Capítulo 2

158 57 19
                                    

El verano nunca ha sido mi estación favorita. Demasiado calor y demasiada gente. Resulta muy agobiante. Por ese motivo siempre he sido más fan del invierno. El frío, la lluvia y la nieve mientras tomas una taza de chocolate caliente. Se podría decir que es uno de mis planes favoritos. Pero aquí... no hay ningún rincón en este diminuto pueblo al que no alcancen los rayos solares. Otro motivo para añadir a la lista de razones por las que mudarse aquí es una soberana estupidez.

Cojo la ropa más cómoda que encuentro y bajo a la cocina. Mi padre ya no está y me ha dejado una nota que dice<< Espero que lo disfrutes. Deberías ir a la biblioteca; he oído que han traído libros nuevos que quizá te interesen. Te quiero, no lo olvides>>. Junto al papel mi padre ha preparado mi plato preferido: huevos con bacon. Es un plato simple pero el olor del bacon me recuerda a casa, y eso me gusta.

Busco el móvil y lo encuentro bajo unas camisetas. Cojo la bicicleta y me alejo en dirección al pueblo hasta que mi móvil tiene cobertura. Sin pensármelo dos veces marco uno de los pocos números que me sé de memoria y espero hasta que contestan al teléfono.

— Ayuda — digo.

—¿Es tan horrible?—responde.

— Es peor — le aseguro.

— Pero sigues viva, ¿no?—dice ella con un tono irónico.

— No por mucho tiempo

— No exageres Lis, estoy segura de que no es tan terrible.

— No lo hago. Sara, yo...quería preguntarte algo

—Dispara —me responde, y noto el nerviosismo en su voz.

— Esto...yo... — empiezo a decir, pero no sé cómo continuar.

—Tranquila, puedes contarme lo que sea

Eso me tranquiliza un poco. Sara y yo hemos pasado por muchas cosas juntas. Ella siempre me ha apoyado en todo, incluso con lo de Teo, cuando nadie tenía las fuerzas suficientes para hacerlo.

—Ya lo sé. Bueno allá va. ¿Tú qué opinas de todo esto? No estoy segura de que el único motivo por el que nos hayamos mudado aquí sea para asistir a un estúpido funeral. Creo que hay algo que mi padre no me está contando, por mucho que insista en que solo estamos aquí para despedirnos por última vez de ella.

—Si quieres mi opinión...

— Por favor.

—Está bien. Creo que estás sacando conclusiones precipitadas. No creo que tu padre te esté ocultando nada, y ya sabes lo que pasó la última vez que seguiste tus instintos...—se aclara la garganta al pronunciar estas palabras, como lo hace todo el mundo al recordar lo que sucedió—Creo que deberías descansar y ya me contarás que tal te va

Hay una breve pausa y cuando estoy preparada le digo:

—Gracias por tu sinceridad, S. Creo que voy a ir a la biblioteca del pueblo a ver si encuentro algún libro interesante. Adiós, y no te olvides enviarme fotos de la India. Espero que te lo pases bien.

—Gracias Lisa. No me olvidaré. Adiós

Pasan unos segundos hasta que me doy cuenta de que ha colgado. Dejo el teléfono, me subo a la bicicleta y me dirijo a la biblioteca. Al entrar no me sorprende su aspecto en absoluto. Cuando mi padre dijo que la habían reformado me imaginaba que tendría un aspecto decente, pero creo que esa reforma implicaba únicamente barnizar las mesas y cambiar alguna que otra bombilla. Estoy a punto de volver a casa cuando una voz hospitalaria me reconoce.

— Bienvenida. Tú debes de ser Elisabeth, la hija de Marie Johnson.

Me sorprende que supiera mi nombre. Acabo de llegar y todavía no había salido antes de casa. Supongo que mi madre era más conocida de lo que pensaba. Por el tono de voz que ha empleado la bibliotecaria pienso que mi madre era una persona amable e incluso cercana, pero la idea me trae recuerdos dolorosos que inmediatamente borro de mi mente.

— Eh...sí. Supongo que lo soy.

—Acércate querida.— me  responde

Sin saber muy bien por qué, hago caso de sus órdenes y avanzo unos cuantos pasos hasta quedar a unos pocos centímetros del mostrador.

—Te pareces mucho a ella—me dice, esbozando una sonrisa difícil de rechazar.

—Eso me han dicho —respondo, y noto cómo el calor sube hasta mis mejillas

— Y bien, ¿Qué querías?

—Estaba buscando un libro. ¿Tiene algo moderno?

—Puedes buscar en esa sección de allí.—dice señalando unas estanterías.

—Gracias.

Creo que dice algo como << No tienes que dármelas>> pero ya me he alejado demasiado para oírla. Empiezo a mirar títulos y la esperanza de encontrar algo de este siglo se desvanece en cuanto lo algo. Romeo y Julieta, Hamlet y Orgullo y Prejuicio son algunos de los títulos que distingo. Otros están escritos en un idioma que apenas puedo entender. Cuando mi ilusión se desvanece encuentro un libro que no se parece en nada al resto. Su título dice << Diario >>. A diferencia de los demás libros éste tiene un aspecto más nuevo y está cubierto de cuero. Tengo que leer dos veces el nombre del autor para asegurarme de que no son imaginaciones mías.

<< Escrito por Marie Johnson>>


Donde nacen las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora