con una expresión seria. Sin entender algo, me acerque rápidamente a los chicos al ver que uno había tomado un bate. Sin pensarlo me interpuse entre Adam y el objeto, quedando frente a él.  Pude ver claramente su sorpresa al verme, lo cual no duro mucho ya el golpe causo que cayera de rodillas.

¡Joder, como duele!

—¡Michael!

—¡Maldición, un profesor! ¡Corran!

Fetiche OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora