Me he levantado para encender la luz que devuelve la vida a la destartalada habitación. Mi cama ocupa casi todo el espacio del diminuto dormitorio, a excepción de unas pequeñas cajas de cartón que forman unas sombras que se proyectan sobre las paredes amarillentas.
A decir verdad, nunca me ha gustado vivir en el campo. Todo es tan... normal. La verdad es que nunca llegaré a entender la razón por la que mi madre decidió mudarse aquí cuando yo apenas alcanzaba los 6 años de edad. Sumergida en la monotonía y la simplicidad de este lugar, ella decidió que era el adecuado para comenzar una vida nueva. No me dio ninguna explicación que justificara su decisión. Solo me dijo << Es por tu bien>>, y claro es difícil para alguien que todavía juega con muñecas asemejar todo esto. Únicamente recuerdo que me dijo que guardara su collar dorado con forma de rosa, como si eso fuera a suavizar algo el asunto. Pues no.
Y ahora estoy aquí, rodeada de más de cien tipos de árboles diferentes (de los cuales solo conozco dos o tres) , a más de cincuenta kilómetros de cualquier punto de cobertura. Genial. Cuando consigo conciliar el sueño alguien llama a la puerta.
—Cariño, es hora de levantarse —dice.
—Ahora no papá. Estoy cansada.
—Venga Lis, te he preparado tu desayuno favorito.
— He dicho que no me apetece. Por favor, quiero estar sola.
En este momento un padre normal hubiera hecho caso de los deseos de su hija adolescente, pero mi padre siempre me ha cuidado como su princesa. Después de lo de Teo la verdad es que no me extraña. Aun así, siempre he pensado que hay que respetar los deseos de privacidad de los demás, y yo he sido una niña de lo más reservada. Creo que mi padre es una de las únicas personas en las que confío, y luego está Sara, claro.
Mi padre se acerca y se sienta al borde de mi cama, acariciando con suavidad el viejo edredón que me queda bastante pequeño.
— Sé que esto es difícil—me dice.
— ¿ El qué? —respondo— ¿ El hecho de que tenga que mudarme a un remoto y sucio pueblo en el que no conozco a nadie o que la razón por la que lo tenga que hacer sea para asistir al funeral de una madre que ni siquiera ha venido a mis fiestas de cumpleaños?
Siento cómo las lágrimas se me caen de las mejillas. La verdad es que he sido bastante dura con mi padre, teniendo en cuenta que él solo intenta protegerme y que está pasando por lo mismo que yo. Si aceptar que te abandonen es duro, no me imagino lo que es pretender que todo va a salir bien con una niña a la que criar. La verdad es que hasta este momento no me había planteado todo esto porque nunca había tenido tantos detalles de ella. Y ahora que los tengo, no sé bien que debo hacer.
— Eli, yo... —comienza a decir, pero le interrumpo antes de que esto se haga más complicado de lo que ya es.
—Ya lo sé. Solo intentas hacer lo mejor para mí, y no te culpo por ello, pero ¿no podrías haberme dicho que ésa era la razón por la que nos trasladábamos? Pensaba que solo habías aceptado una oferta de trabajo.
—Solo quería hacer las cosas más sencillas para ti. Pensé que si te contaba la verdad te negarías a venir aquí.
—Pues estabas en lo cierto — murmuro entre dientes.
—Elisabeth...
— ¿Qué? ¿Es que no piensas admitir que no nos quería? Yo diría que lo de abandonarnos fue una demostración bastante clara...
— Ella tenía que hacerlo. Lo hizo para protegeros a Teo y a ti.
Noto como se le atasca la garganta al decir esas palabras.
— Pero Teo ya no está aquí, ¡ y si lo estuviera no querría esto papá! — grito, haciendo esfuerzos para no hacerlo ,pero me resulta casi imposible.
— Tú no sabes lo que Teo ...
—No, no lo sé. Y la culpa fue precisamente de tu mujer. Por eso no quería venir aquí , papá. —digo intentado secarme las lágrimas. ¡Esto no tiene ningún sentido!
Hay una larga pausa que me resulta incómoda. Hace mucho que no discutimos tanto, teniendo en cuenta que como mi padre es policía no pasa mucho tiempo en casa. Ahora no estoy segura de cuál va a ser su trabajo, ya que lo ha dejado todo para venir aquí por una mujer que ni siquiera le amaba.
— Bueno, supongo que cuando quieras puedes bajar—dice, aclarándose la garganta. Yo voy a dar una vuelta por el pueblo y ver si los Harrison necesitan ayuda.
Se me olvidaba. El incendio. Todo fue tan rápido que apenas hubo tiempo de avisar a emergencias. Recuerdo que mi padre y yo estábamos en el coche, y segundos después se escuchó una gran explosión que afectó a la vivienda de los Harrison.
— Vale y... gracias —digo mirando a su pelo despeinado.
Él asiente y al salir cierra la puerta del dormitorio dejándome a solas con mis pensamientos. Mi padre es bastante joven pero la fatiga y el estrés le han pasado factura. Las ojeras bajo sus ojos y el aspecto descuidado son pruebas de ello. Si hubiera tenido una vida diferente, estoy segura de que hubiera tenido una apariencia mucho más sana. Quizá hubiera sido más feliz o quizá hubiera formado parte de una familia perfecta, con celebraciones familiares y todas esas cosas, pero ahora no lo sé y puede que nunca lo sepa.
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Donde nacen las estrellas
Teen FictionElisabeth es una adolescente que se ve obligada a mudarse a un remoto pueblo para asistir al funeral de su madre, a la cual vagamente recuerda. Cuando llega al pueblo una serie de extraños acontecimientos harán que se plantee todo lo que conoce. All...