—Jiminnie, te he dicho que estoy bien.
Jin reposaba su cuerpo contra el final del sofá, mientras un pequeño chico lo molestaba queriendo tocar su frente; para molestarlo, Jin tiraba su cabeza hacia atrás, dejándola colgada del reposabrazos, quien cada vez que el menor estaba a punto de alcanzar su frente, éste la tiraba hacia atrás.
—Solo quiero saber si tu fiebre se ha ido, hyung—cualquier persona normal que los viera pensaría que son pareja, ya que estaban en una posición bastante comprometedora; Jimin estaba entre las piernas de Jin, quien simplemente las tenía estiradas hacia los lados, pero si quisiera podría atrapar el pequeño cuerpo de Jimin entre sus piernas en cualquier momento.
—Se ha ido, no hay nada más que hablar—volvió a mirar a Jimin, quien lo miraba con un gran puchero en su cara, pero a la vez, las cejas curvadas hacia abajo.
Jin sonrió.
—Aaaw, ¿te has enfadado? Perdóname Jiminnieee—el recién nombrado se cruzó de brazos—. ¡Jiminnieee! ¡qué crueeel! ¡yo te quierooo! ¿¡por qué no me quieres de vuelta?!—el mayor imitó un llanto y aprisionó el cuerpo de Jimin entre sus piernas mientras llevaba sus brazos al rededor del tronco de Jimin, obligandolo a tumbarse sobre su pecho.
—Hyuuung, solo estás siendo ruidoso ahora mismo—Jimin rió entre los brazos de Jin, quien no soltaba su abrazo. El menor aprovechó y comprobó la temperatura de Jin mientras estaba distraído—. Sigues algo caliente, no creo que debas ir hoy tampoco al trabajo.
Jin se levantó del sofá, dejando a Jimin confuso. Andó hacia hacia una pequeña mesa y cogió el café que había sobre ella para después hablar:
—Jimin, si no trabajo no ganaré el dinero que necesito para vivir, además mis plantas me esperan.
—Lo sé, pero me preocupas, hyung—Jin se sentó sobre el borde de la pequeña mesa con la taza de café en su mano, rozando su boca; sonrió y se acercó al menor, y en cuanto se encontró delante de él, posó una de sus manos en su pelo para después moverla descontroladamente, despeinando al contrario.
—No te preocupes tanto, sé cuidarme solo, debes irte y seguir con tus prácticas, no quiero interrumpirlas constantemente.
—Pero es mucho más divertido practicar contigo, hyung—Jimin abrazó la cintura del contrario, quien sonrió al sentir el tierno abrazo.
—Pero yo no te puedo enseñar nada nuevo, tus clases sí lo hacen.
—Está bien, no me saltaré más clases si prometes no ir al trabajo hoy, tampoco vale salir de casa.
—Trato hecho, ahora recoge tus cosas y vete de aquí, pequeño bastardo. Cuídate—Jimin se levantó y cogió su mochila para colgarla de sus hombros. Se acercó al castaño para darle un beso en la mejilla y al cruzar la puerta lo saludó con la mano.
Jin se zambulló directo en el sofá, tapandose con la pequeña manta blanca. Miró su café, pensativo, estar todo el día dentro de casa en serio era aburrido, y más cuando el invierno se acercaba y el otoño se iba poco a poco.
—Lo siento, Jiminnie, parece que voy a tener que saltarme las normas—saltó fuera del sofá, dejó la taza sobre la encimera de la cocina y se puso su abrigo marrón crema para después salir de casa. Todavía no había nieve en las calles y todo se veía cada vez con menos color, Jin sonrió.
Paró en el mismo parque de siempre, donde se quedó admirando la gran naturaleza invernal del lugar.
Al ser por la mañana, el sol no era tan fuerte como para matarlo de calor, ni tan débil como para no ver absolutamente nada, para Jin era el tiempo perfecto.
—Ah, debería levatarme temprano más a menudo—cogió una pequeña flor—que por lo visto había sobrevivido al cambio de temperatura—, la llevó cuidadosamente hacia su nariz y la olió, sientiendo el dulce aroma de ésta—. Ésta huele como Jimin—rió ante su propio comentario.
Llevó la pequeña flor hacia la parte trasera de su oreja izquierda, dejándola entre varios de sus mechones de pelo. Se levantó del lugar y decidió volver a casa, ya que el clima se estaba volviendo cada vez más frío.
En camino hacia su casa, vio la de su vecino, recordando las palabras del pelinegro.
—Bueno, no tengo otra cosa mejor que hacer en éste momento—sonriendo, entró a su casa y empezó a preparar una pequeña receta de unos dulces para poder llevar al nuevo vecino. Al tenerlos hechos, salió satisfecho de su casa y puso dirección hacia la casa de al lado, pero al estar delante de la puerta de ésta y tener los nudillos rozando la madera, escuchó el piano sonar con fuerza, sonrió para después tocar la puerta con una de sus manos.
—¿Sí?—se escuchó del otro lado.
—¡Hola! Soy Kim Seokjin, el vecino de al lado—Yoongi trató de buscar ese nombre en su mente, encontrandolo unos segundos después. Acto seguido, abrió la puerta.
—Hola, ¿has esperado mucho? Lo siento, estaba arriba—unos ojos cansados recibieron al sonriente Kim.
—Oh no, no te preocupes—Jin dejó las zapatillas al entrar para después seguir a Yoongi escaleras arriba, quien al estar ahí, abrió unas puertas sin explicación alguna, dejando ver un piano—. Wow, en serio los pianos hacen ver todo más elegante—Yoongi miró a Jin para después darse cuenta de lo que acababa de hacer.
—Ah, lo-lo siento, no te he preguntado qué querías o si necesitabas algo, solo pensé en volver aquí y...
La risa de Jin interrumpió el nervioso y desesperado discurso de Yoongi.
—No, no te preocupes, es justo a lo que venía, tengo algo de tiempo libre y me había preguntado si podía verte tocar—las palabras del castaño dejaron desconcertado al menor de ambos.
—¿Verme tocar...?
—Sí, la verdad es que prefiero verte tocar que a tocar yo, te daré estas galletas a cambio—dijo, tratando, de alguna forma, sobornar al pelinegro, quien lo miró inseguro para luego suspirar. Tomo una de las galletas y la llevó a su boca, sujetandola con sus labios y dientes. Se acercó al ahora imponente piano y se preparó como siempre lo hacía, Jin simplemente reposó su cuerpo contra una de las paredes.
Tranquilizate, Min Yoongi, es como si Hoseok te estuviera mirando al tocar, piensa en eso.
Mentalmente escogió la pieza más corta que encontró y empezó a tocar las teclas como normalmente lo haría.
Al acabar, sintió que había sudado más que en toda su vida.
Se escucharon aplausos desenfrenados que sacaron a Yoongi de su trance.
—¡Wow! ¡¿cómo haces eso?!
—¿E-El qué?
—¿Cómo tocas con los ojos cerrados? No ves las teclas ni la partitura.
—Cualquier pianista lo hace, ayuda a concentrarse.
—Woow, los pianistas sois geniales—la gran sonrisa de Jin hizo que las mejillas de Yoongi se enrojecieran, y al darse cuenta de esto, bajó la mirada de nuevo hacia las teclas.
—Gra-Gracias...—es lo único que pudo decir Yoongi al aún tener la imagen de la sonrisa y las palabras del castaño en la mente, quien seguía mirándolo atentamente.
No sabía que más decir, en verdad, no tenía ningún elogio para los guitarristas, y aún que lo tuviera, tampoco tenía las agallas para decirlo, simplemente siguió comiendo su galleta, la cual sabía estupendamente bien para sorpresa del menor.
Y el vecino nunca se marchó, al final también se aprovechó de las galletas mientras estaba sentado en el suelo junto a Yoongi, quien no lo miraba ni hablaba en absoluto; Jin era quien llevaba la conversación en todo momento y Yoongi se limitaba a sonreír y reír ante sus comentarios.
Love Yourself.

ESTÁS LEYENDO
noisy neighbour; yoonjin
FanfictionYoongi se muda a un vecindario lleno de pequeñas y acojedoras casas, donde intenta encontrar inspiración para su amor: el piano. Pero al llegar se encuentra con que su vecino, Kim Seokjin, toca uno de los instrumentos más odiados por Yoongi: la guit...