Donde nacen las estrellas

Capítulo 8

El humo de los casi veinte cigarrillos que están encendidos me nubla la vista. Este lugar no me da buena espina, teniendo en cuenta que no he visto a una única persona sonreírme desde que he llegado.

— ¿Qué estás haciendo aquí?— pregunta Caleb, más enfadado que curioso.
—Yo también me alegro de verte —le respondo intentando mantener una expresión seria.
— ‎¿Cómo has entrado aquí? Eso es imposible...Solo los Tigres conocen este sitio— dice mientras se frota las sienes delicadamente.
— ¿Tigres? — pregunto ansiosa. "Tendrá algo que ver con sus chaquetas" me digo a mi misma mientras escaneo la habitación. Como ya había supuesto, todos y cada uno de los presentes llevan puestas chaquetas de cuero negras de distintos tamaños y formas; pero todas tienen algo en común: ese distintivo parche de un tigre.

— Tengo que sacarte de aquí inmediatamente— dice Caleb más para sí mismo que para mí.—Como te vea Tori estoy muerto. Rápido!—me agarra de la muñeca con tal fuerza que casi me caigo al suelo.

—Suéltame! — le grito, en un intento fallido de liberarme de él.— No he venido hasta aquí para que puedas echarme tan fácilmente. No pararé hasta encontrar las respuestas que necesito, y tú — le señalo rozando ligeramente su camiseta—me las darás.

Recupero el aliento mientras se me queda mirando fijamente. No parece que esté tan  enfadado como antes, sino que por su expresión diría que está pensando en una solución.

De pronto la música se apaga. Se oyen unas voces que murmuran y de repente todos se quedan callados. Dicen cosas como : " Ya viene", " Callaos que va a entrar" o " Dejadle un sitio".

Noto como Caleb se tensa y se le erizan los pelos de la nuca. ¿Quién viene? ¿De quién hablan todas esas personas? Y lo más importante: ¿Por qué Caleb tiene tanto " miedo" ?

—Sígueme—me dice, sin darme tiempo para quejarme, porque ya me ha cogido de la mano y me ha escondido detrás de una especie de puerta. Él vuelve a la mesa de billar como si no hubiera pasado nada. Hay un agujero en la puerta que me permite observar lo que pasa a mi alrededor sin ser descubierta.

Se ha ido. Me ha dejado sola en este sitio en el que no conozco a nadie. Que considerado es, enserio. Estoy a punto de salir de mi " escondite" hasta que escucho unas pisadas firmes. "Tacones" pienso. Una voz femenina rompe el silencio:

—¿Quién ha quitado la música? —dice soltando una carcajada. Se acerca hasta la barra del bar y le ordena al camarero que le traiga algo de beber. Hay algo familiar en esa mujer, aunque no consigo adivinar el qué porque solo le veo la espalda.— Y bien,—continúa diciendo— ¿Alguna novedad?

—No, Tori, por desgracia todavía no lo hemos encontrado. —dice alguien de la sala.
—‎Pues seguid buscando—le responde la mujer mientras da un gran sorbo a su bebida.
"Asi que esa es Tori" pienso. " ¿Pero qué están buscando?"
—No es tan fácil, necesitamos más tiempo.— responde Caleb, que hasta ahora había permanecido en silencio.
Tori no responde, sino que se le queda mirando fijamente durante un instante mientras se termina su bebida y la deja bruscamente en la mesa, lo que produce un fuerte sonido que resuena en todo el lugar.

—Tiempo es lo único de lo que no disponemos. No os detengáis hasta que encontréis el diario, después de todo nunca fue muy buena escondiendo cosas.

"¿Diario?" pienso." No es posible que estén hablando de mi madre, ¿verdad?"

—Ahora tengo que irme, pero volveré muy pronto y espero que para entonces lo hayáis encontrado, sino las cosas se pondrán muy feas. —dice Tori, casi en un susurro, mientras abandona lentamente la habitación. Se gira para dar un último vistazo a la habitación, y es entonces cuando me doy cuenta de quién es.

Victoria. En cierto modo tiene sentido, porque Tori es un apodo para Victoria, pero, ¿qué hace ella exactamente aquí? Parece una especie de líder, pero no la clase de líder que todos aman. No le tienen miedo, sino respeto. Nadie se atreve a contradecirle, supongo que habrá algún motivo que aún no puedo comprender.

Cuando se va, todo parece haber vuelto a la normalidad, o eso creo. La gente vuelve a hablar, pero sus expresiones parecen más duras y la tensión que hay en el aire es tan palpable y fina que se podría cortar con un cuchillo.

Algo me saca de mis pensamientos. No algo, sino alguien. Caleb. Me agarra de la mano y corremos juntos durante unos minutos a través de una salida que no había visto al entrar. Unos segundos más tarde y estamos en la calle. Empiezo a decir algo, pero él me corta rápidamente:

—No puedes contarle a nadie lo que has visto, ni siquiera a tu padre. Cuando vuelvas a casa le dirás que habías salido a dar un paseo, y no volverás nunca aquí.

"¿Cómo sabe que vivo con mi padre?"

— ¿ Qué es ese diario estáis buscando? — le digo— ¿ Por qué es tan importante?

—No puedes saberlo.— responde— Entonces también te perseguirán a ti.

— ‎¿Perseguir?

—No hagas más preguntas y ahora vete, antes de que Tori te vea. No suele ser demasiado hospitalaria con los intrusos.

¿Será broma, verdad? Me dice que me vaya como si no hubiera pasado nada. Como si pudiera hacerlo...

— ¿ Cambiarías de idea si te dijera que sé dónde está el diario? — le pregunto

— ‎¿ Qué? — dice atónito— Baja la voz— susurra como si fuera un secreto—
¿Estás segura? Esto no es una broma para mí, Elisabeth.

—Tampoco lo es para mí. Estoy dispuesta a decirte donde está a cambio de que respondas a mis preguntas. — le respondo. Al fin y al cabo ese diario no sirve de nada, está completamente vacío, pero eso Caleb no tiene por qué saberlo ya que si lo supiera no respondería mis dudas.

Se queda un rato pensando en mi oferta.

—Está bien... —responde— Mañana a las 12:00 del mediodía te espero frente a tu casa.
— ‎Allí te espero— le digo.

Se da la vuelta y abre la puerta de metal. Justo cuando parece que se va a meter adentro, se gira y me lanza una mirada curiosa:

—Una última cosa, Lis. — añade— La próxima vez que te vuelvas a meter en un lío, llámame — dice guiñándome un ojo.

Y se va.