Capítulo VI |nueva versión|

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CAPÍTULO VI

En cuanto tocan en la puerta principal, abandono la cocina, conforme al plan. Natalia se queda en shock al descubrir que yo estaba por aquí. Y me pregunto si siente algún remordimiento, tomando en cuenta lo bonito que habló de mí hace un rato.

— ¡Ya voy! —le digo a la persona hallada fuera del apartamento

Mi ex sigue sin comprender. Yo sigo mirándola, buscando esconder mis emociones, buscando enterrar el dolor que me causó oír hablando de esa forma.

—No tienes que entender —susurra Estefanía—. Solo guarda silencio y ven conmigo. Luego podrás hacer lo que se te pegue la gana.

— ¿¡Qué es esto!?

—Ya lo verás...

—Pero-

—Sh, no digas nada. Ten un poco de paciencia, te lo suplico. Ven.

La toma del brazo, animándola a seguirla rumbo a la cocina —el cuarto del que acabo de salir. Natalia hace muecas y tarda un poco en obedecer pero por suerte su amiga logra convencerla.

Tomo una bocanada de aire y me encamino hacia la entrada. Acto seguido, abro la puerta y de pronto estoy de nuevo frente a la mujer que provocó todo esto. Ingrid sonríe con picardía, luego me escanea con la mirada y se muerde el labio inferior. Parece que esta niña está desesperada por tenerme.

Para que esto funcione, esbozo una sonrisa mientras la hago pasar a través de un gesto. Por supuesto que no espera una segunda invitación y se adentra al piso.

—Hasta que por fin recapacitas —me dice—. ¿No es una pena que hayas tenido que pasar por todo esto? Si te hubieras acostado conmigo, si no me hubieras rechazado esa noche... todo sería tan distinto.

Comenzamos bien.

—Yo pensé que Natalia confiaba en mí. —replico y se ríe en respuesta

—Debiste imaginar que las palabras de su santa hermanita valdrían más.

—En fin. Igual ganaste ¿no? Te vengaste por aquel rechazo.

—Fíjate que no fue placentero fingir tanto y tratar de llorar y- Cansa ¿sabes? Y la tonta se la pasa visitándome, a ver si se me ofrece algo.

Dudo que a mi ex le caiga bien esta confesión.

—Porque se preocupa por ti —aclaro—. Pero si no hubieras inventado lo del acaso, no habría necesidad de fingir.

—Si no me hubieras rechazado, no habría tenido que inventar que me violaste.

—Quiero que me asegures que vas a cumplir... Si yo me acuesto contigo hoy, tú le cuentas la verdad a Natalia. Esa fue tu propuesta.

Decide acercarse a mí, cosa que no me cae bien. Ya empezará a tocarme y yo no puedo permitirlo.

—Cierto —contesta—. Y sí, voy a cumplir. No me importa lo que ella llegará a pensar de mí. Lo único que me importa... es ser tuya. ¡No sabes cuánto lo estoy deseando!

Detrás de ella veo a Natalia, que acaba de regresar a la sala de estar. Y volvió cambiada. Me entrega una mirada llena de arrepentimiento y yo le devuelvo la mirada más fría, torciendo su semblante.

Mientras, Ingrid frunce el ceño, pues nota que estoy mirando por encima de su hombro, que no estoy prestando atención en ella. Así que decide girarse.

—Natalia... Estabas... aquí...

Mi ex se le acerca callada. Las lágrimas se deslizan sin cesar por sus mejillas y no parece importarle, no tiene intención alguna de borrarlas. Parece que piensa usar sus manos para otra cosa, pues de pronto está cacheteando a su hermana. Por el sonido, supongo que debe doler. Y no se conforma con una cachetada, está a punto de agarrar el cabello de Ingrid y ésta retrocede un paso justo a tiempo.

Si eliges creerle © |COMPLETA| |nueva versión de La última vez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora