Capítulo XIX |nueva versión|

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Mañana subo el último capítulo, pero hasta que eso suceda, espero sus teorías en los comentarios. ¿Qué creen que pase con esta pareja? ¿Qué opinan de la segunda versión de esta historia?

A mí me gusta más, aunque digan que soy cruel jaja. 😀

Al igual que en otras historias mías, dedicaré capítulos a los que comentaron. Pero esta vez solo a esos que comentaron en varios capítulos. ¡Gracias! Es la mejor parte, es uno de los motivos por los que publico mis historias.

CAPÍTULO XIX

Por lo visto no espera oír una respuesta, ya que sus labios demandan a través de besos apasionados que le haga caso a la petición. Sus manos se ofrecen a quitarme la chaqueta, de una manera lenta, provocadora. Luego navegan por mi espalda, mis hombros y mi cuello.

Quiero apartarme pero no lo hago. Es irresistible, me encanta lo que hace, me encanta sentirla, me encanta la idea de hacerla mía después de tanto tiempo. Extraño explorar su cuerpo. La estrecho contra mí, empezando acariciarla por todos lados, como si no supiera por dónde empezar. Natalia agarra mis muñecas y guía mis manos hacia su pecho; tras asegurarse de que entiendo el mensaje, usa las suyas para subir mi camiseta. En el proceso, sus yemas rozan mi piel, erizándola.

Con mucho cuidado, la conduzco hacia la cama y la ayudo acostarse boca arriba. Nuestras miradas cruzan por un segundo y la suya revela puro deseo. Exhibo una sonrisa y me inclino hasta llegar a su escote, para poder llenarlo de besos. Mientras, mi mano repasa su cintura y va bajando por su pierna, luego vuelve a subir, pero por debajo del vestido. Natalia ya está suspirando y eso solo me enciende más.

—Te había extrañado. —confiesa en mi oído

No hay nada que puedo decir, prefiero enseñárselo. Prefiero desnudarla y luego cubrirla con besos y caricias, prefiero sentirla vibrar entre mis brazos. Sin embargo, momentos después, en medio del proceso, las palabras de Gonzalo retumban en mi cabeza. Todo da un giro desagradable en cuestión de segundos y me levanto arrepentido. Arrepentido de no haberla rechazado desde un comienzo y tener que hacerlo ahora, cuando me acaba de decir que me necesita.

— ¿Qué pasa...?

—No puedo hacer esto. —replico

De pronto la situación me parece vergonzosa. Sé que lo mejor es parar pero hubiera preferido contenerme desde el principio. Mi rechazo le hubiera afectado menos. Se incorpora hasta quedar sentada y me mira confundida; aun no comprende qué está pasando. Claro, no tiene ni idea de que Gonzalo me advirtió acerca del famoso y maldito secreto.

— ¿Te parece demasiado temprano? O sea, apenas volvimos, es verdad... Pero hemos estado juntos tanto tiempo...

—No es eso. Natalia... ¿hay algo que no me quieres decir?

Una sola pregunta basta para que su semblante cambie, para que entienda que no estoy ajeno a eso. Agacha la cabeza y se abraza a si misma pero se niega soltar palabra. Odio el silencio que se instala y que me permite imaginar todo tipo de estupideces, una más dolorosa que la otra. Incluso me pregunto si me habrá sido infiel. Tan solo pensarlo me enferma.

El silencio también me da tiempo de recordar que estoy medio desnudo, así que recojo mi blusa —que yace en el suelo— y me la pongo enseguida.

—Pensé que no era grave. —apunta

En este caso, puede que no se trate de una infidelidad. Quiero decir ¿quién afirmaría que una infidelidad no es grave?

Si eliges creerle © |COMPLETA| |nueva versión de La última vez|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora