Siete años después.
Parecía ser uno de esos momentos en donde la mente se quedaba en blanco, la mirada en un punto fijo y el cuerpo a la merced de la gravedad. Ese silencio causaba un sentimiento inefable, como si crease la sensación de que el tiempo estaba congelado y solamente existías tú con esos pensamientos indescifrables. Crystal llevaba más de cuarenta minutos en el piso del baño, con lágrimas secas en sus mejillas y un test de embarazo en las manos.
Tenía miedo, incertidumbre y muchos nervios ante tal inesperada noticia. Había pasado por muchas situaciones en su vida, se conocía a sí misma y por lo mismo no confiaba en que podía ser una madre ideal. Reaccionando por primera vez, tiró el objeto al cesto de basura tapándolo con papel higiénico para que no se notase. Se lavó el rostro y observó su reflejo fijamente, tratando de convencerse de que no era la misma chica de hace una década.
—No soy la irresponsable de antes, tampoco eres la adolescente que padecía depresión, y tampoco soy la novia de Noah —esas palabras fueron suficientes como para reponerse.
Salió del baño como si nada hubiese pasado, colgó su bolso en el hombro y antes de salir del salón se despidió de sus colegas. Como se retiraba temprano del trabajo, los pasillos estaban repletos de gente, pero no era una dificultad el caminar por allí debido a que todos le guardaban respeto a los docentes.
—¡Adiós Señora Baker! Que tenga un buen fin de semana —una dulce joven con el cabello trenzado se despidió haciendo que sonriera, ya que venía de la mano de su novio.
—Gracias, aún se siente extraño que me llamen Señora —carcajeó.
—Ya ha pasado una semana desde su matrimonio, ¿No es así? Debería acostumbrarse —sugirió el chico. Como reacción, Crystal suspiró y les dio una mirada de reproche.
—También ha pasado una semana desde que les pedí sus informes de Filosofía —apuntó, haciendo que los jóvenes se silenciaran avergonzados. Antes de seguir caminando, les dedicó una última sonrisa.
Definitivamente estaba lista, no importaba si su pasado siguiera allí si el dolor ya había sido superado. Hoy era la mejor versión de ella misma, por lo que un hijo o una hija sería la guinda del pastel que se había hecho su vida en todos estos años de esfuerzo. Al salir de la escuela visualizó la inconfundible postura de Jay en el capó de su auto, no pudo evitar sentirse nerviosa al verlo, así que caminó lentamente hacia su posición y presionó sus labios en un corto beso.
—¿Cómo te fue? —preguntó, tan atento como siempre.
—Como todos los días, pero aún no me acostumbro a que me llamen Señora —el chico rió fuertemente ante la confesión. Tomó las manos de su esposa y levantó el dedo que traía su anillo.
—Parece que ya te has acostumbrado bastante bien a esto —bromeó levantando el dedo, Crystal quitó la mano medio enfadada y lo reprimió con la mirada.
—Ajá, mejor vamos a casa. Aún debo cambiarme, y tenemos que llegar antes para que pueda ayudar a Valerie con la comida, porque Sid y Zack deben ayudar a Sienna con los gemelos —se subió al auto y observó a su esposo durante todo el camino, pensando en lo afortunada que era de haber sido elegida por él.
—Te noto un poco extraña hace algunos días, ¿Te sientes bien? —ante las sospechas los sentidos de la chica se alarmaron y frunció el ceño levemente.
—Me siento completamente bien, ¿Por qué? —se hizo la desentendida.
—Vamos Chris, te conozco como la palma de mi mano, y creo saber exactamente qué es lo que ocurre —mientras hablaba su mirada estaba enfocada en el camino, pero puso su mano sobre la de ella ante esta última oración.
—¿Lo sabes? —cuestionó temerosa.
—¿Cómo no voy a saberlo? Hoy es el aniversario de Noah.
Luego de escuchar esas palabras tuvo la misma sensación que hace unos minutos atrás, se le había olvidado. Pero sabía que no era porque no le importase, sino porque simplemente era un día en el que tenía otro tipo de pensamientos en su mente. Estaba segura de que no podría olvidarse jamás de quien fue la persona que le enseñó a amar, a quererse y a básicamente superar la depresión, a pesar de que él no lo haya logrado. Guardaba todos sus recuerdos en el corazón, no con dolor, sino con esa sonrisa melancólica que te hacía volver al pasado y las memorias felices.
—No es eso —negó minutos después, mordiéndose el labio de forma impaciente.
—¿No? ¿Y entonces? —ahora él parecía más intrigado y nervioso.
—Jay, estoy embarazada—fue cosa de segundos para el hombre detuviese el auto a un lado de la carretera para mirarla con seriedad. Al ver la sinceridad que mostraban sus ojos, bajó del auto y cerró la puerta. Chris fue tras él, con el corazón en la garganta. —¿Es algo malo? Porque estoy asustada también y-
Fue interrumpida por sus fuertes brazos, los cuales la abrazaron como nunca y de la emoción la lanzaron por los aires. La radiante sonrisa que Jay tenía plantada en el rostro era algo memorable, más aún las lágrimas de felicidad que caían por los ojos de Crystal. Después de un par de minutos llenos de preguntas, gritos, llantos y muchas emociones, lograron llegar a la calma y subirse al auto.
—Ya está asumido —habló el chico, haciendo que ella se girase con la mirada interrogante.
—¿El qué?
—El hecho de que sea hombre o mujer, se llamará Noah.
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Luto de Plumas.
RomanceNo valía la pena seguir escribiendo si él no estaría allí para leer. Portada por: @WesleyCrowell 💘