No puede ser. Seguramente sea una coincidencia, ¿no? La idea de que no lo sea me aterra, porque significa que mi madre estaba involucrada en algo más grande de lo que creía. Y además, ¿qué tiene que ver ese chico con todo esto? Ni siquiera sé cómo se llama. << Es una broma de mal gusto>> me digo a mí misma. << Seguramente solo sea eso: una broma>>.
Tengo que aclarar esto, ahora. Me visto lo más rápido que puedo y bajo silenciosamente las escaleras para no despertar a mi padre. Es mejor así. No quiero tener que inventarme ninguna excusa, y además nunca se me ha dado bien mentir. Cojo la bicicleta y pedaleo hasta llegar al edificio. Cuidadosamente, apoyo la bici en una farola y entro por la entrada principal. Aquí es donde empezó todo: la biblioteca.
Saludo amablemente a la bibliotecaria al entrar.
—Es un placer volver a tenerte por aquí—me dice— ¿Querías algo?
— No—respondo, intentando mantener la voz lo más bajo posible— Solo he venido para mirar algunas cosas, pero gracias.
—Está bien, pero si necesitas algo no dudes en preguntármelo.
Me giró en dirección a la sección juvenil, pero tengo la sensación de que me sigue observando. Ignoro el escalofrío que me recorre el cuerpo y decido buscar la estantería donde encontré en diario. No hay nada nuevo. Absolutamente nada. No sé qué me esperaba, teniendo en cuenta que dudo que traigan nuevos libros cada semana. Me doy la vuelta y me despido de la bibliotecaria al salir.
Me cuesta acostumbrarme a la luz solar y pestañeo unas cuantas veces. Bajo unos peldaños cuando me doy cuenta: el chico de ayer está apoyado junto a la farola donde he dejado la bicicleta. Mi instinto me dice que me aleje, pero es la única manera de encontrarle el sentido a todo esto, y ahora mismo eso es más importante.
—¿Espiándome? – le digo. Él sonríe.
—Solo estaba dando un paseo cuando te he visto. ¿Qué haces?
—He entrado a la biblioteca a ver si había algo interesante. —le digo. Por el momento creo que es mejor no contarle nada porque no sé si puedo confiar en él.
— ¿Y bien? ¿Has encontrado algo interesante?
—No—respondo, con un tono triste.
Empieza a andar lentamente hacia el mercado así que le sigo sin pensarlo dos veces.
—Todavía no me has dicho cómo te llamas —le digo
—Es cierto, supongo que no le doy mucha importancia a los nombres. Aun así, permíteme presentarme adecuadamente— me dice mientras se agacha ( como si fuera a realizar una reverencia) y me coge la mano— Mi nombre es Caleb.
—Encantada, soy Elisabeth—digo mientras me sonrojo. —¿Qué significa el tigre de tu chaqueta? —digo intentando no darle demasiada importancia al asunto.
—¿Qué? —parece sobresaltado— ¿Esto? Ah, solo es un parche ¿Te gusta?
— Sí— le digo—¿Tiene algún significado especial?
—Depende a quién le preguntes—dice y empieza a andar a un paso más ligero. Al hacerlo un papel se le cae del bolsillo izquierdo de la chaqueta. Me agacho a recogerlo.
— Se te ha caí...— empiezo a decir, pero cuando levanto la cabeza él ya no está ahí. Se ha ido. <<Genial>> me digo a mi misma.
Abro el papel con curiosidad y veo que lo que está escrito no es una lista de la compra (que sinceramente es lo que yo me esperaba), sino una dirección:
*Calle Villa Número 17*
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Donde nacen las estrellas
Novela JuvenilElisabeth es una adolescente que se ve obligada a mudarse a un remoto pueblo para asistir al funeral de su madre, a la cual vagamente recuerda. Cuando llega al pueblo una serie de extraños acontecimientos harán que se plantee todo lo que conoce. All...