Capítulo 3

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Cuando llego a casa me siento en una silla para recuperar la compostura. Me quedo mirando un momento al libro que hace solo un momento no significaba nada para mí. Observo su lomo y sus costados. Es un ejemplar bastante actual si se compara con los otros libros de la biblioteca, aunque se ve un tanto desgastado. Me pongo a pensar que es lo peor que podría pasar si lo leo. Sé que ese es el único modo de encontrar las respuestas que busco; aquellas que nadie quiere compartir conmigo. Observo que en la parte trasera todavía hay rastros de tierra, como si alguien lo hubiera enterrado. No me imagino que contiene este diario que sea tan importante como para que alguien lo oculte. Supongo que solo hay una manera de descubrirlo...

Pego un brinco cuando oigo unos pasos en el piso de abajo. Sé que no es mi padre, ya que es demasiado temprano para que esté de vuelta en casa. Escondo el diario debajo de la cama y cojo el bate de béisbol que está en el interior de una de las cajas de cartón. Recuerdo que mi padre se lo regaló a mi hermano en su último cumpleaños. De hecho, fui yo la que le ayudó a elegirlo. Fui yo misma la que escribí las palabras (ahora casi ilegibles) en el bate<< Te veré donde nacen las estrellas>> Supongo que de algún modo esas palabras me sirven de consuelo porque me recuerdan a uno de los mejores momentos con Teo. Uno de los momentos que ya no son más que recuerdos que duelen.

Me acerco a la pared permaneciendo lo más sigilosa posible. Bajo las escaleras una a una con cuidado y rápidamente me escondo detrás de una puerta. Sé que lo más sensato sería esconderme y llamar a la policía, aunque dudo que eso sirva de algo. Si hay algo que he aprendido desde que mi madre (si es que puedo seguir llamándola así ) se fue, es que tengo que valerme por mí misma y encararme a lo que sea que se encuentre en mí camino. Supongo que por eso me cuesta mantener una relación de confianza con la mayoría de las personas.

De repente noto como la adrenalina me recorre todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo. Puede que sea ese el motivo por el que haga lo que estoy a punto de hacer, o puede que se deba a mi inmadurez y a mi imán natural para el peligro. Creo que es una mezcla de ambas cosas. Me decido y grito lo más fuerte posible:

—¿Quién anda ahí?

Y de repente lo oigo. Unos pasos, más bien acelerados, que se dirigen rápidamente hacia mí. Agarro con firmeza el bate, notando como una gota de sudor me recorre la cara. O puede que sea una lágrima. Me acerco con los pies temblorosos y escucho una puerta cerrarse detrás de mí. Me asomo por la ventana y veo una silueta encapuchada huir por el bosque. Por la forma en la que camina diría que se trata de un hombre, aunque uno bastante joven y grácil. No estoy segura.

Apoyo el bate en el suelo y me dirijo a la cocina. Cuando llego allí todo esta revuelto. Los cajones y armarios están abiertos, dejando al descubierto un desorden que solo puede significar algo: Alguien estaba buscando algo. <<Pero, ¿el qué?>> me pregunto.

Cojo el viejo teléfono del salón y marco el teléfono de mi padre.

—Hola Lissy — responde— Estoy en el mercado haciendo unas compras. Volveré a casa en media hora. ¿ Qué querías?

— P-Papá... —digo. Me tiembla tanto la voz que apenas soy capaz de pronunciar una palabra.

—LIS, ¿ QUÉ HA PASADO?—grita él a través del móvil. Casi puedo oír cómo se le acelera el corazón.

—Había un h-hombre, en ca-casa— respondo, pero mis intentos para conservar la calma son inútiles— C-Creo que n-no se ha llevado n-nada, pero ha p-puesto todo patas arriba. Yo estoy bien—digo, con más seguridad— No te preocupes—añado, intentando restar importancia a lo ocurrido.

— Voy enseguida, NO TE MUEVAS.

Oigo cómo me cuelga, aunque yo tardo unos segundos más en hacerlo. Espero unos minutos que se hacen eternos hasta que oigo cómo alguien entra en casa. Me dirijo a la entrada para recibir a mi padre que tiene los ojos llenos de lágrimas.

—Lis —me dice—Gracias a Dios que estás bien—continua, besándome la frente.

Yo, por mi parte, soy incapaz de articular palabra y asiento débilmente con la cabeza. No sé qué ha pasado ni quién ha sido capaz de hacer esto. De lo que estoy segura es que voy a hacer lo que sea para descubrirlo.


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