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Hannah salió de su nuevo trabajo en el Crestmont, el día no había sido muy bueno y aunque se quería ir no podía, solo tenía quince minutos libres para tomar aire fresco en la entrada.

Sacó su teléfono y observó la hora: 16:42.

Aún le quedaban un par de horas para poder retirarse pero sin embargo le gustaba trabajar allí.

Hacían dos días desde que recibía mensajes de números desconocidos y claro estaba que eran de Clay Jensen. A todos los terminaba bloqueando sin responderle un solo mensaje. Era lógico que no quería hablar con él, ni siquiera sabía por qué estaba enojada. ¿Qué fue lo que le hizo en realidad? ¿Nada? ¿Estuvo mal alejarse de él? ¿Estuvo mal cuando le mandó el último Whatsapp hace una semana? No, no estaba mal porque él era un extraño para ella y si, aunque hablaban y se habían ido conociendo ella se negaba a aceptar que le estaba cayendo bien, que le agradaba escribirle. De hecho, aunque no quería darse cuenta ni admitirlo, sentía ganas de responderle porque también quería volverlo a ver, no sabía la razón. Simplemente quería pero... No lo haría.

Frunció el ceño tras ver un mensaje entrante de Marcus Cole. ¿Por qué le estaba escribiendo nuevamente? Ya le había dicho que no quería nada con él pero al parecer lo olvidó porque tenía un claro mensaje en el que decía:

Marcus: Hoy hay pronóstico de lluvia, seguro esta noche haga frío. ¿Segura que no quieres que te caliente? O... ¿Justin es el mejor porque lo hace junto a Jessica? 7u7.

Hannah se molestó por el comentario. Idiota. Idiota. Idiota. Idiota. La sangre se le subió al rostro y tuvo la tentación de batuquear el teléfono contra el suelo. ¿Por qué la trataba como si fuera una zorra? ¿Por qué insistía e inventaba teorías inexistentes? ¿Cómo pensaba conquistarla diciéndole esas cosas?

Ignoró el mensaje y cerró los ojos.

En ese mínimo segundo cuando cerró sus ojos sintió que algo haló de su mano por alguna razón. Abrió los ojos de impulso y fue cuando se dio cuenta que no halaron su mano precisamente, no, le arrebataron el dispositivo móvil.

Subió la vista al chico con capucha. Fue tan rápido que no lo procesó al instante, de hecho se quedó inmóvil, sin reaccionar. Dejó que se fuera corriendo, llevándose con él un teléfono que le pertenecía a ella. Segundos, segundos y segundos... Probablemente minutos pero estaba allí, sin reaccionar hasta que flashbacks vinieron a su cabeza.

Esos ojos no los tenía cualquier persona. Por supuesto que no. Ese par de brillantes ojos azules no los olvidaría.

La rabia aumentó aún más y sus ojos se llenaron de lágrimas, lágrimas que no pudo derramar porque la llamaron para que entrara nuevamente a su trabajo.

Whatsapp | ClannahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora