VII

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Se quedó a solas en el laboratorio, cantando en voz baja, mientras revisaba sus apuntes respecto al elixir y las notas que había grabado a lo largo del experimento.
Con suerte, encontraría el fallo y así podría devolver a su jefe lo que le había arrebatado por accidente.
Porque no había sido de otra forma.
Nunca, nunca se atrevería a hacerle daño, no intencionalmente.
¿Cómo podría hacerlo?
Fue Black quién le salvó la vida de ese accidente aéreo, sólo él confió en su potencial, en su ingenio.
A su manera, con todo y su temperamento explosivo y su obsesión con el control, Black Hat le había dado una oportunidad.
Un refugio...
Sacudió la cabeza, ruborizado.
¡Tenía que concentrarse!

La casa estaba en completo silencio. Un silencio levemente interrumpido por algún chirrido de madera.
Black Hat se recostó en su cama y solo escuchaba los pequeños crujidos y susurros de aquella vieja mansión hasta que, de la nada, comenzó a escuchar un pequeño canturreo en el laboratorio: Flug estaba feliz.
Lo sabía aún sin verlo, no sabía cómo, pero lo sabía.
»Mañana sera un gran día.« pensó, y convencido de ello, se quedó dormitando.

Habían pasado varias horas, taza de café tras otra, y sentía que no le faltaba mucho para encontrar una solución al pequeño desastre que había causado.
Suspiró.
Flug no quiso mirar el reloj, sabía que era bastante tarde, quizá ya había pasado la medianoche.
No se preocupó.
Quería descansar un poco, así que arregló y organizó su escritorio; le gustaba tener todo en orden, así siempre sería un poco más fácil...
Y no se dio cuenta cuando empezó a cantar, ésta vez, a un tono suave, quizá un poco más alto que un murmullo.
Con suerte, su Jefe estaría bien dormido, y no habría amenazas de despertarlo, de molestarlo...
—Serás el Capitán y yo tu Primer Maestre. Serás los escalofríos que sienta en mi espalda cuando te vea, la lluvia en mi ventana... ¿Qué podría hacer sin ti? Me complementas, no quisiera perderte... Eres para mi, ¿yo podría ser perfecto para ti?—
Cuando terminó de arreglar todo, estaba tan agotado, que al sentarse en la silla cerca del escritorio, se quedó profundamente dormido sobre tal.
Le esperaba un largo día...

En otra parte de la mansión, Black se encontraba escuchando a Flug desde hacía horas; a pesar de ser ya la medianoche el villano había preferido dar un recorrido por su hogar, recuperando memorias y detalles de lo que había olvidado.
»¿Siempre se duerme tan tarde ese torpe?« pensó soltando un suspiro; en la mañana le daría un sermón. No podía trabajar tanto con tan pocas horas de sueño, por eso sus inventos explotaban con tanto frecuencia...
De pronto, el canto se detuvo, y no se escuchó ni un solo ruido en la casa; Black Hat se encaminó y vio a Flug dormido sobre el escritorio de su laboratorio e intentó despertarlo, pero estaba perdido. Lo tomó en sus brazos e inmediatamente lo llevó a un cuarto bajo las enormes escaleras: era la habitación de Flug, él la había pedido cuando arribaron en esa mansión...
Simplemente lo dejó sobre la cama, lo cobijó, acarició de nuevo su pelirroja melena y se quedo contemplándolo un rato...
Los recuerdos respecto a cosas sobre aquél incidente aéreo llenaron su mente, y lo que pasó después: consiguieron (con los métodos de Black) una vieja casa y la repararon con su propias manos. Desde entonces Flug ya demostraba tener talento para las máquinas y para inventar artefactos que facilitaran tareas complicadas, con esas manos delgadas, pero diestras y habilidosas...
Hat recordaba como todos los días a medianoche o un poco después el científico se quedaba dormido sobre sus planos y diseños, así que él lo tomaba entre sus brazos y lo llevaba a esa misma habitacion mientras cantaba una vieja canción...

—Descansa Flug...

Y besó su frente.

Efecto SecundarioWhere stories live. Discover now