Michael
—No se que maldito perfume te pones, pero ya no lo uses—dije después de besarlo por segunda vez.
Durante el acto había cambiado de posición quedando frente a él, con mis manos sobre su pecho mientras que él me rodeaba la cintura con sus brazos. Sentía que en cualquier momento mis piernas perderían fuerza. De verdad su aroma me hacia perder el control, creo que tengo un fetiche con el olor de las personas.
—¿Esto quiere decir que dejaras que haya una segunda ronda de lo que paso ayer?— sus ojos se reflejaba un rayo de esperanza.
—No.
El cual decidí destruir sin remordimiento alguno. No se que demonios le este pasando a mi cuerpo para que reaccione de esa forma, pero debo evitar que esto continúe.
—Eso quiere decir que de ahora en adelante mantendremos una distancia considerable, para que no ocurra lo que acabas de preguntar—continúe diciendo.
Sentí que la presión ejercida en su agarre aumento impidiendo moverme.
—¿Sabes qué lo acabas de decir me entro por un oído y salio por el otro?
Esa maldita sonrisa de verdad me molesta.
—No puede importarme menos tu falta de memoria, pero si es necesario tatuarte en la frente que no te me acerques, lo haré—creo que si seguimos así, tendré más arrugas que mi abuelita.
Hay mi abuelita...esa maldita bruja.
—Si tanto quieres marcar tu territorio hay una mejor forma de hacerlo, pero tenemos solo diez minutos para llegar a la universidad. Aunque no lo creas soy un chico puntual.
—¿¡Qué!?
—Así que será mejor que nos demos prisa.
—¿¡Entonces qué estas esperando para soltarme!?
—Creo que puedes darte una idea, estamos en mi casa, tu te iras a trabajar y yo a la universidad.
No pude evitar juntar mis cejas -si eso era posible- al pensar que hará algo pervertido.
—No pienses mal, solo quiero un beso de despedida.
¿Acaso también sabe leer la mente? Ni siquiera mis pensamientos están a salvo de él.
—Es que parecemos una pareja de esposos—dijo mirándome de forma tierna.
—...
Esa sonrisa no la conocía. Dios...
Roberts, concentrate.
—Adam, este no es el momento para bromas. Perderás el autobús si no me sueltas.
—Si me dejas acompañarte como copiloto, te dejaré ir sin problemas.
—Ah ni siquiera lo pienses.
—¿No quieres sentarte sobre mis piernas? No creo que salgamos de aquí pronto.
—De verdad te odio—dije abronchando el cinturón de seguridad.
—Yo te quiero.
Este men.
Me quede estático pero rápidamente disimule, como si sus palabras no causaron algún efecto.
Adam
A pesar de que haya un silencio en los cinco minutos de camino que llevamos, no me incomoda. Todo lo contrario.
Me gusta observarlo, y así conocer cada una de sus fases.
Y tengo que confesar que como conductor se ve tremendamente violable.—¿Qué te causa tanta risa?—preguntó molesto viéndome de reojo por unos segundos, para inmediatamente regresar la vista al frente.
—Es divertido escucharte decir coño cada vez que pasamos un bache.
—¿Acaso hay algún momento en que no te guste burlarte de mi?
—Si, cuando te la estoy met-
De repente frena el carro y me mira molesto, si esto fuera un anime, le estaria saliendo fuego por la cabeza.
—Termina la oración y te castro—dijo para después pisar suavemente el acelerador.
—Que cruel eres.
—Y tu un pervertido.
—Soy hombre, es normal que lo sea.
—Yo también soy hombre, y no lo soy.
Una carcajada se me escapo.
—¿Qué?
—¿De verdad tu crees eso?—sentía que me saldrían lagrimas de tanto reir—. Eres caso serio, Michael—dije ya más calmado.
—Como no tienes idea.
Lo miré y pude notar una pequeña sonrisa.
Michael
Al llegar a la universidad, me coloque frente a la entrada para que Adam bajara.
Los profesores tenemos estrictamente ordenado que no podemos relacionarnos con los alumnos fuera del horario de clases, asi que no podian vernos bajar del mismo auto.
Debido a que la universidad tuvo serios problemas años anteriores, se creo esa regla, la cual no me molestaba en lo absoluto.
Pero si me vieran ahora mismo, seria el unico perjudicado y no Adam, el seria la "victima".
—Bueno, nos vemos en clase—dije serio intentando disimular los nervios de que alguien me reconociera.
Malditos estudiantes, porque no llegan más temprano. Siempre parecen unos animales en estampida cuando faltan pocos minutos para las siete.
—Tengamos una cita.
—No, ahora no comiences. Por favor baja ya—dije algo desesperado.
—Oh vamos, será divertido. Además seria lindo que salierámos, aunque por el momento sea como amigos.
Maldición, esa sonrisa no.
—Bajate.
Me mira como el gato con botas cuando pone ojos de cachorro. Que irónico.
—Lo pensaré.
—Deja de pensar tanto y solo dime que sí.
—...
Lentamente comienza a acercarse, se que es lo que hará pero mi cuerpo no me responde. Podía sentir su respiración cada vez más cerca y aun así no podía reaccionar. Simplemente cerré los ojos cuando sentí sus labios sobre los mios. Fue un beso corto pero suave.
—A las 6. Mañana. En la cafetería Milos—dijo al separarse.
Tomo su mochila y bajo. Cuando vi su espalda desaparecer entre el mar de animales puse el auto en marcha. Me estacioné en el lugar que me correspondía y quede unos segundos viendo a la nada. Recoste mi frente en el volante al sentir como el pálido de mi rostro pasaba a un rojo intenso.
—Como lo odio.

ESTÁS LEYENDO
Fetiche Oscuro
HumorMichael Roberts - Profesor de cálculo. Borrador de pizarra - Debilidad del profesor. Adam Smith - Descubrió la debilidad.