Yoongi iba entrando las cajas de cartón en la casa cuidadosamente mientras, cauteloso, miraba su alrededor. Parecía un lugar tranquilo en un principio, lo cual si era así, agradecería internamente toda su estancia.
Poco le importó el exterior, ya que en cuanto acabó entró corriendo a su casa como si el sol lo quemara como a cual vampiro; si hubiera algo que odiara más que al ruido era, sin duda, sería el exterior.
Subió cuidadosamente las escaleras, las cuales soltaban un crujido al ser pisadas por los delicados pies de Yoongi cubridos solo por la fina tela del calcetín. Al llegar a su destino, una gran puerta ancha de madera oscura le recibió ante sus ojos, la abrió dejando ver un piano del mismo color que su suéter negro, exceptuando que el piano tenía toques blancos. Se sentó en el taburete oscuro y levantó sus delicadas manos mientras dejaba que sus ojos se cerraran y un suspiro saliera de su boca, pero al dejar sus manos caer sobre las blancas teclas, escuchó un sonido completamente diferente al de su piano, sorprendido tocó una de las teclas con su dedo, comprobando que el piano seguía sonando como de costumbre, cosa que lo sorprendió aún más, arqueando una de sus fruncidas cejas. Volvió a prepararse para tocar aquel instrumento, pero ahora el sonido volvió a retumbar por sus paredes antes de que llevara sus manos hacia su amor. Yoongi levantó la mirada, buscando el causante del sonido, al cual no encontró, pero lo que sí encontró fue el sonido de antes, ésta vez, repetido múltiples veces. Suspiró mientras se levantaba del taburete y dejaba caer cuidadosamente la tapa del piano sobre las teclas.
Una guitarra...
Parecía que su sueño de un vecindario tranquilo se había arruinado por completo.
Bajó las escaleras, ésta vez con algo de prisa, y salió a la calle, mirando las casas con detenimiento mientras escuchaba con atención para encontrar la casa.
Que agradable sorpresa se llevó cuando encontró la persona que lo interrumpió: justo su vecino de al lado.
¿Y ahora qué? ¿Debería tocar y decirle algo? ¿Qué diría? ¿"Oye, deja de tocar porque lo estoy haciendo yo, además, odio las guitarras"? Llegar al vecindario y lo primero a hacer es decirle a un vecino que se callara no era la mejor opción si quería pasar desapercibido por las personas de alrededor.
Podría ir allá y simplemente presentarse.
No sabía por qué esa opción había pasado siquiera por su mente, y menos lo que le había pasado para hacer caso a aquellas palabras, tal vez el desconcierto y la curiosidad lo había cegado.
Ambos tenéis el gusto de la música, no debe ser difícil encontrar tema de conversación, ¿cierto? Se decía a si mismo para darse ánimos. Yoongi podía ser el mejor pianista de Seúl y el mejor amante del color negro del mundo, pero una cosa en la que flaqueaba era al comunicarse con otras personas, entablar una conversación normal; su timidez y fobia social simplemente lo rechazaba inmediatamente, prefería quedarse encerrado con su piano y hacer como si nada ni nadie más existiera.
En cuanto tocó la puerta del ruidoso vecino fue el momento en el que lo pensó dos veces, queriendo salir corriendo de allá, pero ya era tarde, sus pies se había fijado a la tierra al igual que sus manos a su espalda. El sonido de la guitarra dejó de emitirse, lo que hizo que Yoongi levantara la cabeza por milisegundos, ya que luego volvió a su estado habitual, evitando lo inevitable.
En cuanto Yoongi escuchó la puerta abrirse, levantó la cabeza de repente, poniendo la sonrisa más grande y desconfiada que su boca le permitió.
—¿Sí?—un chico de cabello castaño oscuro, o tal vez negro con reflejos marrones, apareció tras la blanca puerta.
Yoongi, tratando de encontrar palabras en su cabeza como si nunca hubiera hablado su idioma, escupió las primeras que pudo encontrar, tratando de pronunciarlas correctamente:
—Ho-Hola, soy el nue... nuevo vecino—el sonido de la letra "e" fue repetido por sus cuerdas vocales para luego seguir hablando—, he visto que te gusta la música.
¿Visto? ¿ahora ves la música, idiota?
—Oh, sí, ¿me has escuchado? Lo siento, la guitarra es muy ruidosa—rió mientras posaba su brazo detrás de su cabeza.
—Oh, no, no pasa nada...
Sí, sí que pasa, Min Yoongi, solo dilo pensó.
—Yo también toco un instrumento...—dijo el pianista casi en un susurro, haciendo caso omiso a su cerebro.
—¿En serio? ¿qué instrumento tocas?
—El piano.
Los ojos del "hombros-anchos" empezaron a brillar con fuerza.
—Siempre quise aprender a tocar el piano.
—Yo... yo estoy pensando en dar clases, si quieres puedo enseñarte...—su voz empezó a bajar de tono mientras la frase avanzaba.
Lo de dar clases había sido una idea que Yoongi había estado barajando varias veces; no le vendría mal el dinero, pero también pensaba en como podría dar las clases sin temblar como un estúpido todo el tiempo, sin miedo a hablar y decir algo mal.
—No tengo tiempo...—se quejó mientras ponía un pequeño puchero—, es una pena, pero gracias por la oferta—una gran sonrisa apareció en el rosto del más alto, haciendo que Yoongi le sonriera más de vuelta, la verdad es que no tenía ni idea de como reaccionar ni comportarse, así que se limitaba a sonreír tanto como pudiera.
El silencio se hizo presente en el ambiente sin ser invitado; Yoongi seguía sonriendo como idiota sin saber como responder y Seokjin lo miraba esperando alguna respuesta por parte del nuevo vecino.
—Yo... eh...
—¡Oh! ¡es cierto, no nos hemos presentado! Me llamo Kim Seokjin, encantado...—Seokjin llegó a salvar la situación y el corazón del pobre Yoongi que estaba a punto de explotar por la presión. Estiró la mano delante de Yoongi, quien la miró como si fuera algo desconocido que nunca hubiera visto.
—Oh, ah, Min Yoongi... encantado—Seokjin apretó fuertemente la mano de Yoongi.
¿Un saludo occidental? ¿es extranjero? Definitivamente no suena como uno.
—Bueno, Min, ha sido un placer conocerte, pero debo irme, tengo que arreglar la casa y luego ir al trabajo, pero estás invitado a venir cuando quieras, no dudes en tocar a mi puerta si necesitas cualquier cosa—Yoongi admiraba celosamente como el mayor se desenvolvía con la conversación sin ningún problema.
—Oh, sí, siento entretenerte. Hasta otra, Kim.
—Sí, hasta luego—ambos hicieron una reverencia para luego seguir por sus caminos, pero el corazón Yoongi se movía a velocidades inhumanas; ser sociable no es bueno para mi corazón, pensó el pianista.
Si algo le había quedado claro al silencioso y asocial pianista era que no volvería a salir de esa casa hasta el día de su muerte, esa conversación había sido un error, sentía como si todo el vecindario los hubiera escuchado hablar y solo quería esconderse en su casa para siempre, además, de esa forma no tendría que volver a encontrarse con nadie, mataba dos pájaros de un solo tiro.
Al llegar a casa y cerrar la puerta, enredó sus dedos en su cabello negro, pensando en lo horrible que había sido esa conversación, parecía como si nunca lo fuera a olvidar en toda su vida.
Love Yourself.
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noisy neighbour; yoonjin
FanfictionYoongi se muda a un vecindario lleno de pequeñas y acojedoras casas, donde intenta encontrar inspiración para su amor: el piano. Pero al llegar se encuentra con que su vecino, Kim Seokjin, toca uno de los instrumentos más odiados por Yoongi: la guit...