—¡Buenas noches y bienvenido!, ¿cómo puedo ayudarle?—la Navidad se acercaba sigilosa para un florista como lo era Jin, ya que la gente no solía regalar flores, ni ése día ni ningún otro del año, pero, ¿qué mejor regalo para una persona que flores? O al menos eso pensaba Jin, contrario a todo el mundo.
Después de atender al joven que entró a su pequeña y acogedora tienda preguntando por cambio, miró su teléfono: había quedado con Jimin dentro de unas horas, parecía que el tiempo no avanzaba y se quedaba quieto.
—¡¿En serio?! ¡¿solo han pasado diez minutos desde que lo miré por última vez?!—sí, era su tienda y su propio jefe, podía cerrar cuando quisiera y, sí, amaba su trabajo, pero eso no compensaba las horas que se pasaba con la mejilla sobre el frío mostrador mirando a la gente pasar a través de los grandes cristales en la parte delantera de la tienda, y menos el poco dinero que había en su caja.
Jin suspiró y levantó su cabeza para apoyarla sobre la palma de su mano, mientras su codo estaba sobre el mostrador dónde antes se encontraba su mejilla con un gran puchero.
—Tal vez debería dar alguna promoción como: "¡Por cada rosa regalamos una televisión de 3097 pulgadas 6K y HD!" así seguro que captaría la atención de la gente—se quejó en voz alta. En su gran discurso, si alguien lo hubiera escuchado, se podía distinguir claramente dos cosas: primero, el gran enfado de Jin ante la sociedad; y dos, su exageración—ante el desconocimiento—al hablar de tecnología.
Ante el aburrimiento del florista, decidió mirar los copos de nieve que caían fuera, de vez en cuando veía a gente correr a través de la noche por no morirse de frío y se le escapaba una risita, al menos él estaba caliente aquí dentro. Pero un chico que pasaba por esa misma calle le llamó la atención, haciendo que levantara la cabeza—lo que era todo un logro ante la situación del castaño—.
El sujeto tenía el pelo castaño claro que brillaba como nada en éste mundo gracias a la luz de las farolas en la calle, tanto que su pelo se podía llegar a ver rubio o blanco; su pelo era tan largo que su flequillo podría tapar sus ojos si así lo quisiera y llevaba unos pendientes con una gran y elegante cadena preciosos ante la vista de Seokjin. Lo único que podía ver Jin sobre su ropa era un abrigo largo de diferentes colores.
Y para su sorpresa, ese sujeto se estaba adentrando en su tienda, lo que lo hizo saltar en su lugar, preparando las palabras para ser disparadas en cuanto entrara.
El sonido de la camanita cuando alguien abría la puerta se escuchó por todo el local, lo que no se escucharon fueron las palabras que tanto estaba preparando Jin en su cabeza hace tiempo.
Éste chico es realmente precioso...
—Buenas noches, estaba buscando un tipo de flores...
—¡Oh, sí! ¡dígame!—reaccionó Jin al instante. Ahora podía ver claramente su vestimenta: una camiseta negra de cuello ancho que dejaba al descubierto su blanquecina piel acompañada de un collar verde y rojo. En su mano sostenía un gran bolso gris, elegante como su presencia.
Me están entrando escalofríos de solo verlo con esa camiseta.
—Estaba buscando unos claveles rayados, ¿tiene?—los ojos de Seokjin se abrieron en sorpresa para después pestañear varias veces muy rápidamente, no eran el tipo de flores que le solían pedir al florista. Sonrió.
—¡Claro! ¿las quieres rojas o violetas.
—Rojas, por favor—Jin asintió y fue sonriendo a la trastienda para buscar esas preciosas flores. En cuanto las encontró, las cogió cuidadosamente y salió para dejarlas sobre el mostrador.

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noisy neighbour; yoonjin
Hayran KurguYoongi se muda a un vecindario lleno de pequeñas y acojedoras casas, donde intenta encontrar inspiración para su amor: el piano. Pero al llegar se encuentra con que su vecino, Kim Seokjin, toca uno de los instrumentos más odiados por Yoongi: la guit...