No hay manera. Lo intento de todas las formas que se me ocurren pero no pasa nada. He probado con todas las herramientas del kit de mecánica de mi padre, pero no lo consigo. He decidido dejar de intentar abrirlo con objetos puntiagudos por mi propia seguridad. Me planteo arrojarlo a la trituradora, a ver si así consigo abrirlo por fin. Es imposible. Llevo 1 hora intentando abrir el pequeño candado del diario que hace un momento me había parecido insignificante. Al parecer se necesita una especie de llave muy pequeña que encaje a la perfección. La primera vez que intenté abrirlo pensaba que era cuestión de fuerza, porque claro, igual solo había que tirar un poco de aquí y de allá pero... imposible. Me deshago de cualquier esperanza y tiro el libro al suelo con todas mis fuerzas. Nada. No ha pasado absolutamente nada. Sin darme cuenta rompo uno de los jarrones de la cómoda y veo cómo los cientos de fragmentos se dispersan por el suelo. Uno incluso llega a rozarme.
— ¿ELISABETH? ¿¡QUÉ HA SIDO ESO!?
Oigo los gritos de mi padre mientras sube rápidamente por las escaleras. Desde lo de ayer no deja de preocuparse. A veces incluso llega a resultar un tanto agobiante. Recojo el diario lo más rápido que puedo y lo escondo bajo la almohada. No sé si estoy preparada para contarle a mi padre sobre lo del libro. Ya sé que nunca le oculto nada (incluso lo de que le pegué un puñetazo a una niña del colegio con 7 años; en mi defensa diré que necesitaba que alguien se lo diera), pero esto es algo diferente. Algo más especial. Algo que en cierto modo me pertenece. ¿O es que no tengo derecho a saber la verdad? Sinceramente me parece lo más justo, y creo que averiguarla por mí misma es la única manera de hacerlo.
Mi padre llama a la puerta y la abre de un golpe sin esperar respuesta.
—¿¡ESTÁS BIEN!?
En ese momento se da cuenta de los restos del jarrón desperdigados por el suelo e inmediatamente me escanea atentamente para comprobar si tengo alguna herida.
—¿Es eso sangre?
—Emmm —Me tapo el brazo rápidamente antes de que empiece a preocuparse más—No es nada, solo un rasguño.
— Lis déjame ver.
— No papá.
—¿Cómo?
—Quería decir que ya me ocupo yo. Sé cómo hacerlo. No te preocupes. Tú intenta no quemar la casa y estoy de vuelta en un par de horas. Voy al supermercado a por la comida—digo mientras observo su delantal repleto de manchas. Mi padre nunca ha sido un gran cocinero, y estoy bastante segura de que no lo será jamás, ya que tiene bastante poca paciencia. La única razón por la que lo hace es para que no lo haga yo, aunque seguramente no está saliendo tan bien como él pensaba.
—Pero...
—Ya me encargo yo. Te quiero —le susurro mientras le doy un beso en la mejilla.
Cojo mi mochila y bajo corriendo las escaleras antes de que cambie de opinión. Me monto en la bici y pedaleo lo más rápido que puedo hasta que me aseguro de que mi padre no va a aparecer en algún momento para llevarme de vuelta a casa.
Cuando entro en el supermercado me doy cuenta de que está casi completamente vacío, a excepción de unas chicas que están al fondo. Como era de esperar en las estanterías solo hay productos básicos y poco más. Me atrevo a mirar la fecha de algunos yogures y compruebo que están caducados, por lo que los vuelvo a dejar en la mini nevera que hay.
—No están caducados—dice una voz a mis espaldas.
—¿Perdona?—digo atónita mientras me giro para encontrarme cara a cara con el chico que me acaba de hablar. Calculo que tiene mi edad aproximadamente. Lleva puesta una chaqueta de cuero con un parche en el hombro que no consigo identificar. Su pelo está peinado hacia atrás con un aire rebelde que no me gusta en absoluto.
—Digo que no están caducados. Esa es la fecha de consumo preferente.
— ¿Y cuál es la diferencia, exactamente?
—La diferencia está en que algo caducado no se puede comer y algo que ha superado su fecha de consumo preferente sí, aunque sus condiciones ya no sean las mejores.
— ¿Y cómo es que tú sabes eso?
—Digamos que soy un chico curioso
— Bueno '' chico curioso'', si me disculpas me tengo que irme—digo mientras me dirijo hacia la puerta.
— Te olvidas algo—responde con una pequeña sonrisa en la boca.
—¿El qué?
—Los yogures no caducados—dice, enfatizando estas dos últimas palabras.
Suelto un suspiro de desesperación pero parece que no pilla la indirecta y me ofrece los yogures con ambas manos.
—Enserio—le digo con la esperanza de que me deje de una vez—no tengo tiempo para esto.
—Bonito collar— me responde—¿Es tuyo? No lo habrás robado, ¿verdad?
Observo rápidamente el collar que se me olvidaba que tenía. Es el de forma de rosa que me regaló mi madre. No es que me lo ponga demasiado, pero hoy me parecía un día perfecto (a pesar de que no está saliendo como yo planeaba)
— Es mío. Claro que no lo he robado. Creo que tienes una idea equivocada de mí.
—Es bonito. Me recuerda a un libro sobre una rosa y un príncipe que leí una vez.
- No tienes pinta de leer. Eso de que las apariencias engañan tiene que ser cierto.
—Las apariencias no engañan. Son las expectativas las que lo hacen.
Hay un silencio incómodo que no parece serlo tanto para él.
—Bueno... tengo que irme—digo y salgo de la tienda sin girarme para ver si me está mirando o ya se ha olvidado de la conversación. Seguramente sea lo segundo.
Llego a casa y me doy cuenta de que mi padre no está. Supongo que habrá ido a dar una vuelta. Subo a mi habitación y me tumbo en la cama. No sé por qué, me quito el collar y lo dejo encima de la mesa. Lo observo detenidamente y me doy cuenta de que uno de los pétalos sobresale un poco. Lo intento empujar hacia dentro pero acabo arrancándolo sin querer. No sé si es porque estoy cansada o porque mi vista nunca ha sido perfecta, pero me parece que la parte inferior del pétalo se parece a la cerradura del candado del diario. Saco el diario de debajo de la almohada e introduzco suavemente el pétalo en la cerradura. Y entonces lo escucho. Un sonido que indica que el candado se ha abierto. Un sonido que solo puede significar una cosa...
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Donde nacen las estrellas
Teen FictionElisabeth es una adolescente que se ve obligada a mudarse a un remoto pueblo para asistir al funeral de su madre, a la cual vagamente recuerda. Cuando llega al pueblo una serie de extraños acontecimientos harán que se plantee todo lo que conoce. All...